La Guerra Cristera fue el
último conflicto armado de la historia de nuestro país y realmente se conoce
muy poco acerca de sus repercusiones. Este conflicto en mi opinión fue
provocado por la intolerancia y ambición de poder por parte de los jerarcas de
la Iglesia Católica y los políticos. Y es que viendo todo desde una perspectiva
objetiva ambas partes vieron por sus intereses y no por el de los demás. Los excesos
cometidos de un lado y del otro están bien documentados y me hace pensar que el
fanatismo de un lado y del otro ha sido muy dañinos para todo el país. Aunque no
voy a justificar las acciones de la iglesia me temo que el estado como rector
de la sociedad no lo ha hecho mejor y en la época actual aún se puede ver los
resultados de su intervención. Nuestro país tienen paradojas bastante curiosas:
durante la Reforma y la Revolución se habló de la libertad de cultos y solo se persiguió
a la Iglesia Católica de manera inmisericorde.
Las causas del conflicto
fueron las leyes emanadas de la Constitución de 1917 y en serio no rayaban en
lo ridículo, sino que eran ridículas. A principios de los años 20, es decir,
inmediatamente después de la Revolución, se hablaba de libertad de cultos en la
ley suprema. Sin embargo, considero que va en contra de la libertad de cultos
el hostilizar a un grupo religioso solo para ganar poder político. Esto se hizo
durante la Reforma solo para ganar el apoyo diplomático del gobierno
norteamericano. Yo no soy un católico devoto, sino lo contrario, y aunque no
fuera no puedo no decir que la Iglesia Católica no ha sido una hermana de la
caridad: la Santa Inquisición, el encubrimiento de ministros pederastas y la
censura han sido constantes a lo largo de su historia. Sin embargo, tampoco se
pueden negar los logros del clero católico pues ellos fundaron buena parte de
las instituciones de educación superior reconocidas a nivel mundial como
Harvard, Yale y Georgetown en Estados Unidos y la Universidad Iberoamericana en
nuestro país. Además debemos recordar que la independencia de nuestro país fue
iniciada por curas y el negar esto es negar buena parte de nuestra historia. La
hostilización hacia la Iglesia Católica tuvo su auge con la Reforma, que
supuestamente defendía la libertad de cultos y sin embargo hostilizaron a la
Iglesia hasta que se cansaron solo para obtener el favor del gobierno de
Estados Unidos asegurado. Y esta misma tónica fue usada por Calles y sus
compinches para perseguir a los católicos como si fueran romanos.
Uno de los personajes más
siniestros de esos turbulentos tiempos fue el gobernador de Tabasco de nombre
Tomás Garrido Canabal. La orden dada a sus compinches fue que quemaran las
iglesias “de ser posible con el cura dentro”. No en pocas ocasiones cumplieron
la orden completa. Canabal fue el más radical de los anticlericales en la
historia de nuestro país y eso le valió hacerse de numerosos enemigos. Tan malvado
era que no le importaba masacrar a la población en las ruinas de las iglesias. Sin
embargo, no fueron las únicas iniciativas. En otros estados se limitó el número
de sacerdotes por determinada cantidad de habitantes y se restringieron los
sacramentos de manera ridícula. Con todo esto se pretendía reducir el número de
católicos en el país pero lo que no esperaban era provocar una rebelión. El argumento
era que la Iglesia Católica es la cusa del atraso en que vive nuestro país hasta
el día de hoy lo cual no considero del todo cierto. La verdadera razón de esta hostilización
era quedar bien con el gobierno norteamericano y de ese modo afianzar el poder.
Además de todo, también les dieron preferencia a los protestantes para ocupar
cargos públicos aun siendo ministros, ocupaban este tipo de puestos a sabiendas
de que ningún ministro religioso puede hacerlo por mandato constitucional. Todo
lo anterior se hacía desde tiempos de Carranza cuando sus tropas entraban a las
iglesias y destruían todo lo que podían y permitió a los ministros protestantes
ocupar cargos públicos.
Los cristeros, por su
parte, tampoco eran unas hermanitas de la caridad pue ellos también cometieron
algunos excesos. Ellos no se tentaron el corazón para matar en el nombre de
dios y masacrar maestros para “evitar la entrada de millones de niños al infierno”
pues consideraban que “era mejor morir ignorante y en el cielo” que “ilustrado
y en el infierno”. Entre los incidentes más graves está sin duda el atentado en
contra de Álvaro Obregón en 1927 que intentó realizarse con una bomba. Por este
crimen fue fusilado de manera injusta el cura zacatecano Miguel Agustín Pro
junto con sus hermanos a pesar de no estar comprobada su participación en el
intento de asesinato del Manco de Celaya. Evidentemente, fallaron. Los dirigentes
católicos creían que Obregón era el que hostilizaba a la Iglesia, sin embargo,
este era Calles y la base del error era que creían que este último solo era
pelele de Obregón. La versión de que León Toral fue el asesino del Manco de
Celaya sigue la misma corriente de que era este el que hostilizaba a la
iglesia. Algo que tampoco se dic es que cuando llegaron los acuerdos de paz el
gobierno no respetó el convenio de dar amnistía a los rebeldes y en muchas
ocasiones los llevaron al paredón. Además, la hostilización hacia la Iglesia continúo
hasta fines de los años treinta pues los siguientes presidentes hasta Lázaro
Cárdenas. Aunque también tengo que aclarar que la iglesia no aceptaba la
separación del estado pues perderían privilegios. Esto también fue en parte la
causa de la Guerra de Reforma sesenta años antes. Con todo esto y si se suma la
intolerancia del otro bando no es de extrañarse que las cosas reboten de ese
modo. Ninguno de los dos grupos beligerantes en la Guerra Cristera veía por el
bien de la nación sino por tener privilegios y esto es algo común en nuestro país:
ambas partes querían poder y lo veían como un patrimonio, es decir, un fin, no
un medio que es lo que debe ser. Y por esto provocaron el conflicto más
sangriento de la historia de nuestro país.
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