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sábado, 5 de agosto de 2017

Los errores de la Iglesia Católica

Una de las instituciones más importantes de Occidente es la Iglesia Católica, presente en la mayoría de los países de este lado del mundo. Aun cuando el día de hoy en que la religión está pasando a segundo plano y la generación actual ha renegado de ella me temo que esto no ha mermado mucho su influencia en el mundo. Como toda institución, tiene errores y a lo largo de su historia se ha equivocado no pocas ocasiones y en la actualidad son más recordados sus errores que sus aciertos. Aunque no lo crean, la mayor obra de esta institución religiosa está en la educación, pues muchas de las instituciones de educación superior de mayor prestigio como Harvard, Yale o Georgetown (fundadas por los jesuitas, sobre todo) cosa que no han hecho otras ramas del cristianismo. Aquí en nuestro país fundaron instituciones de educaciones superior mucho antes que en Estados Unidos, algo que destruyeron los masones (aunque eso será tema de otro post). En esta ocasión me dedicare a hablar de aquello en lo que la Iglesia metió las cuatro patas y por lo que es más recordada en la memoria histórica por la mayoría de las personas.
Creo yo que uno de los principales errores de la Iglesia fue el tener como inamovibles ciertas ideas que fueron contravenidas con la revolución científica. Ejemplo de lo que estoy diciendo fue Hipatía de Alejandría que fue muerta a manos de cristianos que pensaron que sus enseñanzas eran blasfemas. Esto era porque consideraban que no se debían hacer imágenes de lo que estaba en el cielo o debajo de la tierra (lean los Diez Mandamientos para ver que no digo mentiras). Este evento se convirtió en una de las manchas más difíciles de borrar para la iglesia. En los siglos científicos hubo científicos que contradijeron a lo establecido por las autoridades eclesiásticas como le ocurrió a Galileo y la idea contraria al geocentrismo. Tasta teoría ya había sido dada a conocer por un cura de nombre Nicolás Copérnico y a pesar de esto se censuró durante bastante tiempo. Galileo Galilei retomo la teoría del heliocentrismo cuando utilizó el telescopio para ver lo que estaba arriba en el cielo y concluyó que Copérnico tenía razón al decir que era la Tierra y los otros planetas los que giraban alrededor del Sol y no este y los demás cuerpos celestes alrededor de nuestro planeta. Además, Galileo contravino la idea de que un cuerpo pesado caía más rápido que un ligero, contradiciendo a Aristóteles, cuya filosofía fue tomada como base por la Iglesia. Todo lo anterior hizo que el Santo Oficio (en mi opinión el Infernal Oficio) lo obligara a arrepentirse de lo que había dicho.
También la Iglesia fue bastante intolerante con ciertas mujeres que en su tiempo fueron próceres de cosas que habitualmente solo se reservaban para los varones. Creo que el más famoso de esos casos fue el de Juana de Arco, heroína francesa del siglo XV durante la Guerra de los Cien Años contra Inglaterra. A pesar de sus hazañas heroicas y de ser buena estratega militar el Infernal Oficio no tuvo empaño en enviarla a la hoguera a la tierna edad de 19 años y cuando se dieron cuenta de su error la declararon santa en 1909, cinco siglos después de su injusta muerte. Eso sí, su absolución fue después de haber sido quemada en la hoguera me dice que tal vez alguien no quería salvarla. Acá en nuestro continente, y de hecho en México, la Iglesia trato de censurar a Juana Inés de Asbaje, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, con la intención de que dejara de escribir versos. Además, también querían evitar que Sor Juana estudiara y le confiscaron la biblioteca que tenía en su celda, aunque ella todavía escondía ejemplares de sus obras más selectas. Aunque no era mujer, creo que la historia del Marqués de Sade es algo similar a la de Sor Juana. Cabe destacar también que los escritos del Marqués eran mucho más controvertidos, pues hablaba de las depravaciones sexuales de las elites francesas, incluida por supuesto a la Iglesia Católica y la verdad no extraña puesto que muchos clérigos, aun en la actualidad (no todos), pedían favores sexuales, y por eso encerraron a este escritor en un hospital psiquiátrico en los últimos días de su vida por orden de las elites que exhibió.
Para terminar el post voy a hablar de la separación de la Iglesia y el Estado implementada con las ideas de la ilustración potenciadas con la Revolución Francesa. En la mayoría de los países de Europa se estaba dando este proceso desde finales del siglo XVIII. En cambio, en España la Iglesia Católica se negó a abandonar sus privilegios y por eso mismo se independizaron varios países del continente, México entre ellos. El ejemplo más claro de esto fue sin duda la Guerra de Reforma, aunque también considero que los liberales se pasaron de la raya. No podría considerar al mundo moderno sin la separación de la Iglesia y el Estado. En ese tiempo la cúpula eclesiástica no deseaba perder los privilegios de los que gozaron durante la Colonia. Ciertamente y por lo que expuse en párrafos anteriores y porque en la actualidad han sido pocos los párrocos que han sido castigados por pederastia, por ejemplo, aun con esta separación, ahora imagínense si no hubiese sido así. En el pasado los miembros de la Iglesia tenían fueron y desde luego que muchos curas, obispos, arzobispos e incluso Papas abusaron de ellos en diversas ocasiones durante la historia. Muchos de esos atropellos sirvieron para engrandecer el poder de la Iglesia a costa de los creyentes, muchas veces gente ignorante de los sectores menos favorecidos de la sociedad. Esto fue evidente durante la Edad Media y hasta finales del siglo XVIII cuando se comenzó a tener la idea de tener al Estado separado de la Iglesia, aunque hoy a más de 200 años de la toma de la Bastilla esto no ha pegado del todo y en ese tiempo ha habido incluso derramamiento de sangre como fue el caso de México en el periodo 1857-1867 y el conflicto cristero entre 1926 y 1929, ambos por el fanatismo de católicos y anticlericales, aunque no fueron los únicos conflictos en ese tiempo, si fueron errores bastante claros del clero católico.     

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