Uno de los documentos más
vergonzosos de nuestra historia fue sin duda el Tratado de McLane-Ocampo,
suscrito entre Robert McLane y Melchor Ocampo. Este se da en el contexto de la
Guerra de Reforma cuando el bando liberal estaba en apuros económicos para
vencer a sus rivales conservadores. Entonces tenemos la desesperación por
obtener el poder político a cambio de hacer algunas concesiones que ponían en
entredicho nuestra soberanía, esto de un modo mucho peor que en el siguiente
episodio de la Reforma, que fue la Intervención Francesa, ya que pretendía dar
a otro país la posibilidad de poseer tierras, armas matar e introducir tropas
in el consentimiento de nuestras autoridades. Todo esto a cambio de un crédito
para comprar armas y de ese modo derrotar a los conservadores. Esto de ninguna
manera tiene justificación, pues una década y media antes el país había entrado
en guerra con Estados Unidos y había sufrido una estrepitosa derrota que nos
costó la mitad del territorio y ahora le daban cabida a una ocupación norteamericana
bajo cualquier pretexto.
“América para los
americanos”, dicta la doctrina Monroe, aunque algunos historiadores la traducen
de manera acertada como “América para los norteamericanos”. Lo anterior tiene
que ver con el imperialismo norteamericano, que junto con el Destino
Manifiesto, tiene la intención de ejercer un protectorado interesado en las
antiguas colonias ibéricas en el continente, y de ese modo hacerlo sin intervención
de las potencias europeas que en ese momento veían con recelo la expansión de
Estados Unidos. En imperialismo estaba marcado por las dos doctrinas en el caso
de los norteamericanos que siempre han visto a los países del sur de su
frontera como inferiores. Además de todo, el problema era que el grupo liberal
estaba formado sobre todo por masones, los cuales admiraban la estructura
gubernamental y las leyes de nuestro vecino del norte. Recordemos que entre los
padres fundadores de Estados Unidos había masones, siendo George Washington el
más famoso de ellos. Con estos antecedentes no es de extrañarse que la fracción
liberal dirigida por Juárez viera con cierta admiración a Estados Unidos y no
es de extrañarse que en su desesperación por desplazar a los conservadores del
poder hayan recurrido al gobierno norteamericano para hacer un tratado de esa
naturaleza.
Algo más que le
ofrecieron a los norteamericanos fue el paso por varios puntos estratégicos como
el camino de Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo a Mazatlán pasando por
Monterrey, de Nogales a Guaymas y por el Istmo de Tehuantepec. El pacto incluía
el derecho de los norteamericanos a poseer armas y tierras en dichos caminos.
¿De dónde iba a sacar el gobierno las tierras?, pues de la Ley de
Desamortización, que prohibía la posesión de tierras no solo a las
corporaciones religiosas, sino también a los indígenas no se les permitía
conservar sus fundos de manera comunal, ya que dicha ley prohibía a las
organizaciones civiles tener tierras. Esto es algo que no se dice en los libros
de historia oficial, pues Benito Juárez y su sequito liberal son los héroes nacionales,
incapaces de tomar acciones en contra de la patria, aunque existen documentos
que prueben lo contrario. No es de extrañarse tampoco que muchos historiadores
consideren a los liberales como vendepatrias al existir documentos como este
vergonzoso tratado pues vulneraba de manera terrible no solo la soberanía nacional
sino también las garantías de posesión de tierras de los indígenas, en el
especial en el Istmo de Tehuantepec y el estado de Sonora. De hecho, y gracias
a la Ley de Desamortización, fue que en la Intervención Francesa y el Segundo
Imperio muchas comunidades indígenas pelearon del lado de las tropas
imperialistas en contra de las republicanas.
Por último, no me
queda más que decir que este tratado no llegó a aplicarse en forma plena por
buena suerte. En ese momento las tensiones en Estados Unidos estaban a la orden
del día, pues estaban en vísperas del estallido de la Guerra Civil. El senado
norteamericano en ese momento estaba dominado por republicanos que se negaron a
ratificar ese vergonzoso documento. Sabían que si lo hacían acrecentarían el
poder de los estados sureños esclavistas y les daría ventaja sobre la Unión. Una
nota para las personas que piensan que los acontecimientos del exterior no nos
afectan, por eso es necesario tener algunas nociones de historia universal,
pues muchos de esos acontecimientos fueron muy influyentes en nuestra historia.
Pero volviendo al tema, los estados norteños de Estados Unidos temían que si
los sureños se separaban de la Unión usarían los recursos disponibles en
nuestro país para financiarse o usar los caminos disponibles para movilizar a
sus tropas. Acá en México tenemos un dicho: “el miedo no anda en burro”, y los
legisladores republicanos tenían miedo de que los estados sureños (apoyados por
los demócratas) utilizaran los derechos de paso para apuñalar a los estados de
la Unión por la espalda. Además de todo, hay fuentes que señalan que los
sureños deseaban algo más que simples derechos de paso: querían comprar Baja
California, Chihuahua, Sonora y partes de Nuevo León Coahuila y Tamaulipas,
pero creo que le enviaron la propuesta al gobierno conservador y estos la
rechazaron tajantemente. Sea como sea, de los dos bando, creo que el liberal,
salvo por algunos miembros, era el que tenía a los personajes más ambiciosos y
sin ningún escrúpulo a los que no les importaba vender la soberanía nacional
con tal de quedarse con el poder. Y no es una cuestión menor: estoy
cuestionando la legitimidad del estado mexicano moderno desde sus bases, que se
formaron en la Reforma y se reestructuraron con la Revolución Mexicana.
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