Frase que debería estar
esculpida en el olvido de todos por ser muy utilizada por el infame régimen revolucionario.
Una frase que si lo pensamos bien es ridícula, demagogia ridícula porque se
agradecía al presidente por cosas que hacía con dinero de los contribuyentes. Sin
embargo, dentro del ideario del mexicano promedio está el agradecer a un
gobernante pues siempre se le ha visto como un padre amoroso que cuida de sus
hijos. Ya a estas alturas del partido considero imprescindible que la gente ya
deje atrás esas ideas, aunque la verdad esto se antoja muy difícil pero es
necesario para avanzar. Esto lo digo porque es algo muy propio de las
dictaduras hacer reverencias al gobernante en turno y de hecho las personas le
venden sus libertades a las autoridades a cambio de tener migajas de a quien lo
le importa más que mantener a su partido en el poder tanto como fuera posible
aunque tarde o temprano la realidad se impone.
Veamos, al rastrear el asunto
en el siglo XX cualquiera se puede dar cuenta de que el primer gobierno con
prácticas clientelares es el de Lázaro Cárdenas. Recordemos que en su administración
hubo una aceleración en el reparto agrario producto de dos motivos: destruir la
fuente de riqueza de sus adversarios y ganar apoyo popular. Y lo hizo bastante
bien puesto que para que los campesinos obtuvieran tierras tenían que afiliarse
al partido oficial. Además, también era el único modo de obtener créditos agrícolas
por medio del Banco de Crédito Rural que fundó en su administración. Cárdenas también
se valió de los sindicatos para hacerlo pues era el único modo de acceder a
puestos de trabajo. Con esto el presidente logró atar a los mexicanos a las
decisiones del gobierno. Pero no se detuvo ahí pues también se decidió por
utilizar la historia para tener controladas a las futuras generaciones al
buscar justificar al abusivo régimen revolucionario. Por si las moscas, también
se decidió que los empresarios debían estar afiliados a cámaras empresariales
para tenerlos controlados al darles contratos públicos y protegerlos de la
competencia tanto nacional como extranjera y de ese modo no daban lata.
Esto se reforzó en el año
de 1951 con una ley sobre la competencia económica en la que el presidente
tenía bastantes atributos para decidir sobre actividades productivas. Su nombre
era “Ley de atribuciones del ejecutivo en materia económica” y daba amplio
margen de acción al presidente para decidir sobre importaciones y
exportaciones, los precios de todos los artículos y los salarios de los
trabajadores. Esto sirvió como base para el llamado “Desarrollo estabilizador”
que no es como lo pintan, pues hubo un pacto entre los empresarios y el
gobierno para poder dejar en ceros sus declaraciones fiscales y protegerlos de
la competencia a cambio de ciertos beneficios: subir los sueldos de los
trabajadores, el gobierno en control de los sindicatos evitaría huelgas, el
gobierno también se reservó el derecho a ponerle precio a las mercancías. De esta
manera el gobierno se ganó el apoyo de ambos grupos. Este tipo de arreglos a la
larga terminarían por arruinar la economía pues los gobiernos en la década de los
70 se dedicaron a comprar empresas quebradas y a derrochar dinero de todos en
dadivas, la deuda creció pero no así el dinero para pagar, y el problema es que no se aprendió de lo
sucedido.
Todo lo anterior ha
permeado en la sociedad mexicana hasta la médula puesto que se espera un padre
que cumpla todos los caprichos de unos hijos malcriados. Vean lo que ha pasado
por lo menos en las últimas cinco décadas puesto que la economía lleva
estancada por lo menos treinta años. Y lo peor es que la clase gobernante se ha
aprovechado de ese sistema perverso para afianzar su poder sobre los
ciudadanos. Todo lo anterior que he comentado no ha servido para desarrollar al
país, antes al contrario. El reparto agrario de Lázaro Cárdenas sirvió para
empobrecer a los campesinos que tuvieron que huir de la miseria hacia Estados
Unidos, primero con el programa bracero y después de manera ilegal. Pero no
solo eso, también fue la causa de la expansión de los cinturones de miseria en
las ciudades del país debido a la masa de gente del campo que llegaba en busca
de mejores oportunidades. Seamos sinceros: a muchos les gusta vivir del
presupuesto ya que solo hay que estirar la mano para de ese modo tener dinero
para gastar. Por eso es tan fácil decirle al presidente gracias por darnos
cosas con nuestro propio dinero. Pero también es una de esas cosas que debemos
dejar atrás para avanzar. El gobierno ha visto este mecanismo perverso para
usarnos, robarnos y afianzar su poder mientras el país se le cae a pedazos.