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domingo, 16 de junio de 2019

La intervención de Poinsett


Uno de los personajes más enigmáticos que ha pisado suelo mexicano es sin duda Joel R. Poinsett. Y sus acciones son debate entre los historiadores hasta el día de hoy. El mayor señalamiento que se hace en contra de este norteamericano tiene que ver con la caída del Primer Imperio y con las consecuencias inmediatas de la pérdida de la mitad de nuestro territorio nacional a largo plazo. No sé en realidad que tan exageradas o subestimadas son las acusaciones en su contra, pero de lo que sí estoy seguro es que sí tuvieron repercusiones en la vida de uno de los políticos más nefasto de la historia: Antonio López de Santa Anna. Siendo un prototipo del político mexicano moderno puesto que Santa Anna coqueteó con los dos principales partidos políticos de su tiempo según la dirección de los vientos políticos. Santa Anna y los norteamericanos tienen algo en común: se aprovecharon de los pleitos entre liberales y conservadores para su beneficio.
Recordemos que el primero gobierno que tuvo México fue la monarquía, pero pocos saben el motivo que llevó al establecimiento de una república. Joel R. Poinsett fue enviado a los países de América que habían sido colonias de España y en años recientes consiguieron su independencia. En varias naciones, como Chile, había sido expulsado por intervenir en los asuntos de cada nación. Sin embargo, en México encontró que había mucha oposición a que el país se convirtiera en una monarquía y decidió aprovecharse de aquellas circunstancias para sacar algún provecho para su país. En primera instancia se entrevistó con la corte imperial, pero casi lo corren a patadas cuando les propuso un tratado en el que los Estados Unidos se anexionaran los territorios del norte: Tejas, Nuevo México, Arizona y la Alta California. Por razones que no he llegado a entender, el gobierno imperial no lo expulsó del país declarándolo persona non grata de tal manera que pudieron ahorrarse todo aquello que vendría después. Con esto Poinsett se dio cuenta de que no obtendría lo que quería del gobierno imperial, por lo que decidió usar otros medios.
El país se había independizado con serias divisiones, siendo un bando los monarquistas y otro el de los republicanos. El segundo grupo estaba conformado por masones de la logia yorkina, que había sido traída de Nueva Orleans. Los monarquistas, por su parte, eran de la logia escocesa y eran contrarios a los intereses de Estados Unidos. Algunos de los miembros más prominentes de la logia yorkina fueron Vicente Guerrero y Fray Servando, mientras que en la logia escocesa participaban Lucas Alamán y Anastasio Bustamante. Fray Servando le espetó a Agustín de Iturbide en su cara que lucharía para derrocar a su gobierno y declarar la república. Pero a la persona que usó Poinsett para lograr sus fines fue a Antonio López de Santa Anna, un militar del ejército imperial que no tenía mucha cultura, pero era astuto hasta la médula y estaba dispuesto a traicionar a su madre de acuerdo con los vientos políticos. Convenció a Santa Anna de declarar la república, aunque años después reconoció que no sabía que significaba aquella palabreja que pronunció Poinsett, pero le había gustado mucho. Aunque Iturbide podía haber detenido la rebelión de Santa Anna fácilmente, prefirió renunciar para no derramar sangre de sus compatriotas y partió al exilio a Europa.
Iturbide regresó a México un año después de renunciar solo para encontrar la muerte en el poblado de Padilla, Tamaulipas. Sin embargo, el daño estaba hecho, pues los pleitos entre las facciones ya estaban en boga. En realidad, la renuncia del emperador solo había traído miseria, pues unos años después se dio el primer golpe de Estado, que aunque no tuvo éxito, había abierto la puerta a toda clase de horrores. Fue el inicio de un siglo lleno de convulsiones por las divisiones entre los mexicanos. Esas mismas divisiones fueron de las mismas de las que se aprovecharon los norteamericanos para arrebatarnos la mitad de nuestro territorio. Personajes como Valentín Gómez Farías, Lucas Alamán y el mismo Santa Anna estaban en pugna por el poder. Por ejemplo Santa Anna se había negado a apoyar a otros militares porque podían rivalizar contra él por la presidencia. Lo más gracioso de aquello fue que la mayor parte de las bajas que sufrió el ejército norteamericano fue a manos de la población civil en la Ciudad de México luego de las derrotas sufridas en el Molino del Rey y el Castillo de Chapultepec. La desunión de los mexicanos perdura hasta nuestros días y basta con ver lo que ha venido ocurriendo en los años recientes. Por el legado de Poinsett perdimos al mitad de nuestro territorio y desde entonces el país es un desastre. Todo mundo quiere sentarse en la amada silla presidencial pero pocos lo han hecho con la intención de gobernar.  

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