Uno de los personajes más
controvertidos de nuestra historia es sin duda el general Juan Nepomuceno
Almonte, hijo del insurgente José María Morelos. Esto es porque este personaje
fue miembro de la camarilla que trajo a Maximiliano a gobernar nuestro país. También
ganó notoriedad cuando en 1895 se pensó que los restos de Morelos se habían perdido
y él se los había llevado. El calificativo de traidor por ambos cargos es algo
que francamente no le queda en mi opinión, pues hay detalles de su vida que se
desconocen y por eso se ha seguido denostando y acusarlo de traidor a la
patria. Tanto como para acusarlo de ese feo delito, pues no porque tenía
motivos, creo yo, bastante fuertes para hacer lo que hizo por patriota y su
resentimiento en contra de los norteamericanos a los que conocía bastante bien
debido a que vivió años en aquel país y lo que le tocó vivir en México.
Juan Nepomuceno Almonte
nació en el año de 1802 en Carácuaro, Michoacán, producto de la relación de
Morelos con Juana Almonte. Como en aquel entonces era un escándalo que los
curas tuvieran hijos, siempre lo hizo pasar como su sobrino, aunque todos sus
conocidos sabían que en realidad se trataba de su vástago. Morelos lo llevó a
sus campañas militares donde se hizo líder de un grupo de niños hijos de
soldados de su padre. Haciendo gala del nepotismo que caracteriza a los
mexicanos, Morelos hizo a su “sobrino” general de aquel grupo de chamacos
cuando solo tenía unos doce años. Hicieron un buen trabajo durante el sitio de
Cuautla en el año de 1814, en especial el famoso Narciso Mendoza, el “niño
artillero” del que hablan en los libros de historia en la primaria. Sin embargo,
cuando su campaña militar se comenzó a complicar luego del fallido intento de
tomar Valladolid, Morelos decidió enviar a su hijo con un cura amigo suyo a
Estados Unidos con una fuerte cantidad de dinero. Estuvo un tiempo en Nueva
Orleans y luego en Philadelphia, donde hizo estudios de bachillerato en idiomas
aprendiendo francés e inglés y en historia.
Cuando regresó a México,
inmediatamente fue contratado por el presidente Guadalupe Victoria para hacerlo
ministro plenipotenciario del gobierno mexicano ante el gobierno británico. Sin
embargo, cuando comenzaron los problemas por los golpes de Estado quedó fuera
de la esfera política. Sin embargo, cuando fue la guerra de independencia de
Texas en 1838 acompañó a Santa Anna a hacerle frente a los texanos, como
sabemos, las tropas mexicanas fueron derrotadas por los texanos debido a la
torpeza de Santa Anna. El veracruzano fue conducido a Washington en compañía de
Almonte, y este último sirvió de intérprete en la entrevista entre Santa Anna y
Andrew Jackson. Una década más tarde, cuando el gobierno norteamericano finalmente
se anexiona Texas, el embajador de México en Estados Unidos era el mismo
Almonte y lo primero que hizo fue romper relaciones con el gobierno
norteamericano y volver a nuestro país. Él había vivido entre con los
norteamericanos, había sido testigo de la conversación de Santa Anna y Andrew
Jackson y luego vio que su país perdía la mitad de su territorio. Era de esperarse
que detestara a los norteamericanos y fuera contrario a los liberales.
La mancha de traidor se
la endilgan porque fue de la camarilla que apoyaba al emperador Maximiliano. Incluso
en la batalla del 5 de mayo de 1862 había asistido al Conde de Lorencez en el
ataque a Puebla, ofensiva que resultó en una estrepitosa derrota para los
franceses por la soberbia de su comandante. Ya con el emperador Maximiliano fue
nombrado embajador del Imperio ante Napoleón III. Sin embargo, el monarca tenía
un diario en el que acusaba a Almonte de tener las uñas largas. En dicho diario
el emperador Maximiliano hablaba pestes de su corte, lo que no podía decir en
público por cubrir las apariencias. Pero todavía hubo algo que le endilgaron a
Almonte: se llevó los restos de su padre de la catedral de tal modo que lo
usaron para aumentar el mote de traidor. Cuando cayó el imperio en 1867,
obviamente que Almonte no podía regresar a México porque de lo contrario sería
fusilado por traidor. Realmente no lo considero así porque él siempre fue
contrario a los intereses norteamericanos debido a que había visto de lo que
eran capaces. Además, la acusación de que se había llevado los restos de su
padre se resolvió en 2010 cuando se comprobó que los huesos de Morelos solo habían
sido revueltos. Viendo lo que ha pasado hasta este momento, me doy cuenta de
que los buenos no eran tan buenos y los villanos no lo eran tanto.
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