La libertad de expresión,
el bien más preciado de una democracia y que en nuestro país ha tenido
altibajos. Esto es porque a lo largo de la historia los diferentes gobiernos la
han limitado o la han dejado existir. Y esto es algo que muchos historiadores
han marcado en muchas de sus obras. En los tiempos que corren actualmente
aparentemente hemos alcanzado la plenitud de este derecho, pero yo tengo mis
dudas acerca de esta afirmación por los asesinatos de periodistas que han
sucedido en los últimos veinte años. Pero no es de los tiempos recientes de los
que quiero hablar sino del siglo pasado y del antepasado pues revisar la
historia del periodismo puede ayudarnos a comprender los ideas que fueron
relevantes hace varios de nuestra historia. Pero algo sí es seguro: los podemos
ver represión en dos periodos de nuestra historia, el Porfiriato y la pos
Revolución.
Aunque los primeros periódicos
de nuestro país surgieron en la época colonial no fue sino hasta el
establecimiento de la república que cobraron relevancia. Los principales grupos
políticos, liberales y conservadores, utilizaban la prensa escrita para
atacarse mutuamente. Eso de que muchos de los integrantes de ambos bandos políticos
se atacaban en los periódicos no es nada nuevo. Cuando los conflictos entre
ambos bandos llegaron a su clímax a mediados del siglo XIX los escritos en los diarios de la época fueron francamente
fuertes, las críticas llegaban al extremo de la descalificación por la
vestimenta y las capacidades intelectuales de un bando y del otro. Claro,
durante el Segundo Imperio se cerraron varios periódicos liberales porque
Maximiliano de plano no aguantó las críticas. Algo que ni siquiera se atrevió a
hacer el mismo Juárez, pues cuando cayó el imperio este presidente protegió a
algunos medios como “El pájaro verde” que hacía unas críticas bastante pesadas
en contra del gobierno del oaxaqueño y muchas con toda la razón del mundo.
La primera vez que la
libertad de expresión quedó en entre dicho sin duda fue en el gobierno de
Porfirio Díaz. Sin embargo, la persecución de opositores fue algo que rara vez
hizo. Usualmente lo que se hacía era sobornar a aquellos que disentían de las políticas
del gobierno. No fue sino hasta principios del siglo XX que empezaron a haber
voces que realmente disentían del régimen porfirista. En esta época las voces
que más sonaban eran las de los hermanos Flores Magón con su periódico “El hijo
del Ahuizote”. La principal consigna de estos periódicos era la sucesión presidencial,
puerta que el mismo Díaz abrió con su famosa entrevista que concedió al
periodista norteamericano James Creelman y que sirvió a los maderistas de
pretexto para luchar por el poder. La persecución contra la prensa opositora
comenzó en este periodo aunque realmente nunca se llegó al asesinato de
periodistas. Lo único que se hacía era arrestarlos y ponerlos en prisión,
algunos escaparon al extranjero y otros continuaron operando en la clandestinidad.
Cuando Díaz renunció al poder en 1911, los diarios que le fueron serviles
criticaron a Madero hasta que se cansaron ejerciendo la libertad de expresión que
nunca tuvieron.
Sin embargo, la represión
más dura en contra de los medios de comunicación fue durante el régimen del
PRI. Durante los gobiernos de dicho instituto político se crearon
principalmente dos mecanismos para controlar a la prensa: la monopolización de
la industria papelera en una empresa del Estado, PIPSA, y la publicidad
oficial. A los periódicos que se salieron del huacal con las críticas en contra
de gobierno se les retiraba la publicidad oficial o se les negaba la venta de
papel. Cuando hicieron su aparición la radio y la televisión, la Secretaría de
Gobernación tenía una oficina que observaba el tono de las notas de los
noticieros y si consideraba que la crítica era muy fuerte se cancelaba sin averiguación.
A diferencia de Porfirio Díaz, estos gobiernos sí llegaron al extremo de llegar
a matar a los comunicadores que criticaban continuamente al gobierno, además de
apresarlos y someterlos a todo tipo de vejaciones y torturas. Quizá el caso más
sonado en los últimos años fue el de Manuel Buendía, asesinado a tiros en 1984
y dicen las malas lenguas que fue Manuel Bartlett, el entonces secretario de
Gobernación. Pero sin duda la prensa mexicana ha pasado por altibajos: desde
libertad de expresión plena hasta la censura. Pero siempre se ha ejercido con
rigor y valentía por muchos.