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viernes, 9 de marzo de 2018

Los orígenes de la corrupción

La corrupción, uno de los grandes males que aquejan a nuestro país se ha normalizado en toda nuestra sociedad y esto es terrible. Todos nosotros en algún momento pensamos que nuestros problemas son recientes, pero esto no es así, aunque muchas personas lo sigan pensando. Son pocos los historiadores los que se han atrevido a documentar lo más vergonzoso de nuestra historia (salvo cuando se dirigen contra cierto partido tricolor) pero los que se han atrevido han descubierto una verdadera cloaca. La peor parte es que en México se admira al punto de la idolatría a los alemanes aunque ignoran que un rey español nacido en Alemania fue el que sentó las bases de las corruptas administraciones gubernamentales que padecemos desde entonces: Carlos V. El monarca español que fue con el que se emprendió la conquista de nuestro continente e ideó una manera efectiva de gobernar su vasto imperio: los fueros, la venta de oficios y obedézcase pero no se cumpla fueron las bases del gobierno de la América Colonial porque según el monarca “así se gobernaba mejor”.
Los fueros fueron concebidos para crear diversas castas ya que el rey pensaba que para gobernar mejor todos debíamos ser diferentes ante la ley. De ese modo existía el fuero indígena (el más importante), el fuero militar, el fuero eclesiástico, el fuero de la nobleza y otros más. Cada grupo tenía sus tribunales especiales en los cuales serían juzgados por los delitos cometidos. También hubo tratos preferenciales, pues los indígenas no podían ser esclavizados, tenían el derecho a tener tierras de manera comunal y pagaban pocos impuestos en comparación con las otras castas. Cuando una persona tenía algún problema con alguien de otra casta tenía que demandarlo en el tribunal especial de la misma y casi siempre fallaban a favor del demandado. Tal era la influencia de los fueros en la vida de la Nueva España que hubo un incidente de tránsito bastante curioso: en el callejón de la Condesa, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, entre el Banco de México y la Casa de los Azulejos, un día entraron dos carruajes y es toparon justo en el centro y ninguno de los dos quería hacerse para atrás porque comenzaron a exhibir sus títulos nobiliarios para ver quién tenía más privilegios; el incidente paralizó la ciudad de tal manera que el virrey tuvo que ir personalmente a pedirles que se movieran. Este sistema duró hasta la promulgación de las Leyes de Reforma, pero en teoría, porque en la práctica no ha cambiado mucho.
El segundo es para asquearse, pues implica una práctica bastante espuria de la que se quejan los opositores del actual gobierno. El rey Carlos V quería darle a los novohispanos la sensación de autogobierno. Además, tenía problemas económicos por las constantes guerras en Europa. Por lo tanto ideó un sistema perverso para tener a todos contentos: todos los puestos públicos (menos el virrey, que lo nombraba el rey) eran subastados al mejor postor. Así, los habitantes tenían la sensación de autogobierno (pues los cargos públicos eran para sus vecinos) y se llenaban las arcas públicas. Como los sueldos eran bajos, los vecinos sobornaban al regidor, al alcalde o al corregidor para obtener personas y que la persona se “ayudara”. Ahora una práctica que muchos creen invento reciente: cuando una persona quería aspirar a un cargo puesto público y no tenía los recursos para adquirirlo los ricos del lugar le prestaban dinero y dado el magro sueldo les devolvían el préstamo en especie: ¡les compraban sus productos y servicios para el ayuntamiento! Lo peor de caso es que nadie se quejaba. Todos eran felices. Esto duró hasta la llegada de los Borbones al trono español cuando se prohibió la venta de cargos públicos y el monarca se reservó el derecho de nombrar a los funcionarios.
El tercer y último punto es igual de perverso que el anterior pues tiene que ver con el cumplimiento de las leyes. Carlos V fue sin duda uno de los gobernantes más apreciados en la historia de la humanidad. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya metido la pata. Como católico ferviente era temeroso de Dios y por eso temía hacer leyes que dañaran a sus súbditos. Y por eso es que cuando firmaba un decreto ponía debajo de su rúbrica “Obedézcase pero no se cumpla”. Obedecer viene de una palabra en latín que significa “escuchar atento”; y él no se cumpla está más que claro: ¡el monarca daba permiso a sus súbditos para desobedecer la ley si no les gustaba! Es de aquí de donde viene la terrible idea de los mexicanos de que la ley es para terceros y no para uno como individuo. Y todo porque el rey estaba temeroso de Dios. Es por eso que los mexicanos tenemos cierto desdén por el cumplimiento de las leyes, pues no era obligatorio respetarlas por orden del mismo monarca.
Sin querer, el rey Carlos V, convirtió a la sociedad novohispana en una sumamente corrupta pues los tres pilares del gobierno eran corrupción pura. Teóricamente se han intentado erradicar los vicios pero en la práctica ha sido muy difícil por no imposible. Los tres pilares fundamentales con los que Carlos V decía que así se gobernaba mejor son sin duda la base del ser nacional y que tenemos que analizar con frialdad para dar la vuelta a la página.    

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