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domingo, 14 de octubre de 2018

Madero, apóstol del caos


Mucho se nos ha enseñado que Francisco Ignacio Madero Gonzáles era el modelo de perfección que debía alcanzar un político. Yo la verdad es que tengo motivos bastante fuertes para discrepar de esa afirmación por lo que ha significado su movimiento al día de hoy. El orden y el progreso alcanzados durante el Porfiriato se fueron al traste y de hecho el país se ensangrentó durante al menos 30 años al traer de regreso los golpes de Estado y ahora con un agravante de que trajeron el magnicidio como una forma efectiva para quitar enemigos del camino. Él fue sin duda la primera víctima de los demonios que ya habían quedado atrás y que volvieron a quedar sueltos. El principal problema de Madero era su forma de ser impulsiva y que finalmente lo llevó a terminar de esa forma tan terrible, que tal vez fue a traición, pero finalmente fue algo que jamás pudo controlar.
El “Apóstol de la Democracia” nace el 30 de octubre de 1873 en la hacienda de El Rosario, en el municipio de Parras de la Fuente, en Coahuila. Madero era el apellido de una de las familias más ricas del país, grandes latifundistas y dueños de muchas de las industrias del país, incluyendo la producción de vino, pues la Casa Madero existe desde la Colonia y fue la base de su fortuna. Francisco I. Madero fue enviado a estudiar negocios al Liceo de París, donde se aficionó al espiritismo. Esto gracias a la adquisición de los libros de Alan Kardec, un famoso espiritista francés que escribió tratados en la materia. A partir de entonces “Apóstol de la democracia” empezó a elaborar sus tesis de gobierno que llevaría a la práctica más adelante. Se aficionó aún más cuando asistió a la Escuela de Negocios de la Universidad de Berkeley, en California mientras estudiaba administración de empresas. Las sesiones espiritistas de Madero lo convirtieron en vegetariano y un caritativo empedernido, aunque siempre fue una persona de carácter débil y bastante impulsivo. Desde luego, por obvias razones se ha ocultado esta faceta de Madero ya que el saber esto cambia el panorama.
Al regresar a nuestro país, Madero se hizo cargo de la hacienda de su familia en La Laguna, donde se dedica a la producción de algodón. La familia Madero era conocida por dos motivos en el noreste: por sus obras de caridad y por oponerse a la imposición de gobernadores por parte del presidente de la república, Porfirio Díaz, y de Bernardo Reyes, el gobernador de Nuevo León. Con estos antecedentes se involucra en las cuestiones políticas. Con el fin de buscar consejo, Madero “invocó” en sesiones espiritistas a un hermano suyo que murió a temprana edad debido a un trágico accidente, los  fantasmas de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Benito Juárez y un hombre de nombre José. Básicamente le dijeron que debía dedicarse de llena a la política para resolver los apremiantes problemas que la mayoría de los mexicanos padecían entonces. Así, en 1908 fundó el Partido Nacional Antirreeleccionista para postularse a la presidencia en las elecciones de 1910. Varias veces fue encarcelado por sus críticas al régimen. Ahí es cuando escribe su famoso libro “La sucesión presidencial de 1910”, que tengo entendido que hizo en “sintaxis”, pues uno de los espíritus se lo “dictó”.
Poco antes de las elecciones de 1910 fue capturado en San Luis Potosí para evitar su participación en los comicios. Este fue el pretexto que finalmente llevó a Madero a lanzar su convocatoria para una lucha armada para el 20 de noviembre de 1910, poniendo fin a 30 años de estabilidad y prosperidad. Lo que inició más adelante fue una serie de golpes de Estado, pero ahora con un elemento bastante lesivo, pues el magnicidio se volvió el deporte de los políticos mexicanos. La Revolución Maderista llevó a nuestro país al atraso. Era cierto que el régimen Porfirista distaba de ser perfecto, y basta con ver la situación de la mayoría de la población de entonces. Cabe mencionar que eso no fue exclusivo de nuestro país, pues en los países más industrializados de Europa o en Estados Unidos las condiciones sociales no eran muy distintas a las de México, pero en esos lugares fueron resolviendo esos problemas con el paso del tiempo. En México, además del persistente atraso, los ferrocarriles, los puertos y muchas industrias se fueron al caño gracias a la demagogia de los sucesores de Díaz. Bien dice Enrique Krauze que Díaz era una hermana de la caridad en comparación con los sonorenses (Obregón y Calles”. En mi opinión, Madero fue la peor clase de tonto, que es el que tiene iniciativa, pues llevó al país una guerra civil que llevó a un grupo de mafiosos al poder y que nos sumió en un profundo atraso.  


martes, 2 de octubre de 2018

Mafiosos en el poder


El crimen organizado, un tema que nos parece muy nuevo, pero como muchas otras cosas, temo que no es así. Pero en esta ocasión dedicare mi espacio a políticos verdaderamente despreciables como Álvaro Obregón o Plutarco Elías Calles, unas verdaderas fichas, por mencionar algunos ejemplos. Considero que es un tema interesante y escabroso al mismo tiempo pero que en mi opinión puede darnos una idea de lo sucedido en el país en nuestro tiempo. El siglo XX fue el siglo de magnicidio sin duda, y algo parecido a una familia del crimen organizado fue el Partido Revolucionario Institucional, según la interpretación de Enrique Krauze. Si leyeron “La presidencia imperial” no tengo la menor duda de que saben de lo que estoy hablando. El crimen organizado no es un tema que disfrute (si lo fuera, sin duda hablaría del narco) pero para mí los verdaderos criminales de este país usaron traje y corbata como ciertos políticos.
Hablando de criminales, es conveniente hablar primero de los sonorenses, el grupo triunfador de la Revolución. Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, los capos de este grupo terminaron por matar a sus propios aliados y un magnicidio fue lo que los llevó al poder en primer lugar. Los sonorenses tuvieron que liquidar a Venustiano Carranza cuando decidió que en las elecciones de 1920 el candidato sería un ingeniero llamado Ignacio Bonillas y no Obregón. Así comenzó una historia de asesinatos. Después de Carranza, el siguiente objetivo fue Francisco Villa en 1923 solo porque decidió apoyar la candidatura de Adolfo de la Huerta y no la de Calles. A esto hay que sumar el hecho de que fueron asesinados los antiguos oficiales del ejército de Obregón como Rafael Buelna, Manuel Diéguez y Fortunato Maycotte durante la Rebelión Delahuertista entre 1923 y 1924. Finalmente llegó lo inevitable pues en 1928 fue electo nuevamente presidente Álvaro Obregón y fue asesinado durante una comida en San Ángel por obra de Calles solo para que este último pudiera subir al poder. El poder, lo que mueve los hilos de los políticos en todo el mundo, pero en nuestro país es el deporte nacional de la clase política.
La segunda parte de la dinastía de los sonorenses fue llevada a cabo por Plutarco Elías Calles, “El Jefe Máximo de la Revolución”. Y se llamó “El Maximato” el último periodo de nuestra historia en que los destinos nacionales fueron decididos por una sola persona. Calles era un hábil orador y tenía el don de la persuasión, que los utilizó para ser el poder detrás del trono durante los mandatos de tres presidentes. Para lograrlo se deshizo de Obregón e impuso a sus lacayos en la presidencia usando argucias como el fraude electoral. Para controlar a las personas a las que imponía en el poder se incluía en el gabinete y cuando sentía que las cosas se salían de su huacal hacía renunciar a todos los secretarios de Estado. Pascual Ortiz Rubio no aguantó la presión y termino por renunciar a la presidencia. Abelardo Rodríguez, el sucesor de Ortiz Rubio, únicamente dejó que Calles tomara las decisiones a cambio de poder gastar el dinero del presupuesto a manos llenas. Pero nada dura para siempre y Lázaro Cárdenas, el sucesor de Rodríguez, no resistió la presión pero en lugar de huir maniobró para hacer a un lado a Calles. Cárdenas finalmente envió al exilio a Plutarco Elías Calles para finalmente quedarse con todo el poder para el solo.
Desde luego que partir de entonces se institucionalizo esta familia de gánsteres, que tenían como principal premisa guardar sus secretos más oscuros bajo doble llave en el fondo de un armario. Lázaro Cárdenas también ordenó la realización de un fraude electoral para afianzar el poder de su partido durante sesenta años más, más lo que se acumularon en la década previa hasta sumar 70. Los gobiernos que destacan en este periodo son los de Miguel Alemán y el de Carlos Salinas de Gortari. En la administración de Miguel Alemán (1946-1952) fue cuando el robo a las arcas públicas se volvió cosa de todos los días. Es cierto que en aquellos años hubo un crecimiento económico sin igual, pero también se hicieron grandes fortunas al amparo del gobierno, incluso la de los Alemán. Pero el gobierno del que actualmente se dice que fue bastante mafioso fue el de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) debido a los desvíos de fondos de parte de su hermano Raúl y los asesinatos que ocurrieron en la recta final de su administración y que se le achacan. A Salinas se le achacan muchos de los males que acontecen en los tiempos recientes, aunque no puede decir que tan ciertos o falsos son dichas afirmaciones realmente. No dudo que el gobierno de Salinas fue corrupto, como muchos lo fueron antes y después que él, incluso se dice que fue el peor presidente de la historia, aunque opino que antes y después que él hubo otros peores. En fin, los gobiernos mafiosos fueron bastante frecuentes, y parece que así ser durante un largo tiempo.