Mucho se nos ha enseñado
que Francisco Ignacio Madero Gonzáles era el modelo de perfección que debía alcanzar
un político. Yo la verdad es que tengo motivos bastante fuertes para discrepar de
esa afirmación por lo que ha significado su movimiento al día de hoy. El orden
y el progreso alcanzados durante el Porfiriato se fueron al traste y de hecho
el país se ensangrentó durante al menos 30 años al traer de regreso los golpes
de Estado y ahora con un agravante de que trajeron el magnicidio como una forma
efectiva para quitar enemigos del camino. Él fue sin duda la primera víctima de
los demonios que ya habían quedado atrás y que volvieron a quedar sueltos. El principal
problema de Madero era su forma de ser impulsiva y que finalmente lo llevó a
terminar de esa forma tan terrible, que tal vez fue a traición, pero finalmente
fue algo que jamás pudo controlar.
El “Apóstol de la
Democracia” nace el 30 de octubre de 1873 en la hacienda de El Rosario, en el
municipio de Parras de la Fuente, en Coahuila. Madero era el apellido de una de
las familias más ricas del país, grandes latifundistas y dueños de muchas de
las industrias del país, incluyendo la producción de vino, pues la Casa Madero
existe desde la Colonia y fue la base de su fortuna. Francisco I. Madero fue
enviado a estudiar negocios al Liceo de París, donde se aficionó al
espiritismo. Esto gracias a la adquisición de los libros de Alan Kardec, un
famoso espiritista francés que escribió tratados en la materia. A partir de
entonces “Apóstol de la democracia” empezó a elaborar sus tesis de gobierno que
llevaría a la práctica más adelante. Se aficionó aún más cuando asistió a la
Escuela de Negocios de la Universidad de Berkeley, en California mientras
estudiaba administración de empresas. Las sesiones espiritistas de Madero lo
convirtieron en vegetariano y un caritativo empedernido, aunque siempre fue una
persona de carácter débil y bastante impulsivo. Desde luego, por obvias razones
se ha ocultado esta faceta de Madero ya que el saber esto cambia el panorama.
Al regresar a nuestro país,
Madero se hizo cargo de la hacienda de su familia en La Laguna, donde se dedica
a la producción de algodón. La familia Madero era conocida por dos motivos en
el noreste: por sus obras de caridad y por oponerse a la imposición de
gobernadores por parte del presidente de la república, Porfirio Díaz, y de
Bernardo Reyes, el gobernador de Nuevo León. Con estos antecedentes se
involucra en las cuestiones políticas. Con el fin de buscar consejo, Madero “invocó”
en sesiones espiritistas a un hermano suyo que murió a temprana edad debido a
un trágico accidente, los fantasmas de
Miguel Hidalgo, José María Morelos, Benito Juárez y un hombre de nombre José. Básicamente
le dijeron que debía dedicarse de llena a la política para resolver los
apremiantes problemas que la mayoría de los mexicanos padecían entonces. Así,
en 1908 fundó el Partido Nacional Antirreeleccionista para postularse a la
presidencia en las elecciones de 1910. Varias veces fue encarcelado por sus
críticas al régimen. Ahí es cuando escribe su famoso libro “La sucesión presidencial
de 1910”, que tengo entendido que hizo en “sintaxis”, pues uno de los espíritus
se lo “dictó”.
Poco antes de las
elecciones de 1910 fue capturado en San Luis Potosí para evitar su participación
en los comicios. Este fue el pretexto que finalmente llevó a Madero a lanzar su
convocatoria para una lucha armada para el 20 de noviembre de 1910, poniendo
fin a 30 años de estabilidad y prosperidad. Lo que inició más adelante fue una
serie de golpes de Estado, pero ahora con un elemento bastante lesivo, pues el
magnicidio se volvió el deporte de los políticos mexicanos. La Revolución
Maderista llevó a nuestro país al atraso. Era cierto que el régimen Porfirista
distaba de ser perfecto, y basta con ver la situación de la mayoría de la población
de entonces. Cabe mencionar que eso no fue exclusivo de nuestro país, pues en
los países más industrializados de Europa o en Estados Unidos las condiciones
sociales no eran muy distintas a las de México, pero en esos lugares fueron
resolviendo esos problemas con el paso del tiempo. En México, además del
persistente atraso, los ferrocarriles, los puertos y muchas industrias se
fueron al caño gracias a la demagogia de los sucesores de Díaz. Bien dice
Enrique Krauze que Díaz era una hermana de la caridad en comparación con los
sonorenses (Obregón y Calles”. En mi opinión, Madero fue la peor clase de
tonto, que es el que tiene iniciativa, pues llevó al país una guerra civil que
llevó a un grupo de mafiosos al poder y que nos sumió en un profundo atraso.
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