Estamos a 150 años del
fusilamiento de Maximiliano, Tomás Mejía y Miguel Miramón en el Cerro de las
Campanas en Querétaro. A lo largo de este siglo y medio de su muerte debemos
hacer una reflexión de lo que ha sido nuestro país en todo ese tiempo. Hemos pasado
por grandes procesos reformadores para bien o para mal (más mal que bien) en
ese tiempo que ha transcurrido. Pero antes de retomar esa lucha entre
monarquistas y republicanos me temo que se puede comprobar leyendo este blog
que yo me inclinó por los primeros debido a la falta de patriotismo de los
segundos. Además, nuestros presidentes hasta bien entrado el siglo XX se
comportaron como auténticos monarcas, desde Santa Anna hasta Salinas. Y considero
importante el hacernos estas preguntas debido a que en nuestro país la
república no parece cuajar del todo y esto nos ha impedido tener una economía y
un gobierno funcional. Y tengo bastantes motivos para pensar que las cosas no
son tan lindas como lo cuentan los libros de historia.
Como muchos de ustedes
recordaran, la victoria de los liberales sobre los conservadores tras la
batalla de Calpulalpan en 1861 fue gracias al apoyo del gobernó norteamericano.
Esto es algo que pocos saben, pues en buena medida los masones (que fundaron
Estados Unidos) han sido los responsables de nuestras desgracias. Los conservadores
encabezados por Miramón, enviaron una delegación a Francia para entrevistarse
con Napoleón III, el emperador de ese país. Este, influido por su esposa,
aceptó intervenir en México. Buscando algún miembro de la realeza a quienes
ofrecerles la corona se encontró con Maximiliano y Carlota, los virreyes de la
provincia de Lombardía (entonces era territorio austriaco). Cabe mencionar que
la que tenía ansias de poder era Carlota, pues ella desde joven fue educada
para gobernar, algo que no era del todo compartido por su esposo. Ellos vivían
en el Castillo de Miramar, muy cerca de Trieste, Italia, donde el despacho de
Maximiliano parecía el de un buque de guerra, ya que navegar era la pasión del
desdichado emperador. A pesar de esto, a ellos dos los prefiero sobre la mayoría
de los republicanos y liberales (a excepción de Ignacio Ramírez y Porfirio
Díaz) pues tenían grandes proyectos para nuestro país que de haber cuajado
nuestra historia sería otra.
Miguel Miramón era un
oficial del ejército, siendo uno de los mejores estrategas que ha habido en
nuestro país. Era cadete del Colegio militar y estuvo presente en el asalto de
las tropas norteamericanas el 13 de septiembre de 1947 pero fue borrado como “Niño
Héroe” por ser afiliado al Partido Conservador, cuyos miembros con considerados
los “villanos de la historia”. Algo que sí tengo que decir es que Miramón era
un patriota en el más amplio sentido de la palabra, pues siempre se opuso a la
injerencia de Estados Unidos en nuestros asuntos. El ofrecimiento de la corona
de México a Maximiliano y Carlota no debe ser considerado una traición a la
patria porque en aquella época era bastante común ofrecer el trono de algún país
a príncipes extranjeros. Como lo dije en entradas anteriores, la república fue
impuesta a base de un golpe de Estado contra Iturbide perpetrado por Santa
Anna, uno de los personajes más detestables de nuestra historia. Y también es
cierto que en la época de Juárez buena parte de la población mexicana deseaba
la monarquía, y esto es ignorado olímpicamente por los “republicanos” y “demócratas”
liberales. De hecho, Maximiliano solicitó a la legación mexicana que le ofreció
el trono un plebiscito en el que se demostrara que los mexicanos querían un
monarca. Los conservadores tuvieron que mentir puesto que en ese momento un
plebiscito no era posible pues los nada demócratas liberales no lo habrían permitido.
En mi opinión, Maximiliano quedó en medio de las intrigas de los liberales
mexicanos, del emperador francés y del gobierno norteamericano. Cabe destacar
que es posible que Maximiliano presintiera todo esto y por eso retrasara mucho
tiempo su viaje a México y creo que solo lo convencieron las suplicas de
Carlota.
Muchas personas
concuerdan con el hecho de que Maximiliano fue presa de una red de intrigas que
lo llevaron al paredón. La verdad, creo que no falta razón a estas
afirmaciones. Sin embargo, hay algunas cuestiones que no dicen acerca del
desdichado emperador y tiene que ver con los indígenas. Creo que el más
destacado de ellos fue Tomás Mejía, un otomí originario de la Sierra Gorda de
Querétaro y que fue fusilado al lado de Maximiliano y Miramón. Si bien se habla
de los Zacapoaxtlas en la batalla del 5 de mayo, estos fueron reclutados por
medio de la leva; la mayoría de los indígenas lucharon del lado de los
imperialistas porque la Ley de Desamortización no reconocía la propiedad
comunal de la tierra, sistema que se había mantenido desde la época prehispánica
y que se había preservado durante la Colonia. Desde luego que el emperador les
dio garantías a los indígenas y Carlota estaba muy bien informada sobre la explotación
que sufrían los indios en Yucatán durante una visita de la pareja imperial a
Mérida. En realidad ha cosas que nunca entenderé del todo puesto que los bandos
siempre tomaron acciones contrarias a las ideas que decían profesar. En este
caso, los liberales terminaron por aplicar los principios de los conservadores
en lo referente al orden español. En realidad los cimientos de nuestras
desgracias actuales se fundaron en buena medida en la muerte de Maximiliano y
para muestra un botón, una frase del liberal Ignacio Ramírez “el Nigromante”,
uno de los principales críticos de las políticas de Juárez: “Estábamos mejor
cuando estábamos peor”. Y nada lo puede resumir mejor.
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