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domingo, 26 de noviembre de 2017

Consecuencias de la Revolución

Muchas cosas se han dicho acerca de la Revolución y sus consecuencias en la vida nacional. En realidad temo decir que las consecuencias fueron a la larga más dañinas que benéficas aunque durante décadas se hizo creer lo contrario a la población. El régimen resultante de una década de guerras civiles y luchas por el poder tenía que justificarse de algún modo. Y lo hicieron tan bien que aun hoy en día se puede ver la defensa a ultranza de los supuestos beneficios del régimen, aunque el partido que lo encarnó es el más odiado del país, pero la gente no puede dejar atrás dichas taras históricas. Esto habla del adoctrinamiento del régimen en el que al parecer todavía se defienden los principios del régimen a pesar de que la evidencia muestra fallas de origen y por eso no funciona. El desconocimiento histórico y la falta de interese por adquirir los conocimientos hacen extremadamente difícil sino que virtualmente imposible romper con ellos.
Para dimensionar el problema es necesario analizar cómo se formaron los monstruos que encarnó el régimen para obtener el control. El primero de ellos es el sindicalismo que lo único que hizo fue dañar la economía de modo bastante grave y no ayudó a mejorar la condición de la mayoría de los trabajadores. Este se formó inmediatamente después de la victoria de los sonorenses, siendo que esto sucedió de la mano de Álvaro Obregón. En 1913, Obregón hace un pacto con la Casa del Obrero Mundial con lo que se formaron los batallones rojos que no fueron del todo agradables para el Primer Jefe. Una vez que Obregón estuvo en el poder, les dio a los sindicatos manga ancha para operar con impunidad. Así, los líderes sindicales pudieron enriquecerse escandalosamente, acceder a cargos públicos y todo con impunidad absoluta. Para poner en cintura a los opositores se incluyó una cláusula de exclusión para que no solo fueran expulsados del sindicato sino que fueran despedidos de su trabajo. Esto se consolidó durante el gobierno de Lázaro Cárdenas porque fue el que ató definitivamente a los sindicatos al poder presidencial. Esto los dotó de un poder inmenso que los ayudó a obtener prestaciones exageradas a cambio de apoyo electoral al partido oficial. Sin embargo, esto también contribuyó a destruir empresas además de contribuir a su ineficiencia como lo recordaran los mexicanos mayores. Además, muchos trabajadores de las empresas dedicadas a su extracción obtuvieron privilegios inaceptables que con el tiempo las dañaron de forma irremediable. Aunque los trabajadores en general siguieron en muchos casos teniendo condiciones de trabajo miserables mientras una casta privilegiada era la que obtenía los beneficios. Además, muchos sindicatos, gremios empresariales obtuvieron un poder para chantajear al gobierno: un tiempo fueron los ferrocarrileros, después los maestros y un número significativos de políticos cedieron a dichas presiones. Además de los sindicatos, gremios empresariales, centrales campesinas y otros grupos del llamado “sector popular”  son parte de ese saqueo del que ha sido víctima nuestro país durante largo tiempo.
El segundo gran fracaso de la Revolución fue la Reforma Agraria, tema del cual ya se ha hablado en este espacio con anterioridad. Es cierto que se ha explicado cómo fue que se inició el despojo de tierras durante la Reforma y el Porfiriato. Sin embargo, el modo en el que se hizo la reforma agraria lo único que se logró fue llevar el campo a la ruina. Lázaro Cárdenas la llevó a cabo para consolidar su poder político luego de la expulsión de Calles del país. Lo que hizo Cárdenas fue dividir las tierras de los grandes latifundios a una escala nunca antes vista. La idea era que le tocara un trozo de tierra a cada agricultor y de ese modo colectivizar el trabajo en las zonas rurales. Además de todo, también se creyó que dando créditos sin intermediarios se iba a hacer productivo al campo. De cualquier manera, se equivocó, pues la mayoría de los ejidos (la unidad básica de producción ideada por el gobierno de Cárdenas) empobrecieron a la mayoría de los campesinos de una manera mucho mayor que cuando estaban atados a las haciendas. Esto es una demostración de cómo es que el camino al infierno está lleno de buenas intenciones. Sin embargo, la reforma agraria es considerada como uno de los grandes logros de la Revolución a pesar de que la promesa de mejorar la vida rural en nuestro país no se cumplió. En realidad este es uno de los mayores ejemplos de la demagogia revolucionaria y que a la postre resultaría en el empobrecimiento de la mitad de la población mexicana.
El último tópico que es motivo de controversia es el relativo a la posesión de los recursos naturales consagrado en el polémico artículo 27. Si se analiza bien es evidente que esto no es cierto o que los mexicanos no tienen un mejor nivel de vida. La expropiación petrolera, las concesiones mineras y otras explotaciones de recursos naturales han servido para que un puñado de políticos y empresarios se enriquecieran dilapidándolos de manera escandalosa. De lo que sí podemos tener certeza es que los recursos naturales son del gobierno y de los sindicatos, ya que políticos y líderes sindicales que han hecho una fortuna mal habida. Además, muchos trabajadores de las empresas dedicadas a su extracción obtuvieron privilegios inaceptables que con el tiempo las dañaron de forma irremediable.

Es decir, con lo anterior hay que decirlo: la Revolución solo benefició a unos cuantos, es más, a eso no se le puede llamar revolución. Solo fue una serie de luchas intestinas de diferentes grupos por el poder y que llevó a una élite corrupta al poder únicamente para lucrar con él. En un país con 50 millones de pobres la evidencia es más que clara al mostrar el fracaso de la Revolución. 

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