La traición a la patria
es uno de los estigmas más espantosos que una persona puede tener en vida o después
de la muerte. Y por otro lado, hay personajes de nuestra historia que tienen el
estigma de traición a la patria de manera inmerecida y otros que lo deberían tener.
Según la historia oficial solo hay dos personajes que cargan con ese peso en su
espalda: Antonio López de Santa Anna y Porfirio Díaz. De los dos el único que
merece ese mote es Santa Anna y de eso hablare en un momento. Lo que sí puedo
asegurar, es que casi, si no es que todos, los grandes traidores a nuestra
patria fueron masones yorkinos que pusieron por delante sus ansias de poder y
llegaron a hacer concesiones que ponían en alto riesgo la soberanía nacional
para conservar el poder por el poder. Entre los personajes que hicieron lo
anterior están algunos de los grandes héroes y el más reconocido fue Benito Juárez
y en un momento explicare por qué pienso de ese modo.
El primero de esos
documentos vergonzosos de los que estoy hablando son los Tratados de Velasco,
firmado por Santa Anna. Y no lo hizo porque
era masón sino por algo igual de ruin: salvar su vida. Recordemos la
Guerra de Independencia de Texas que Santa Anna perdió por su enorme
incompetencia ya que fue capturado por las tropas de Sam Houston mientras
dormía la siesta y sus tropas estaban descuidadas. Al darse cuenta, el
presidente huyó del campo de batalla para posteriormente ser capturado de una
forma por demás estúpida. Santa Anna siempre era el primero en ofrecer su vida
en diferentes episodios para “salvar a la patria” pero en realidad era por su
necesidad de vanagloriarse y cabe destacar que este tipo de personas suelen ser
muy cobardes. Debido a lo ocurrido en El Álamo los texanos pedían la cabeza de
Santa Anna y Houston se aprovechó de esto para obtener la rendición incondicional
de los mexicanos. A cambio, Houston ofreció a Santa Anna que se iba a respetar
su vida. Y el jefe del ejército texano también exigió que el gobierno mexicano
reconociera la independencia de Texas y el intermediario de dicho documento fue
nada y nada menos que Andrew Jackson, el presidente de Estados Unidos e
interesado en anexionar el enorme territorio a
su país. Ese fue el Tratado de Velasco que su Alteza Serenísima firmó
para salvar su asquerosa vida.
El segundo documento que
se puede considerar como vergonzoso es el Tratado McLane-Ocampo durante la
Guerra de Reforma. El “Benemérito de las Américas” estaba desesperado porque
los conservadores parecían imbatibles gracias a las habilidades militares de
Miguel Miramón que tenía a raya a los liberales. Para tratar de ganar el apoyo
de los norteamericanos Juárez hizo lo mismo que otros masones: puso a nuestro país
de tapete. Para hacerlo hizo que su ministro de Relaciones Exteriores, Melchor
Ocampo, le entregara al secretario de Estado Robert McLane un documento en el
que el gobierno mexicano cedía el paso por territorio nacional a civiles y
tropas de nuestro vecino del norte desde varios de la frontera a varios puertos
de la costa del Pacífico y a través del Istmo de Tehuantepec con permiso para
poseer tierras, portar armas, matar y, en el caso de los militares, hacerlo sin
previo aviso. Este vergonzoso documento no fue ratificado (para nuestra
fortuna) debido a que en Estados Unidos estaban en vísperas del estallido de la
Guerra Civil y no querían aumentar el poder de los estados del sur. El documento
vergonzoso fue entregado el 4 de diciembre de 1859. A pesar de esto, los
norteamericanos le prestaron ayuda a los liberales durante el asalto por parte
de Miramón con barcos de vapor y que fue detenido por la marina de Estados
Unidos. Lo anterior es la prueba de que Benito Juárez no era el patriota que
pintan en la historia oficial.
El último documento
vergonzoso en nuestra historia son los Tratados de Bucareli firmados por Álvaro
Obregón en 1924. Desde 1917 muchos empresarios norteamericanos estaban
preocupados por lo establecido en el artículo 27 de la constitución en lo que
respecta a los recursos naturales. Lo que no querían los yankees era no perder
su capital y buscaban evitar la nacionalización de la industria petrolera
argumentando que sus concesiones fueron dadas por don Porfirio y la ley no
puede ser retrospectiva. Por otra parte, Obregón imponía a Plutarco Elías
Calles en la presidencia mientras sus antiguos oficiales de su ejército
apoyaban a Adolfo de la Huerta para la amada silla. En un primero intento los
norteamericanos se acercaron con de la Huerta quien rechazó tajantemente
cualquier trato con gobiernos extranjeros. Entonces se acercaron a Obregón que
les ofreció el tratado a cambio de su apoyo para detener a los rebeldes. El resto
ya lo saben pues gracias los aviones norteamericanos fue que Obregón pudo poner
en paz a los golpistas. Con esta rebelión Obregón pagó mal a sus antiguos
oficiales que habían intercedido en varias ocasiones para salvar la vida pues
los mandó fusilar de uno por uno. Pero sobre todas las cosas se obtuvieron los
resultados esperados: los norteamericanos protegieron sus inversiones de
hidrocarburos por 14 años más y Obregón pudo imponer a Calles en la presidencia
sin problemas para que le guardara el puesto por el cuatrienio. Con esto queda
demostrado que hubo gobernantes que vendieron el país con tal de tener poder y
conservarlo mucho tiempo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario