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lunes, 24 de julio de 2017

El conflicto cristero

La Guerra Cristera fue el último conflicto armado de la historia de nuestro país y realmente se conoce muy poco acerca de sus repercusiones. Este conflicto en mi opinión fue provocado por la intolerancia y ambición de poder por parte de los jerarcas de la Iglesia Católica y los políticos. Y es que viendo todo desde una perspectiva objetiva ambas partes vieron por sus intereses y no por el de los demás. Los excesos cometidos de un lado y del otro están bien documentados y me hace pensar que el fanatismo de un lado y del otro ha sido muy dañinos para todo el país. Aunque no voy a justificar las acciones de la iglesia me temo que el estado como rector de la sociedad no lo ha hecho mejor y en la época actual aún se puede ver los resultados de su intervención. Nuestro país tienen paradojas bastante curiosas: durante la Reforma y la Revolución se habló de la libertad de cultos y solo se persiguió a la Iglesia Católica de manera inmisericorde.
Las causas del conflicto fueron las leyes emanadas de la Constitución de 1917 y en serio no rayaban en lo ridículo, sino que eran ridículas. A principios de los años 20, es decir, inmediatamente después de la Revolución, se hablaba de libertad de cultos en la ley suprema. Sin embargo, considero que va en contra de la libertad de cultos el hostilizar a un grupo religioso solo para ganar poder político. Esto se hizo durante la Reforma solo para ganar el apoyo diplomático del gobierno norteamericano. Yo no soy un católico devoto, sino lo contrario, y aunque no fuera no puedo no decir que la Iglesia Católica no ha sido una hermana de la caridad: la Santa Inquisición, el encubrimiento de ministros pederastas y la censura han sido constantes a lo largo de su historia. Sin embargo, tampoco se pueden negar los logros del clero católico pues ellos fundaron buena parte de las instituciones de educación superior reconocidas a nivel mundial como Harvard, Yale y Georgetown en Estados Unidos y la Universidad Iberoamericana en nuestro país. Además debemos recordar que la independencia de nuestro país fue iniciada por curas y el negar esto es negar buena parte de nuestra historia. La hostilización hacia la Iglesia Católica tuvo su auge con la Reforma, que supuestamente defendía la libertad de cultos y sin embargo hostilizaron a la Iglesia hasta que se cansaron solo para obtener el favor del gobierno de Estados Unidos asegurado. Y esta misma tónica fue usada por Calles y sus compinches para perseguir a los católicos como si fueran romanos.
Uno de los personajes más siniestros de esos turbulentos tiempos fue el gobernador de Tabasco de nombre Tomás Garrido Canabal. La orden dada a sus compinches fue que quemaran las iglesias “de ser posible con el cura dentro”. No en pocas ocasiones cumplieron la orden completa. Canabal fue el más radical de los anticlericales en la historia de nuestro país y eso le valió hacerse de numerosos enemigos. Tan malvado era que no le importaba masacrar a la población en las ruinas de las iglesias. Sin embargo, no fueron las únicas iniciativas. En otros estados se limitó el número de sacerdotes por determinada cantidad de habitantes y se restringieron los sacramentos de manera ridícula. Con todo esto se pretendía reducir el número de católicos en el país pero lo que no esperaban era provocar una rebelión. El argumento era que la Iglesia Católica es la cusa del atraso en que vive nuestro país hasta el día de hoy lo cual no considero del todo cierto. La verdadera razón de esta hostilización era quedar bien con el gobierno norteamericano y de ese modo afianzar el poder. Además de todo, también les dieron preferencia a los protestantes para ocupar cargos públicos aun siendo ministros, ocupaban este tipo de puestos a sabiendas de que ningún ministro religioso puede hacerlo por mandato constitucional. Todo lo anterior se hacía desde tiempos de Carranza cuando sus tropas entraban a las iglesias y destruían todo lo que podían y permitió a los ministros protestantes ocupar cargos públicos.

Los cristeros, por su parte, tampoco eran unas hermanitas de la caridad pue ellos también cometieron algunos excesos. Ellos no se tentaron el corazón para matar en el nombre de dios y masacrar maestros para “evitar la entrada de millones de niños al infierno” pues consideraban que “era mejor morir ignorante y en el cielo” que “ilustrado y en el infierno”. Entre los incidentes más graves está sin duda el atentado en contra de Álvaro Obregón en 1927 que intentó realizarse con una bomba. Por este crimen fue fusilado de manera injusta el cura zacatecano Miguel Agustín Pro junto con sus hermanos a pesar de no estar comprobada su participación en el intento de asesinato del Manco de Celaya. Evidentemente, fallaron. Los dirigentes católicos creían que Obregón era el que hostilizaba a la Iglesia, sin embargo, este era Calles y la base del error era que creían que este último solo era pelele de Obregón. La versión de que León Toral fue el asesino del Manco de Celaya sigue la misma corriente de que era este el que hostilizaba a la iglesia. Algo que tampoco se dic es que cuando llegaron los acuerdos de paz el gobierno no respetó el convenio de dar amnistía a los rebeldes y en muchas ocasiones los llevaron al paredón. Además, la hostilización hacia la Iglesia continúo hasta fines de los años treinta pues los siguientes presidentes hasta Lázaro Cárdenas. Aunque también tengo que aclarar que la iglesia no aceptaba la separación del estado pues perderían privilegios. Esto también fue en parte la causa de la Guerra de Reforma sesenta años antes. Con todo esto y si se suma la intolerancia del otro bando no es de extrañarse que las cosas reboten de ese modo. Ninguno de los dos grupos beligerantes en la Guerra Cristera veía por el bien de la nación sino por tener privilegios y esto es algo común en nuestro país: ambas partes querían poder y lo veían como un patrimonio, es decir, un fin, no un medio que es lo que debe ser. Y por esto provocaron el conflicto más sangriento de la historia de nuestro país. 

jueves, 13 de julio de 2017

Demagogia agraria


La Reforma Agraria prometida durante tiempos en que Francisco I. Madero se alzó contra Porfirio Díaz y que tomó forma durante la administración de Lázaro Cárdenas es el tema que quiero tratar. Este fue uno de los principales baluartes del gobierno revolucionario para justificar y legitimar su régimen. También es sabido por todos que en nuestras clases de historia  en la escuela nos enseñan que esta reforma ayudó a los campesinos a salir de su condición de penes en las haciendas y ahora con las tierras repartidas por el gobierno mejoraría sus condiciones de vida. Sin embargo, en la época en la que vivimos la mayoría de la gente del campo vive en la miseria y la mayor parte de los mexicanos le atribuyen la responsabilidad a las políticas económicas de Carlos Salinas de Gortari, aunque yo tengo motivos para pensar que eso tuvo repercusiones mínimas. Sin embargo, al empezar a leer algunos libros de historia, sobre todo de historiadores extranjeros, que señalan que la causa del problema radica en el modo en que se realizó la Reforma Agraria durante la institucionalización de la Revolución.
Hay un relato de un campesino que no quiso aceptar las tierras que el gobierno de Plutarco Elías Calles estaba repartiendo, pues pensaba que iban a tener un costo. “No cuestan nada”, le decían sus conocidos; “Eso es lo que ustedes creen”. En eso estalla el conflicto Cristero y a los que aceptaron la tierra se los llevaron en la leva y el campesino que no aceptó su parcela dijo: “Ese es el costo de la tierra”. El anterior relato lo tomé del libro “La Revolución Mexicana” del historiador francés Jean Meyer en el capítulo referente a la Guerra Cristera. Algún relato parecido me han comentado que viene en el libro de John Kenneth Turner “México Bárbaro”, pero no lo he rectificado. Lo que sí me queda muy claro es el hecho de que las tierras repartidas no eran de ningún modo gratis. Jean Meyer, evidentemente, documentó que los gobiernos de Álvaro Obregón y el ya mencionado Calles reclutaron a los campesinos beneficiarios del reparto mediante la leva para combatirá la Rebelión Delahuertista primero y a los cristeros después. En la década siguiente Lázaro Cárdenas utilizó el reparto agrario para afianzar su poder al hacer que los campesinos que quisieran tierras tenían que afiliarse a la Confederación Nacional Campesina y, por ende, al partido oficial para obtener no solo parcela, sino también a los tan ansiados créditos y acceso a aperos agrícolas. En términos simples: se usó la Reforma Agraria con fines políticos, muchas veces sin tomar en cuenta reglas económicas, técnicas agronómicas y menos el nivel educativo de los beneficiarios de las parcelas.
Como muchos de ustedes saben, Lázaro Cárdenas es de los gobernantes que menos me gustan en toda la historia de México. Él fue el consolidador de muchas de las clientelas electorales que ayudaron al PRI a quedarse en el poder durante setenta años. Además de todo es importante mencionar el hecho de que con el tiempo esas clientelas fueron nocivas para el país en el terreno económico fueron parte del saqueo crónico que ha sufrido desde aquella época y hasta cierto sigue padeciendo. El de los campesinos es un caso bastante curioso, pues en realidad lo que quería Cárdenas era restarle poder a Calles al arrebatarle un sector que había menospreciado este último. Para este fin se creó la Confederación Nacional Campesina (CNC) que tenía (y todavía tiene) la misión de afiliar al sector rural al PRI y usarlos como clientela cautiva en los procesos electorales. A cambio, el gobierno ofrecía tierras, créditos y aperos agrícolas siendo el único método para obtener todo eso. Otro objetivo logrado por Cárdenas fue la destrucción de la hacienda y el problema a resolver fue el demantelami8ento de la fuente de riqueza de algunos de sus enemigos y de ese modo afianzar su poder. Nada de lo referente al corporativismo creado por Obregón, Calles y Cárdenas es mencionado en la historia oficial.
En cuanto a los efectos de la Reforma Agraria, creo que están a la vista aunque la mayoría no lo quiere reconocer. El principal problema devenido del reparto agrario fue la miseria en que cayó el sector rural desde entonces. Salvo por algunos casos, la mayoría de las tierras repartidas como ejido (la base del reparto agrario) fueron un fracaso en términos socioeconómicos. Los casos mejor documentados fueron el de la región henequenera de Yucatán y de la Hacienda de Nueva Italia en Michoacán, este último es el estado natal de Cárdenas. En mi opinión la fuente de estos fracasos fue la mala planificación del reparto. Ni los zapatistas pensaron en algo tan radical y para probarlo basta con repasar el Plan de Ayala. La ruina del ampo llegó a pesar de que se fundaron bancos y financieras rurales, se repartieron semillas, aperos, etc., y al parecer no fue suficiente. La prueba más grande del fracaso del reparto de tierras fue el Programa Bracero (1942-1964) en el que se fueron a trabajar a Estados Unidos cerca de 10 millones de personas (tomen en cuenta que la población nacional en 1960 era de 30 millones de personas y cuándo terminó el Programa Bracero), casi todos gente del campo y la mitad de ellos se fueron ilegalmente. Con esto no veo dónde están los beneficios de la Reforma Agraria. Esa gente que se fue ayudó al campo estadounidense mientras el mexicano se hundía. Con la firma del Tratado de Libre Comercio se vino a acelerar, en mi opinión, un proceso que venía de décadas atrás debido a que el campo se estaba abandonando desde hacía tiempo. Este proceso no solo se ha visto en nuestro país sino en otras naciones como Colombia y Venezuela donde se fue a pique la producción de alimentos y se dio un proceso de empobrecimiento en el ámbito rural. En todos los casos la demagogia de “el campesino debe ser el propietario de la tierra” o “la tierra es de quien la trabaja” han causada más daño en el largo plazo que los supuestos beneficios prometidos por los políticos.     


jueves, 6 de julio de 2017

Siglo de caudillos

Este es la primera obra de la “Trilogía de la historia de México” de Enrique Krauze en orden cronológico y la segunda en ser publicada. Enrique Krauze terminó de escribirla en octubre de 1993 y fue publicada al año siguiente. “Siglo de caudillos” es la compilación de las biografías de los personajes centrales del siglo XIX iniciando con el cura Miguel Hidalgo y Costilla hasta Porfirio Díaz. Además de los personajes ya citados están José María Morelos, Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna, Vicente Guerrero, Lucas Alamán, José María Luis Mora, Benito Juárez, Maximiliano y Carlota. Los periodos que abarca son la Independencia, el Primer Imperio, la instauración de la república, la Intervención norteamericana, la Guerra de Reforma, la Intervención francesa, la República Restaurada y el Porfiriato. Casi la totalidad son conflictos debido a que el siglo antepasado fue bastante convulso desde el inicio de la guerra de Independencia y se consolidaron los conflictos con la caída del Primer Imperio hasta que se interrumpieron con la llegada de Porfirio Díaz al poder.
En la primera parte, Krauze empieza hablando de lo que el llama la “historia de bronce” por ser nuestra historia una de héroes y villanos. Continúa con el origen de la historia oficial que tuvo lugar con las fiestas del Centenario de la Independencia en el lejano 1910. Cabe mencionar que el creador de la historia de bronce, don Porfirio, le pasó lo que a Robes Pierre en la Revolución Francesa: fue víctima de su propia creación al convertirse en el villano principal de la historia oficial para justificar otra dictadura.
En la segunda parte, Krauze hace un análisis concienzudo de Hidalgo, Morelos e Iturbide que fueron personajes centrales en la Independencia. No oculta los crímenes del cura Hidalgo al hacer evidente las matanzas en Guanajuato o la vergonzosa derrota en Puente de Calderón. Tampoco se oculta el hecho de que los desatinos del Padre de la Patria causaron desacuerdos entre este y Allende, y este último terminó delatando los delitos del cura de Dolores durante sus juicios en Chihuahua. En el siguiente capítulo habla del cura Morelos y sus desacuerdos con el Congreso de Apatzingán que finalmente lo llevaron a ser capturado y fusilado. Además, se menciona que si no es recordado como un caudillo de mayor importancia fue porque su hijo, Juan Nepomuceno Almonte apoyó al bando conservador durante la Reforma y al imperialista en la Intervención Francesa. El siguiente episodio tiene que ver con el efímero Primer Imperio encabezado por Agustín de Iturbide que fue segado por la ambición de los norteamericanos y republicanos que hundieron al país en una serie de conflictos por su ambición de poder.  
En el siguiente apartado se tratan los temas que tienen que ver con la convulsa república y algunos de sus representantes. Uno de los representantes más importantes de ese periodo fue uno de los personajes más odiados: Antonio López de Santa Anna, que en su tiempo fue considerado el “Caudillo Indispensable” tanto por los liberales como por los conservadores. Aquí se muestra que el defecto de vanagloriarse a sí mismo fue lo que llevó a Santa Anna a su derrota en la Independencia de Texas y la Intervención norteamericana. También se menciona que la falta de unión de los mexicanos tuvo que ver mucho en ambos conflictos. El defecto de Santa Anna de ser jugador y el poner impuesto a perros, puertas y ventanas fue sin duda lo que ocasionó su caída con el Plan de Ayutla encabezado por Juan Álvarez. En este apartado también se habla de los ideólogos más importantes del liberalismo y el conservadurismo: José María Luis Mora y Lucas Alamán, respectivamente. Ambos colaboraron en mayor o menor medida con Santa Anna. Las ideas de ambos sirvieron para la siguiente generación que se enfrentó en una guerra civil y una intervención extranjera.
En la siguiente sección se trata de la Reforma en la que se enfrentaron los hijos ideológicos de Mora y Alamán: liberales y conservadores, respectivamente. El personaje central de la trama fue Benito Juárez como el que llevó a cabo buena parte de lo que se describe. La manzana de la discordia fueron las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857 que no fueron aceptadas por las autoridades eclesiásticas por lesionar sus negocios. Además de todo, temo decir que ambos bandos fueron muy sanguinarios. Algo que desconcierta a Krauze es el hecho de que Juárez y Ocampo hicieran un tratado sobre la cesión de derecho de paso a perpetuidad a los norteamericanos por varios caminos y la posibilidad de que sus tropas puedan ocupar nuestro país sin permiso de las autoridades. El siguiente episodio es el Segundo Imperio que Krauze trata como engaño por parte de conservadores y el emperador de Francia, Napoleón III. Para finalizar, Krauze habla de la República Restaurada y de cómo Juárez hizo hasta lo imposible por mantenerse en el poder incluso echando mano del fraude electoral y hacerse valer de poderes extraordinarios del congreso para gobernar sin estrobos.

Para finalizar la obra, Enrique Krauze habla brevemente de Porfirio Díaz y de sus logros militares previos a su paso por la presidencia. Continúa diciendo como fue que se enfrentó a Juárez primero y fue derrotado para después levantarse contra Sebastián Lerdo de Tejada por la amada silla. Al igual en que Biografía del poder, Krauze hace un balance de lo positivo y lo negativo de su gobierno en lo político, lo material y lo social. Y para finalizar esta parte y el libro habla de la Revolución maderista que en términos muy simples fue provocada por el mismo Díaz con las declaraciones al periodista norteamericano James Creelman de que México ya estaba maduro para la democracia. Para finalizar, el autor lamenta que el presidente Díaz este desprestigiado y sus restos descansen en el cementerio de Montparnasse en París, en el exilio permanente.    

domingo, 2 de julio de 2017

El Tratado McLane-Ocampo

Uno de los documentos más vergonzosos de nuestra historia fue sin duda el Tratado de McLane-Ocampo, suscrito entre Robert McLane y Melchor Ocampo. Este se da en el contexto de la Guerra de Reforma cuando el bando liberal estaba en apuros económicos para vencer a sus rivales conservadores. Entonces tenemos la desesperación por obtener el poder político a cambio de hacer algunas concesiones que ponían en entredicho nuestra soberanía, esto de un modo mucho peor que en el siguiente episodio de la Reforma, que fue la Intervención Francesa, ya que pretendía dar a otro país la posibilidad de poseer tierras, armas matar e introducir tropas in el consentimiento de nuestras autoridades. Todo esto a cambio de un crédito para comprar armas y de ese modo derrotar a los conservadores. Esto de ninguna manera tiene justificación, pues una década y media antes el país había entrado en guerra con Estados Unidos y había sufrido una estrepitosa derrota que nos costó la mitad del territorio y ahora le daban cabida a una ocupación norteamericana bajo cualquier pretexto.
“América para los americanos”, dicta la doctrina Monroe, aunque algunos historiadores la traducen de manera acertada como “América para los norteamericanos”. Lo anterior tiene que ver con el imperialismo norteamericano, que junto con el Destino Manifiesto, tiene la intención de ejercer un protectorado interesado en las antiguas colonias ibéricas en el continente, y de ese modo hacerlo sin intervención de las potencias europeas que en ese momento veían con recelo la expansión de Estados Unidos. En imperialismo estaba marcado por las dos doctrinas en el caso de los norteamericanos que siempre han visto a los países del sur de su frontera como inferiores. Además de todo, el problema era que el grupo liberal estaba formado sobre todo por masones, los cuales admiraban la estructura gubernamental y las leyes de nuestro vecino del norte. Recordemos que entre los padres fundadores de Estados Unidos había masones, siendo George Washington el más famoso de ellos. Con estos antecedentes no es de extrañarse que la fracción liberal dirigida por Juárez viera con cierta admiración a Estados Unidos y no es de extrañarse que en su desesperación por desplazar a los conservadores del poder hayan recurrido al gobierno norteamericano para hacer un tratado de esa naturaleza.
Algo más que le ofrecieron a los norteamericanos fue el paso por varios puntos estratégicos como el camino de Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo a Mazatlán pasando por Monterrey, de Nogales a Guaymas y por el Istmo de Tehuantepec. El pacto incluía el derecho de los norteamericanos a poseer armas y tierras en dichos caminos. ¿De dónde iba a sacar el gobierno las tierras?, pues de la Ley de Desamortización, que prohibía la posesión de tierras no solo a las corporaciones religiosas, sino también a los indígenas no se les permitía conservar sus fundos de manera comunal, ya que dicha ley prohibía a las organizaciones civiles tener tierras. Esto es algo que no se dice en los libros de historia oficial, pues Benito Juárez y su sequito liberal son los héroes nacionales, incapaces de tomar acciones en contra de la patria, aunque existen documentos que prueben lo contrario. No es de extrañarse tampoco que muchos historiadores consideren a los liberales como vendepatrias al existir documentos como este vergonzoso tratado pues vulneraba de manera terrible no solo la soberanía nacional sino también las garantías de posesión de tierras de los indígenas, en el especial en el Istmo de Tehuantepec y el estado de Sonora. De hecho, y gracias a la Ley de Desamortización, fue que en la Intervención Francesa y el Segundo Imperio muchas comunidades indígenas pelearon del lado de las tropas imperialistas en contra de las republicanas.
Por último, no me queda más que decir que este tratado no llegó a aplicarse en forma plena por buena suerte. En ese momento las tensiones en Estados Unidos estaban a la orden del día, pues estaban en vísperas del estallido de la Guerra Civil. El senado norteamericano en ese momento estaba dominado por republicanos que se negaron a ratificar ese vergonzoso documento. Sabían que si lo hacían acrecentarían el poder de los estados sureños esclavistas y les daría ventaja sobre la Unión. Una nota para las personas que piensan que los acontecimientos del exterior no nos afectan, por eso es necesario tener algunas nociones de historia universal, pues muchos de esos acontecimientos fueron muy influyentes en nuestra historia. Pero volviendo al tema, los estados norteños de Estados Unidos temían que si los sureños se separaban de la Unión usarían los recursos disponibles en nuestro país para financiarse o usar los caminos disponibles para movilizar a sus tropas. Acá en México tenemos un dicho: “el miedo no anda en burro”, y los legisladores republicanos tenían miedo de que los estados sureños (apoyados por los demócratas) utilizaran los derechos de paso para apuñalar a los estados de la Unión por la espalda. Además de todo, hay fuentes que señalan que los sureños deseaban algo más que simples derechos de paso: querían comprar Baja California, Chihuahua, Sonora y partes de Nuevo León Coahuila y Tamaulipas, pero creo que le enviaron la propuesta al gobierno conservador y estos la rechazaron tajantemente. Sea como sea, de los dos bando, creo que el liberal, salvo por algunos miembros, era el que tenía a los personajes más ambiciosos y sin ningún escrúpulo a los que no les importaba vender la soberanía nacional con tal de quedarse con el poder. Y no es una cuestión menor: estoy cuestionando la legitimidad del estado mexicano moderno desde sus bases, que se formaron en la Reforma y se reestructuraron con la Revolución Mexicana.