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lunes, 18 de diciembre de 2017

Construyendo una dictadura partidista

Las dictaduras son algo que es aborrecible por todos los seres humanos por las restricciones a las libertades humanas más elementales. Este tipo de gobiernos se han documentado desde los albores de la humanidad ya que hubo civilizaciones antiguas que las padecieron. Con el auge de la democracia en Occidente se han hecho más claras las características de las dictaduras. En general creo que podemos clasificar a las dictaduras en dos grandes grupos: las personales y las partidistas. El primer grupo se caracteriza por ser dirigidas por una sola persona y ejemplos de dictadores de este tipo son Porfirio Díaz, Rafael Leónidas Trujillo y Benito Mussolini. En el segundo caso se caracterizan porque un partido político monopoliza el poder y ejemplos de esto son el nazismo alemán, el PRI de México y el Partido Comunista Soviético. Los dos grupos tienen en común una estructura vertical, mecanismos de adoctrinamiento y control de la población, censura y persecución de la oposición, etc. Lo único diferente es que en las dictaduras personales una sola persona dirige todo sin que cambie el líder y en la partidista el jefe de estado es cambiado cada cierto tiempo.
En México hemos padecido de los dos tipos, pero ahora me concentraré en desentrañar la dictadura más importante del país: el PRI. Para poder dimensionarla debemos entender la cadena de matanzas que fue la Revolución Mexicana y que sirvieron como base para el partido. Hasta 1928 la transmisión del poder no fue pacífica ya que los presidentes habían cometido asesinatos y golpes de estado para acceder a la amada silla. El último asesinato antes de que Plutarco Elías Calles fundara el Partido Nacional Revolucionario fue el de Álvaro Obregón en 1928 después de reelegirse. Y con el objetivo de terminar con los levantamientos y asesinatos Calles aglutinó a todos los oficiales revolucionarios en un solo partido y de ese modo repartirse el pastel. Sin embargo, Calles tenía un motivo oculto que era imponer a un lacayo en la presidencia que hiciera lo que él quería. Es decir, comenzó como una dictadura personal pero se volvió partidista porque Calles quería manejar todos los hilos de la política nacional sin tomar en consideración que llegó a hartar a uno de sus principales lacayos: Lázaro Cárdenas. Cárdenas es el fundador el sistema político presidencialista que caracterizó al régimen priista a partir de entonces. Para lograrlo, tuvo que expulsar a Calles del país para quedarse con el control de todo. En realidad esto fue un golpe de estado cometido para desplazar a un tirano del poder pero esto no significa que el país haya caminado por la senda de la democracia.
Ahora bien, también deberíamos ver el cómo el régimen hizo para atar a la sociedad a la estructura partidista para evitar protestas. Esta es la parte medular y la más importante porque explica en buena medida el por qué el PRI se hizo poderoso y se quedó en el poder durante tanto tiempo. Esto lo hizo creando grupos políticos dentro de partido y mediante la coacción a grupos poblacionales con propuestas demagógicas a cambio de apoyo electoral. Los inicios de esta horrenda práctica se encuentran en el constitucionalismo cuando, en 1914, Álvaro Obregón hizo un pacto con la Casa del Obrero Mundial para crear los llamados “Batallones Rojos” del ejército constitucionalista, aunque esto no fue bien visto por el Primer Jefe. Cuando Obregón llega a la presidencia hace concesiones a favor de los líderes de los trabajadores y se fundan los primeros sindicatos y la Confederación Revolucionaria Obrera de México, el primer secretario del trabajo y una cláusula de exclusión. Cuando Lázaro Cárdenas llega al poder fomenta huelgas para ganar poder y lanzar a Calles del país y consolidarse. A esto hay que agregar la Reforma Agraria que fue hecha para ganarse el sector rural con el objetivo de usarlos electoralmente. La demagogia fue algo presente en ambos procesos de incorporación a la estructura del partido siendo en el primer caso prestaciones imposibles de cumplir y en el segundo créditos, precios de garantía y un pedazo de tierra para cultivar. Pero, como muchas personas saben, esto fue un duro golpe para la economía con efecto retardado, pues se hipotecó el futuro, destruyó buena parte de la actividad económica y con el tiempo empobreció a la gente.

Los resultados son ambivalentes porque por un lado hubo crecimiento económico y promoción de salud y educación y por el otro cuando el partido empezó a mostrar signos de deterioro se usó al demagogia para que la gente confiara. Los únicos gobiernos del régimen de la Revolución que tienen algo rescatable son Manuel Ávila Camacho, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz (le pese a quien le pese). Los que pueden ser considerados como ostracibles son Miguel Alemán, Lázaro Cárdenas, Luis Echeverría, José López Portillo y Carlos Salinas de Gortari. A Gustavo Díaz Ordaz lo pongo en los buenos porque en lo económico y lo social hizo mucho, pero su carácter era intransigente y no soportaba que lo contradijeran y eso fue la perdición de los estudiantes de Tlatelolco. A partir de entonces, y como ya lo ha descrito Enrique Krauze en “La presidencia imperial” la gente empezó a desconfiar del régimen. Para tratar de solventar esto, Echeverría emprendió políticas demagógicas de corte socialistoide para apaciguar a la población. Sin embargo, sus políticos llevaron al país a la peor crisis económica de su historia y sus efectos se sienten hasta la actualidad. Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo corrigieron el rumbo a medias porque transformaron el país de un capitalismo de estado a un capitalismo de cuates y en ambos hubo Keynes hasta en la sopa. “La dictadura perfecta”, como la bautizó Vargas Llosa, se valió de cualquier recurso que tuvo a la mano para hacerle creer al país lo que no era y todavía se siente los efectos que se notan en la añoranza que tienen por el régimen algunas personas que paradójicamente dicen odiarlo pero al desconocer el pasado esto puede convertirse en un desastre.    

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