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lunes, 6 de mayo de 2019

Fracaso educativo


Hablar de la educación en nuestro país en la actualidad es hablar de un fracaso mayúsculo que se refleja en todas las áreas de nuestra vida. La economía, es sin embargo, el área más importante donde se ve reflejada esta horrenda situación. Pero, la pregunta del millón, ¿cuánto tiempo llevamos con este pésimo sistema educativo?, ¿20, 36, 50, 500 años? De todas las cifras, la última es la que se aproxima más a los años que lleva fallando el sistema educativo en nuestro país. En esto se lleva fallando demasiado tiempo y la verdad es que han sido pocos los gobiernos tanto en la colonia como del México independiente que se han preocupado realmente por la educación, pero es en el segundo periodo en el que se ve más marcado este descuido, salvo algunas excepciones honrosas. Aunque en la actualidad la mayoría piensa que el fracaso educativo es de años recientes, con la presencia de los sindicatos educativos charros, no es todo el trasfondo de esta situación.
Comenzando por el principio, todos los que han leído saben que la primera escuela del continente se fundó en el siglo XVI de la mano de Fray Pedro de Gante en Texcoco. Esto fue para educar a los indígenas que habitaban en la Nueva España. Esto desde luego que con apoyo del rey de España, Carlos V, y por supuesto que con el apoyo de la Iglesia en un principio. Sin embargo, la Reforma Protestante de Lutero llevó a que el Papa decidiera en el concilio Trento que la lectura de proscribía de las escuelas a cargo de la Iglesia, ya que los protestantes eran una radicalización de las ideas del holandés Lorenzo de Rotterdam y eran referentes a la lectura de la Biblia como una manera de comunicarse con Dios. Y la respuesta de la Iglesia fue prohibir todo tipo de lectura, la Biblia incluida. Y los clérigos del continente habían hecho hasta lo impensable para enseñar a los indígenas a leer y escribir como aprender el idioma náhuatl y hacerlo una lengua escrita, algo bastante loable. Y aunque trataron de evitar la quema de libros, nada pudieron hacer ante estos hechos, dejando a los estudiantes sin lectura.
Cuando el país obtuvo su independencia en 1821 se notaban los daños: el 98% de la población no sabía leer ni escribir. Y los desórdenes internos de los que fue víctima el país impidieron que la labor educativa floreciera. Esto en parte porque los gobiernos podían durar unos pocos años a meses e incluso días, y por otro lado estaban las eternamente quebradas finanzas públicas ya que por entonces la actividad económica era imposible debido a la inseguridad en los caminos y el gobierno no podía cobrar impuestos en forma. A pesar de que los diferentes gobiernos hablaban de asegurar el porvenir nacional mediante la educación, en especial el de Valentín Gómez Farías, siempre se quedó en promesas, algunas veces escritas, otras veces como palabras a las que se las lleva el viento. En realidad lo único que se necesitaba para tener un sistema educativo de calidad era que el gobierno fuera estable, algo que no se logró la mayor parte del siglo XIX. No fue sino hasta la llegada de Porfirio Díaz que hubo estabilidad como para emprender un proyecto de este tipo, además de que por fin hubo el dinero para financiar algo de esa naturaleza. Sin embargo, el proyecto se emprendió cuando fue demasiado tarde, pues llegó la Revolución y todo se fue al traste.
En el siglo XX, si bien hubo logros, no se lograron perpetuar por el capricho de la clase política. Los logros de Vasconcelos se tiraron por la borda gracias a la llamada “educación socialista” implementada por Calles y Cárdenas en los años 30. Recordando lo hecho, destaca una materia llamada “Literatura para el proletariado”  que nadie entendía que era. Para rescatar la educación hubo que retomar el proyecto de Vasconcelos y así lo hizo Jaime Torres Bodet, llevando la educación mexicana a su época de oro, llegando a ser incluso mejor que en Estados Unidos. Sin embargo, al llegar la década de los 70 los gobiernos populistas volvieron a destrozar la educación. Durante los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo fue cuando los sindicatos charros tomaron relevancia y modificaron los planes de estudio de tal modo que la calidad de la educación se fue al caño. Y la crisis económica que provocaron hasta el día de hoy tiene repercusiones y nadie ha tomado las medidas para corregir el rumbo. Además, desde entonces la educación ha dejado de ser prioridad para los diferentes gobiernos que la han descuidado mucho. También el problema ha sido que no somos capaces de poner un proyecto educativo duradero porque siempre llega algún gobierno a desmantelar lo que ya se había hecho. Lo único que se necesita es tener un genuino interés por la educación para que esta sea de calidad.

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