Hablar de la educación en
nuestro país en la actualidad es hablar de un fracaso mayúsculo que se refleja
en todas las áreas de nuestra vida. La economía, es sin embargo, el área más
importante donde se ve reflejada esta horrenda situación. Pero, la pregunta del
millón, ¿cuánto tiempo llevamos con este pésimo sistema educativo?, ¿20, 36,
50, 500 años? De todas las cifras, la última es la que se aproxima más a los
años que lleva fallando el sistema educativo en nuestro país. En esto se lleva
fallando demasiado tiempo y la verdad es que han sido pocos los gobiernos tanto
en la colonia como del México independiente que se han preocupado realmente por
la educación, pero es en el segundo periodo en el que se ve más marcado este
descuido, salvo algunas excepciones honrosas. Aunque en la actualidad la mayoría
piensa que el fracaso educativo es de años recientes, con la presencia de los
sindicatos educativos charros, no es todo el trasfondo de esta situación.
Comenzando por el
principio, todos los que han leído saben que la primera escuela del continente
se fundó en el siglo XVI de la mano de Fray Pedro de Gante en Texcoco. Esto fue
para educar a los indígenas que habitaban en la Nueva España. Esto desde luego
que con apoyo del rey de España, Carlos V, y por supuesto que con el apoyo de
la Iglesia en un principio. Sin embargo, la Reforma Protestante de Lutero llevó
a que el Papa decidiera en el concilio Trento que la lectura de proscribía de
las escuelas a cargo de la Iglesia, ya que los protestantes eran una radicalización
de las ideas del holandés Lorenzo de Rotterdam y eran referentes a la lectura
de la Biblia como una manera de comunicarse con Dios. Y la respuesta de la
Iglesia fue prohibir todo tipo de lectura, la Biblia incluida. Y los clérigos del
continente habían hecho hasta lo impensable para enseñar a los indígenas a leer
y escribir como aprender el idioma náhuatl y hacerlo una lengua escrita, algo
bastante loable. Y aunque trataron de evitar la quema de libros, nada pudieron
hacer ante estos hechos, dejando a los estudiantes sin lectura.
Cuando el país obtuvo su
independencia en 1821 se notaban los daños: el 98% de la población no sabía
leer ni escribir. Y los desórdenes internos de los que fue víctima el país impidieron
que la labor educativa floreciera. Esto en parte porque los gobiernos podían durar
unos pocos años a meses e incluso días, y por otro lado estaban las eternamente
quebradas finanzas públicas ya que por entonces la actividad económica era
imposible debido a la inseguridad en los caminos y el gobierno no podía cobrar
impuestos en forma. A pesar de que los diferentes gobiernos hablaban de
asegurar el porvenir nacional mediante la educación, en especial el de Valentín
Gómez Farías, siempre se quedó en promesas, algunas veces escritas, otras veces
como palabras a las que se las lleva el viento. En realidad lo único que se
necesitaba para tener un sistema educativo de calidad era que el gobierno fuera
estable, algo que no se logró la mayor parte del siglo XIX. No fue sino hasta
la llegada de Porfirio Díaz que hubo estabilidad como para emprender un
proyecto de este tipo, además de que por fin hubo el dinero para financiar algo
de esa naturaleza. Sin embargo, el proyecto se emprendió cuando fue demasiado
tarde, pues llegó la Revolución y todo se fue al traste.
En el siglo XX, si bien
hubo logros, no se lograron perpetuar por el capricho de la clase política. Los
logros de Vasconcelos se tiraron por la borda gracias a la llamada “educación socialista”
implementada por Calles y Cárdenas en los años 30. Recordando lo hecho, destaca
una materia llamada “Literatura para el proletariado” que nadie entendía que era. Para rescatar la educación
hubo que retomar el proyecto de Vasconcelos y así lo hizo Jaime Torres Bodet,
llevando la educación mexicana a su época de oro, llegando a ser incluso mejor
que en Estados Unidos. Sin embargo, al llegar la década de los 70 los gobiernos
populistas volvieron a destrozar la educación. Durante los gobiernos de Luis
Echeverría y José López Portillo fue cuando los sindicatos charros tomaron
relevancia y modificaron los planes de estudio de tal modo que la calidad de la
educación se fue al caño. Y la crisis económica que provocaron hasta el día de
hoy tiene repercusiones y nadie ha tomado las medidas para corregir el rumbo. Además,
desde entonces la educación ha dejado de ser prioridad para los diferentes
gobiernos que la han descuidado mucho. También el problema ha sido que no somos
capaces de poner un proyecto educativo duradero porque siempre llega algún
gobierno a desmantelar lo que ya se había hecho. Lo único que se necesita es
tener un genuino interés por la educación para que esta sea de calidad.
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