Los últimos tres
gobiernos que tuvo este país fueron de los más grises que hemos tenido en
nuestra historia. Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, aunque no
les pondría el calificativo de lo peor de lo peor, tampoco es que hayan
destacado mucho. Todos ellos fueron mediocres, como mediocres fueron otros
antes de su llegada al poder. Ellos fueron, supuestamente, los presidentes que
llegaron al poder con la democracia, pues son los gobiernos que llegaron al
poder con la derrota del PRI en el 2000, aunque él último presidente fue el
retorno del dinosaurio pero que ya no era ni la sombra de la máquina imbatible
que fue la mayor parte del siglo pasado. La época del estancamiento, el regreso
de los pleitos por el poder, eso ha significado lamentablemente el retorno de
la democracia, pues nuestra clase política demuestra sus ansias de poder
dándose hasta con el tubo para sentarse en la amada silla, pero unirse para
darle a este país un futuro brillante no es importante.
El primero de esos
gobiernos fue el de Vicente Fox, primero de la oposición en llegar a la primera
magistratura. Sin embargo, la inexperiencia de su partido para gobernar (algo
que no era culpa suya) quedó patente inmediatamente, pues no les habían dado la
oportunidad de mandar ni siquiera en un municipio pequeño sino hasta pocos años
antes del año 2000. Tuvo sus méritos, eso sí, como la reducción sustancial de
la deuda externa, la baja inflación y el aumento de las reservas
internacionales. Pero no pudo detener el estancamiento económico, toleró a las
mafias sindicales y hasta se alió con ellas y se detectaron actos de corrupción
importantes como el caso “los amigos de Fox” y en negocios turbios en los que
participaron sus hijos y los vástagos de su esposa, Martha Sahagún. Fue también
un sexenio en el que la primera dama aprovechó para el lucimiento de su persona
al amparo del poder presidencial. En otras palabras, el gobierno de Vicente Fox
fue mediocre, corrupto y frívolo de un empresario rancherote que ganó solo por
el hartazgo de los mexicanos por el PRI y que solo sirvió para decepcionar a
todos.
Felipe Calderón fue el
segundo presidente de un partido opositor al PRI, aunque ganó después de un
proceso electoral bastante polémico. Su gobierno se caracterizó por un aumento
de la delincuencia nunca antes visto por lo menos en casi un siglo, producto de
una pésima estrategia para perseguir al crimen organizado. Las alianzas con
mafias sindicales continuaron a todo vapor además de un recrudecimiento de la
dependencia de recursos petroleros. La inflación comenzó a aumentar luego de
casi una década de estabilidad aunque no a los niveles estratosféricos vistos
en gobiernos anteriores. La corrupción también fue algo patente en su gobierno,
recuérdese la Estela de Luz del Bicentenario que no fue terminada a tiempo y
además tuvo un sobrecosto estratosférico. Producto de la inseguridad,
ocurrieron matanzas de inmigrantes en 2010 en Tamaulipas, en su mayoría originarios
de América Central. Tuvo sus logros, claro que sí: aumentó las reservas
internacionales a pesar de que tuvo que enfrentar la crisis económica de 2008 y
el programa de estancias infantiles ahora desmantelado por la actual administración.
El último presidente del
neoliberalismo corresponde al regreso del dinosaurio a la presidencia de la
mano de Enrique Peña Nieto. Y nuevamente llega un presidente al poder luego de
una elección muy controvertida. Peña Nieto depositó la confianza de su gobierno
en reformas estructurales con la idea de culminar el proceso reformador
iniciado en la administración de Salinas. Sin embargo, su gobierno se fue a
pique luego de la desaparición de los estudiantes normalistas en Iguala,
Guerrero y el descubrimiento de una casa propiedad de su esposa, la actriz
Angélica Rivera, que no correspondía a sus ingresos. Además, los caso de
corrupción como la Estafa Maestra, el caso de los sobornos de Odebrecht y los
estados endeudados hasta la camisa donde el PRI gobernaba ayudaron a desgastar
aún más su imagen. También se registró un aumento de la violencia que llegó a
niveles mucho más altos que los vistos en la administración de Calderón. No
pudo hacer frente a las protestas de los supuestos maestros de la CNTE que se
lanzaron a las calles para defender sus privilegios espurios que fueron
amenazados por la Reforma Educativa. Peña Nieto es sin duda un tecnócrata que
no supo qué hacer cuando la olla estaba a punto de estallar, pues se durmió en
sus laureles pensando que con sus reformas bastaba para obtener reconocimiento
y prestigio. Timorato es el calificativo correcto para Peña Nieto, pues no tuvo
la entereza para afrontar los retos del país que heredó, no supo responder a
sus opositores y permitió que sus correligionarios robaran a manos llenas.
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