En días pasados publique
una entrada acerca del segundo imperio mexicano y ahí mismo dije que era uno de
los temas que más me intrigaba e interesaba. Ahora quiero hablar del otro lado
de la moneda que son Juárez y los ejércitos republicanos que combatieron a los
franceses y a los imperialistas. Sin embargo, tengo motivos para apoyar a
Maximiliano y no a Juárez y la República y creo que mis motivos son bastante
válidos como para tener esta preferencia. Y es que en México parece que hablar
de la monarquía es un tabú a pesar de que este país no es de tradición republicana
ni democrática como se ha demostrado en varias ocasiones a lo largo de nuestra
historia.
En primer lugar los
liberales fueron unos vendepatrias que se cansaron de ofrecerle este país al
gobierno de Estados Unidos a cambio de reconocer su gobierno e incluso se
especula que estaban dispuesto a ceder parte del territorio nacional a los
norteamericanos. Entre los documentos más vergonzosos de nuestra historia se
encuentra el Tratado de McLane-Ocampo en el que prácticamente se cedían los
derechos de paso a los norteamericanos sin rendirle cuentas al gobierno
mexicano, incluida la intervención sin permiso de este último para “proteger
los intereses del tío Sam”.
Antes que nada hay que
ver cómo fue que Juárez llegó al poder durante la Guerra de Reforma y como
bloqueo a sus rivales de la primera magistratura nacional. Como sabemos una de
las constituciones nacionales fue promulgada el 5 de febrero de 1857 y en este
documento por primera vez en la historia se incluían derechos individuales que
serían retomados sesenta años más tarde. En esta Carta Magna se establece que
México se organizaría en estados libres y soberanos (en teoría, pues de facto
se aplica un centralismo propio de la época colonial) además de establecer la separación
de la iglesia del estado. Pero quizá el punto más polémico en esta época sería
el reconocimiento de la propiedad privada por encima de la comunal lo que a la
larga afectaría a los pueblos indígenas ya que esta resolución dio pie a que
les quitaran sus tierras y el nacimiento de los latifundios que serían una de
las causas de la Revolución Mexicana.
La polémica en la época era
el establecimiento de la separación de la iglesia del estado ya que hasta aquel
entonces y a pesar de la independencia la iglesia católica todavía ocupaba un
lugar preponderante en la vida política, económica y social de aquella época. Cuando
se promulgo la constitución de 1857 el presidente de México era Ignacio
Comonfort y fue el que incito la rebelión de los conservadores en primer lugar.
Para entender esto hay que saber que el bando de los liberales se dividía en
dos grupos: los liberales radicales, integrado por Juárez, Ignacio Ramírez “el
Nigromante”, Miguel Lerdo de Tejada, José María Iglesias y Melchor Ocampo; el
otro eran los liberales moderados, siendo el mismo Comonfort el único integrante
de este grupo de los que me acuerdo.
Comonfort intentó por
todos los medios tratar de reconciliar a los liberales y los conservadores, y
por tratar de quedar bien con los dos bandos en realidad hizo todo para quedar
mal. Esto provocó la renuncia de Comonfort a la presidencia, y dado que en
aquel entonces la constitución establecía que en este caso el que debía asumir
el cargo de presidente era el presidente de la Suprema Corte, que era Benito
Juárez. Juárez fue el que asumió el liderazgo del país durante la Guerra de
Reforma en contra de los conservadores. Sin embargo, los liberales no tenían el
apoyo del pueblo mexicano debido a la ley de desamortización de los bienes del
clero. Y temo darles la razón a los conservadores en esta ocasión dado que la expropiación
y venta de los bienes de la iglesia católica solo sirvió para beneficiar a unos
cuantos y los no ayudo en nada al desarrollo nacional además de que las tierras
del clero pasaron a unas cuantas manos y esto también dio pie a la formación de
latifundios.
Juárez dio una muestra de
sus verdaderos ideales durante la Intervención Francesa, pues la constitución establecía
que en el país el presidente solo debía durar cuatro años en el poder
independientemente de la situación del país. Sin embargo, Juárez no daba
muestras de querer abandonar el poder y con esto se empezaron a dar roces en el
bando liberal. En aquel entonces el presidente de la Suprema Corte era el
general Jesús González Ortega y este le pidió al presidente que dadas las
circunstancias le entregara el poder a él, a lo que Juárez se negó
rotundamente.
Cuando el imperio fue
derrotado y con Maximiliano fusilado llegó un momento denominado la “República
Restaurada”, sin embargo aquellos años no se caracterizaron por ser
republicanos precisamente. Juárez estaba buscando el modo de obtener poderes
especiales para seguir mandando el país como si todavía estuviera en guerra. Juárez
utilizo medios para obtener lo que quería y gobernar prácticamente sin que el
congreso le estorbara, y como la mayoría de los diputados eran adictos a él, no
hubo impedimentos para darle dichos poderes. Esto le generó críticas incluso
dentro del seno del mismísimo Partido Liberal cuando Ignacio Ramírez “el
Nigromante empezó a criticarlo en su periódico “El siglo XIX” por tomar
posturas radicales que ni el emperador Maximiliano había tomado a pesar de haber
intentado implantar una monarquía en nuestro país.
El colmo del descaro
llegó en las elecciones de 1871 en las que se presentaron Porfirio Díaz, Jesús
González Ortega y el propio Juárez. Aunque no tengo los detalles de dichos
comicios especulo que el que tenía la
preferencia era Porfirio Díaz, sin embargo fue Juárez el que inventó las
elecciones fraudulentas que un siglo después implementaría el PRI (se nota que
este último partido sí es heredero del Partido Liberal). Díaz se levantó en
armas contra Juárez con el “Plan de la Noria” de 1871, sin embargo fue
derrotado.
Otra muestra de que
Juárez no era republicano ni demócrata es el hecho de que los gobernadores de
los estados eran nombrados por el presidente de la república gracias a los
poderes especiales otorgados por el congreso. Si mal no recuerdo la constitución
de 1857 establecía que los estados son libres y soberanos (rectificado por los
constituyentes de 1917) con derecho a elegir un gobierno propio y tener sus
propias constituciones y leyes siempre y cuando no contravinieran la constitución
federal. Obviamente esto quedo en letra muerta hasta nuestros días puesto que
los estados no tienen la autonomía de un sistema federal dado que el poder
central es el que tiene la última palabra, aunque los estados del norte de
nuestro país son los que más se resisten a los embates del gobierno federal
siendo el más representativo Nuevo León. Con esto queda claro que Juárez no era
un republicano, sino un monarquista mucho más hambriento de poder que Agustín
de Iturbide, Maximiliano y Carlota juntos.
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