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jueves, 26 de enero de 2017

Madero el espiritista

Hay aspectos de los personajes de la historia de México que no son ocultados por los historiadores de quincena. Por ejemplo no nos dicen nada acerca de los crímenes cometidos por el cura Hidalgo o que es posible que Porfirio Díaz haya sido electo democráticamente y que Juárez le hizo un fraude electoral. Sin embargo hoy quisiera tratar un tema poco conocido de una afición que tenía Francisco I. Madero, llamado el apóstol de la democracia por no pocos historiadores.
Se de tres autores que relatan cómo Madero era aficionado a este tipo de prácticas que aprendió en sus años de estudio en Europa (Enrique Krauze, Francisco Martín Moreno y Friederich Katz). En París Madero encontró los libros que hablan acerca de cómo hacer contacto con los espíritus del más allá escritos por un tal Allan Kardec. Según he leído hay personajes destacados que se dedicaron a hacer sesiones en torno a una mesa con la intención de hablar con los muertos tales como el escritor francés Víctor Hugo o el británico Arthur Conan Doyle y científicos como fue el caso de Alfred Russel Wallace. Estas ideas tuvieron su origen en Francia a mediados del siglo XIX y al parecer tuvieron gran éxito entre personajes que aparentemente en su tiempo fueron considerados intelectuales. Esto es una contradicción puesto que Francia también es la cuna de la ciencia positivista y el racionalismo y me cuesta creer que en este país se inventaran ese tipo de charlatanerías.
Pero independientemente de mi opinión, estas ideas tuvieron un gran impacto en los ideales de Madero que a partir de entonces dedicó gran parte de su vida y su fortuna al espiritismo y a ayudar al prójimo según le dijeron los espíritus. Uno de los primeros espíritus invocados por Madero fue el de su hermano Raúl, que había muerto muchos años atrás en un trágico accidente en el que se echó encima una lámpara de petróleo ocasionándose quemaduras que después le causarían la muerte. Él fue el que le dijo que su misión en la vida era trascender en la política para ayudar al prójimo desde los puestos de elección popular. Por sus creencias, Madero también se volvió vegetariano, dejo de beber y empezó a tener un modo de vida modesto.
Tiempo después Madero empezó a invocar al espíritu de un tal José, que le ordenó documentarse en la historia de México. Y según Krauze, también se dedicó a invocar los espíritus de Miguel Hidalgo, Benito Juárez y otros destacados personajes de nuestra historia. Por lo que se, Madero escribió obras como “La sucesión presidencial de 1910” y el Plan de San Luis en un estado de “mediumnidad” (es decir, en trance), yo supongo que es posible que el tal José le dictara los textos de dichas obras.
Lo que también se es que Madero era profundamente ingenuo e impulsivo, una mala combinación sabiendo como terminó sus días. Si es cierto que el apóstol de la democracia fue influenciado por espíritus del más allá queda claro que sus ideales no eran más que una ilusión, misma que nos han enseñado en la historia oficial y eso explicaría nuestra decadencia actual. Debido a sus dos defectos, Madero convocó a una rebelión contra el general Porfirio Díaz cuyos principales pecados eran haberle dado a este país la paz y la estabilidad que no habían tenido desde la independencia.
El problema es que Madero dejó a parte del gabinete del general oaxaqueño, incluido en general Victoriano Huerta sin saber que estaba firmando su sentencia de muerte. Madero confió en este personaje hasta el final a pesar de que Huerta había solapado la rebelión de Félix Díaz y Aureliano Blanquet en la ciudadela y frecuentemente le enviaba al presidente informes apócrifos acerca de las actividades de estos dos últimos personajes. Además, Madero no tenía en favor al pueblo de México puesto que había incumplido con sus promesas plasmadas en el Plan de San Luis y se le estaban rebelando algunos colaboradores como Pascual Orozco y Emiliano Zapata que no dudó en aplacar con ayuda del mismo Huerta.
Por lo tanto me atrevo a concluir que las creencias de Madero fueron la causa principal de su propia ruina y esto lo llevó a ponerle fin a treinta años de paz y estabilidad solo para pedir la democratización del país. Lo que me queda muy claro es que Madero solo ensangrentó al país por nada y al darme cuenta de que nuestra clase política es producto de esa lucha armada no puedo hacer otra cosa que asquearme, puesto que el que abrió la caja de pandora le pedía consejo a gente del más allá, lo que me parece ridículo en un estadista. Y sin embargo, las creencias en este tipo de cuestiones es más común entre la clase política de lo que creemos.   


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