Hay aspectos de los
personajes de la historia de México que no son ocultados por los historiadores
de quincena. Por ejemplo no nos dicen nada acerca de los crímenes cometidos por
el cura Hidalgo o que es posible que Porfirio Díaz haya sido electo democráticamente
y que Juárez le hizo un fraude electoral. Sin embargo hoy quisiera tratar un
tema poco conocido de una afición que tenía Francisco I. Madero, llamado el apóstol
de la democracia por no pocos historiadores.
Se de tres autores que relatan
cómo Madero era aficionado a este tipo de prácticas que aprendió en sus años de
estudio en Europa (Enrique Krauze, Francisco Martín Moreno y Friederich Katz). En
París Madero encontró los libros que hablan acerca de cómo hacer contacto con
los espíritus del más allá escritos por un tal Allan Kardec. Según he leído hay
personajes destacados que se dedicaron a hacer sesiones en torno a una mesa con
la intención de hablar con los muertos tales como el escritor francés Víctor
Hugo o el británico Arthur Conan Doyle y científicos como fue el caso de Alfred
Russel Wallace. Estas ideas tuvieron su origen en Francia a mediados del siglo
XIX y al parecer tuvieron gran éxito entre personajes que aparentemente en su
tiempo fueron considerados intelectuales. Esto es una contradicción puesto que
Francia también es la cuna de la ciencia positivista y el racionalismo y me
cuesta creer que en este país se inventaran ese tipo de charlatanerías.
Pero independientemente
de mi opinión, estas ideas tuvieron un gran impacto en los ideales de Madero
que a partir de entonces dedicó gran parte de su vida y su fortuna al espiritismo
y a ayudar al prójimo según le dijeron los espíritus. Uno de los primeros
espíritus invocados por Madero fue el de su hermano Raúl, que había muerto
muchos años atrás en un trágico accidente en el que se echó encima una lámpara de
petróleo ocasionándose quemaduras que después le causarían la muerte. Él fue el
que le dijo que su misión en la vida era trascender en la política para ayudar
al prójimo desde los puestos de elección popular. Por sus creencias, Madero también
se volvió vegetariano, dejo de beber y empezó a tener un modo de vida modesto.
Tiempo después Madero empezó
a invocar al espíritu de un tal José, que le ordenó documentarse en la historia
de México. Y según Krauze, también se dedicó a invocar los espíritus de Miguel
Hidalgo, Benito Juárez y otros destacados personajes de nuestra historia. Por lo
que se, Madero escribió obras como “La sucesión presidencial de 1910” y el Plan
de San Luis en un estado de “mediumnidad” (es decir, en trance), yo supongo que
es posible que el tal José le dictara los textos de dichas obras.
Lo que también se es que
Madero era profundamente ingenuo e impulsivo, una mala combinación sabiendo
como terminó sus días. Si es cierto que el apóstol de la democracia fue
influenciado por espíritus del más allá queda claro que sus ideales no eran más
que una ilusión, misma que nos han enseñado en la historia oficial y eso explicaría
nuestra decadencia actual. Debido a sus dos defectos, Madero convocó a una rebelión
contra el general Porfirio Díaz cuyos principales pecados eran haberle dado a
este país la paz y la estabilidad que no habían tenido desde la independencia.
El problema es que Madero
dejó a parte del gabinete del general oaxaqueño, incluido en general Victoriano
Huerta sin saber que estaba firmando su sentencia de muerte. Madero confió en
este personaje hasta el final a pesar de que Huerta había solapado la rebelión de
Félix Díaz y Aureliano Blanquet en la ciudadela y frecuentemente le enviaba al
presidente informes apócrifos acerca de las actividades de estos dos últimos
personajes. Además, Madero no tenía en favor al pueblo de México puesto que había
incumplido con sus promesas plasmadas en el Plan de San Luis y se le estaban
rebelando algunos colaboradores como Pascual Orozco y Emiliano Zapata que no
dudó en aplacar con ayuda del mismo Huerta.
Por lo tanto me atrevo a
concluir que las creencias de Madero fueron la causa principal de su propia
ruina y esto lo llevó a ponerle fin a treinta años de paz y estabilidad solo
para pedir la democratización del país. Lo que me queda muy claro es que Madero
solo ensangrentó al país por nada y al darme cuenta de que nuestra clase política
es producto de esa lucha armada no puedo hacer otra cosa que asquearme, puesto
que el que abrió la caja de pandora le pedía consejo a gente del más allá, lo
que me parece ridículo en un estadista. Y sin embargo, las creencias en este
tipo de cuestiones es más común entre la clase política de lo que creemos.
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