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martes, 24 de enero de 2017

Los crímenes del padre de la patria

Miguel Hidalgo y Costilla fue el que encendió la mecha del movimiento de independencia en el ya lejano 16 de septiembre de 1810. La historia oficial nos cuenta que fue miembro de la conspiración de Querétaro que inició en 1808 para liberase del yugo español. Los miembros de dicho conclave eran personajes como la famosísima Josefa Ortiz de Domínguez, su esposo Miguel Domínguez, el coronel del ejército realista Ignacio Allende, curas como el ya mencionado padre de la patria, además de Ignacio López Rayón y otros miembros del ejército español como José Mariano Jiménez. Este conclave fue uno de los más importantes en la historia de México y fue descubierto a mediados de septiembre de 1810 lo que hizo que se adelantara el alzamiento en armas varios meses.
Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas para los primeros insurgentes ya que hubo desacuerdos entre el coronel Ignacio Allende y el cura Hidalgo. El cura Hidalgo se hizo famoso en toda la Nueva España por ser sanguinario e incitar las matanzas y saqueos entre los miembros del famoso ejército. Tales actos fueron consumados en las batallas de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato, Guadalajara, Monte de las cruces y otras luchas donde sin sentir el más mínimo rubor el cura Hidalgo alentó los saqueos y que se masacrara a la población civil de manera inmisericorde. En la Alhóndiga de Granaditas murió muchísima gente entre hombres, mujeres y niños que se habían escondido por el ataque del ejército insurgente a Guanajuato.
El desacuerdo entre el cura Hidalgo y Allende se dio cuando este último se opuso terminante a los métodos del cura de Dolores. Esta fue la causa de su distanciamiento y llego al tal extremo que hizo que perdieran la batalla de Puente de Calderón, cerca de Guadalajara. Previamente a esa batalla el cura Hidalgo hizo gala de una ostentación increíble al hacerse acompañar por las dos muchachas más bonitas de la ciudad y hacer que le entregaran las llaves de la ciudad. También el cura dejo a su suerte al coronel Allende durante un segundo sitio a Guanajuato donde este último fue derrotado. Allende decidió matar al cura de Dolores, sin embargo este se había hecho cuidar por dos guardaespaldas que impedían el paso a cualquier persona y además hacía imposible envenenarlo, por ejemplo.
Finalmente Allende hizo prisionero a Hidalgo en Zacatecas y fue cuando decidió que iba a marchar con los restos de sus tropas hasta Estados Unidos para rearmar el ejército. Sin embargo, no lo lograron como sabemos. Fueron aprehendidos en Acatita del Baján, cerca de Monclova, en lo que hoy es Coahuila. Luego fueron conducidos a Chihuahua donde se les enjuiciaron por alta traición a la corona. El coronel Ignacio Allende denunció ampliamente los crímenes del cura Hidalgo y ambos fueron llevados al paredón en julio de 1811.
Por esos años el movimiento insurgente no tenía mucha popularidad y de hecho cuando se anunciaba el arribo de estas tropas el pueblo se apresuraba a esconderse. A quien la asignaron la tarea de perseguir a los insurgentes fue a Agustín de Iturbide, que los persiguió de manera incansable y a algunos de ellos incluso los llegó a fusilar. Puede que Agustín de Iturbide fuera después el consumador de la independencia, pero en ese momento estaba a la caza de los criminales que eran temidos en toda la Nueva España.     


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