Tal parece que desde el principio México y Estados Unidos han tenido una relación de amor-odio y esto se ha visto desde la independencia del primero en 1821. Las intrigas del enviado por el gobierno norteamericano, Joel Poinsett, fueron clave para el derrumbe del primer imperio y parece ser que desde el principio tenía como meta arrancarle a nuestro país los territorios del norte. Esto se nota cuando Poinsett llega al Palacio Nacional a solicitar una audiencia con Iturbide y en el salón donde el emperador recibía sus visitas tenían un mapa de México. Poinsett hizo un comentario fuera de lugar cuando se acerco al mapa y dijo que las provincias del norte estaban tan lejos de la capital y que su país estaba en búsqueda de nuevas tierras. Trazó una frontera con el dedo y habló de un tratado que beneficiaria a ambas naciones. Poinsett fue echado del palacio inmediatamente. Este personaje ya había tenido problemas en Brasil, Chile y otras naciones latinoamericanas por sus intrigas que tenían por objeto hacer prevalecer los intereses de su país sobre las otras naciones del continente y por eso fue declarada como persona non grata en los lugares antes mencionados. Poinsett se puso en contacto con Antonio López de Santa Anna para desatar una rebelión en contra del emperador Agustín de Iturbide a sabiendas que este evento causaría una profunda división entre los connacionales y a la larga esto beneficiaría los intereses mezquinos de su país. Este personaje logró su objetivo: al tirar el trono de Iturbide fue cuando comenzó la inestabilidad política de México y el gobierno de Estados Unidos se aprovechó de esta situación para planear la intervención en los años 1846-1848 que tuvo como resultado la pérdida de la mitad de nuestro territorio.
El segundo episodio donde Estados Unidos hizo gala de su intervención fue durante el conflicto entre liberales y conservadores. Los conservadores sabían que si los liberales triunfaban entonces Estados Unidos no dejaría de inmiscuirse en los asuntos de interés nacional y tal parece que tenían boca de profetas. Los conservadores, a pesar de esa mala fama que les dio la historia oficial por tener el apoyo de la iglesia católica, tenían mejores ideas para el desarrollo nacional como el respeto a la propiedad comunal de los indígenas, cosa que los liberales echaron por tierra a pesar de ser dirigidos por un hombre de los pueblos originales del continente. Los conservadores empezaron a perder terreno sólo a partir de la intervención de los norteamericanos en el conflicto, ya que Benito Juárez tenía pacto con el gobierno del vecino país del norte para obtener armas y otros aperos de guerra. Juárez promovió el tratado de McLane-Ocampo en el que prácticamente se cedían derechos de nuestro territorio a nuestro país a cambio de apoyo del gobierno yanqui. Claro que el tratado no prosperó porque en ese momento la presidencia estaba en manos de Miguel Miramón y además el senado de Estados Unidos quería una tajada más grande como los territorios que comprenden la península de Baja California, Sonora, Chihuahua y Coahuila. Quizá la fortuna estaba del lado de los mexicanos en ese momento pues el tratado de McLane-Ocampo nunca se concretó y pudimos conservar esos territorios. Los conservadores no se rindieron y se fueron a Europa con la intención de dar la revancha a sus contrincantes liberales. Hicieron un pacto con Napoleón III (por eso son llamados traidores, sin embargo hay que ver que los liberales tampoco fueron muy patriotas en este sentido), emperador de Francia para facilitar la invasión de México y ofrecer la corona a algún príncipe europeo con el objeto de instaurar la monarquía en México. Sin embargo, con el término de la Guerra Civil en Estados Unidos la balanza se hizo hacía los defensores de la república puesto que empezaron a amenazar a Napoleón III que retiró su apoyo a Maximiliano y esto desencadeno una serie de eventos que culminaron con el fusilamiento del emperador junto con Miramón y un comandante de los ejércitos imperiales (indígena, por cierto) Tomás Mejía.
Durante el porfiriato fue cuando las relaciones de México y Estados Unidos fueron más frías, pues el general Díaz deseaba copiar todo lo europeo en nuestro país. El general oaxaqueño deseaba mantener una distancia sana del gobierno norteamericano a pesar de que este apoyó a los liberales en contra de los franceses y el segundo imperio. Esta relación acabó en varios conatos de intervención por parte de los americanos y por alguna extraña razón nunca actuaron del todo.
Fue durante la Revolución Mexicana cuando el apoyo norteamericano hacía tal o cual facción se volvió descarado otra vez. Esto se notó durante la "Decena Trágica" con la intervención del embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, Como todos sabemos, estos eventos terminaron con la muerte de Madero y Pino Suárez. Sin embargo, la intervención de los norteamericanos no terminó con estos eventos, también apoyaron a la División del Norte y este solo invadió Columbus cuando el gobierno norteamericano reconoció el gobierno de Venustiano Carranza.
En el terreno de las especulaciones me atrevo a afirmar que Estados Unidos fue el país que pagó la expropiación petrolera, pues en ese momento el mundo estaba en vísperas del estallido de la Segunda Guerra Mundial y el gobierno norteamericano estaba temeroso de que los países donde estaban las sedes de las compañías petroleras que explotaban los hidrocarburos en nuestro país. Y sin embargo con el tiempo esto ayudó a consolidar nuestra dependencia energética con nuestro vecino del norte al tener que importar buena parte de los combustibles y en alguna época se llegó a importar petróleo crudo.
El único episodio benévolo en la relación de México-Estados Unidos fue quizá el programa bracero lanzado ante la falta de mano de obra en nuestro vecino. Esta escasez de trabajadores fue causada por la Segunda Guerra Mundial pues los hombres habían ido a combatir al frente y el país del norte estaba necesitado de gente que fuera a laborar en el campo y en la industria. Este programa se prolongó desde 1942 y hasta 1964, en los que se fueron a trabajar a tierras norteamericanas cerca de 10 millones de compatriotas, la tercera parte de la población según el censo de 1960 siendo en su mayoría personas del campo.
Luego, con el Tratado de Libre Comercio fue cuando comenzaron en serio las inversiones norteamericanas en nuestro país y a partir de entonces se ha estrechado la codependencia entre ambas naciones.
Como podemos ver, la relación entre México y Estados Unidos está llena de claroscuros y los abusos de la potencia del norte han sido evidentes a lo largo de nuestra historia. Sin embargo, también nosotros hemos sido responsables por estas intervenciones al no poder forjarnos un futuro brillante sin la necesidad de tener que depender se potencias extranjeras. Esta relación es el claro ejemplo de amor-odio, pues ambas naciones se odian pero ninguna de las dos puede vivir sin la otra.
Fue durante la Revolución Mexicana cuando el apoyo norteamericano hacía tal o cual facción se volvió descarado otra vez. Esto se notó durante la "Decena Trágica" con la intervención del embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, Como todos sabemos, estos eventos terminaron con la muerte de Madero y Pino Suárez. Sin embargo, la intervención de los norteamericanos no terminó con estos eventos, también apoyaron a la División del Norte y este solo invadió Columbus cuando el gobierno norteamericano reconoció el gobierno de Venustiano Carranza.
En el terreno de las especulaciones me atrevo a afirmar que Estados Unidos fue el país que pagó la expropiación petrolera, pues en ese momento el mundo estaba en vísperas del estallido de la Segunda Guerra Mundial y el gobierno norteamericano estaba temeroso de que los países donde estaban las sedes de las compañías petroleras que explotaban los hidrocarburos en nuestro país. Y sin embargo con el tiempo esto ayudó a consolidar nuestra dependencia energética con nuestro vecino del norte al tener que importar buena parte de los combustibles y en alguna época se llegó a importar petróleo crudo.
El único episodio benévolo en la relación de México-Estados Unidos fue quizá el programa bracero lanzado ante la falta de mano de obra en nuestro vecino. Esta escasez de trabajadores fue causada por la Segunda Guerra Mundial pues los hombres habían ido a combatir al frente y el país del norte estaba necesitado de gente que fuera a laborar en el campo y en la industria. Este programa se prolongó desde 1942 y hasta 1964, en los que se fueron a trabajar a tierras norteamericanas cerca de 10 millones de compatriotas, la tercera parte de la población según el censo de 1960 siendo en su mayoría personas del campo.
Luego, con el Tratado de Libre Comercio fue cuando comenzaron en serio las inversiones norteamericanas en nuestro país y a partir de entonces se ha estrechado la codependencia entre ambas naciones.
Como podemos ver, la relación entre México y Estados Unidos está llena de claroscuros y los abusos de la potencia del norte han sido evidentes a lo largo de nuestra historia. Sin embargo, también nosotros hemos sido responsables por estas intervenciones al no poder forjarnos un futuro brillante sin la necesidad de tener que depender se potencias extranjeras. Esta relación es el claro ejemplo de amor-odio, pues ambas naciones se odian pero ninguna de las dos puede vivir sin la otra.
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