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jueves, 29 de marzo de 2018

Lázaro Cárdenas y el México que no fue


La historia oficial sin duda fue diseñada para justificar el estado de las cosas luego de la serie de matanzas que fue la Revolución. Uno de esos mitos fue Lázaro Cárdenas y su gobierno al que muchos consideran uno de los mejores. Sin embargo, tengo mis motivos para pensar así, pues el Cárdenas real no fue el héroe que expropió el petróleo para el interés nacional, ni el gran repartidor de tierras y mucho menos por la atención nunca antes vista a las demandas populares. Lo que poca gente sabe es que Cárdenas fue el que finalmente consolidó en el poder al corruptísimo régimen de la Revolución junto con sus vicios como el corporativismo y la demagogia tan característicos del mismo. El mito de Cárdenas tiene que ver con la propaganda oficial del PRI para justificar su régimen y el estado de las cosas con su frase de “ahora todo está mejor que antes”. Sin embargo, como dijera Ignacio Ramírez: “estábamos mejor cuando estábamos peor”.
En primer lugar, Cárdenas no es ningún epitome de la democracia pues aunque expulsó a Calles del país lo hizo solo para quedarse con el poder. Para lograrlo, Cárdenas hizo varias artimañas como promover huelgas entre los obreros, crear instituciones corporativas, pedir la renuncia de los callistas del gabinete y otras artimañas para minar el poder del “Jefe Máximo”. Como ya lo he dicho en el pasado acerca de este tema, solo me detendré en las consecuencias. La primera de ellas fue que consolidó el corporativismo que fue la base para instaurar a su partido en el poder a la familia revolucionaria hasta el año 2000. También cometió uno de los fraudes electorales más escandalosos de la historia en los comicios de 1940. En los mismos, había grupos de gente armada en las casillas electorales que preguntaban a la gente por quién había votado y a los que no lo habían hecho por el partido oficial los mataban ahí mismo. Con esto creo que es suficiente para pensar en Lázaro Cárdenas como uno de los que consolidó el poder omnímodo de la familia revolucionaria junto con Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles ya que cada uno aportó algo para empoderarla y hacerla pasar de una dictadura personal a una dictadura partidista.
El segundo punto que considero importante es el referente al tema agraria, pues las cosas no fueron como las pintan en la historia oficial. Aunque nunca apoyé lo hecho por Juárez y sus compinches para arrebatarles sus tierras a los indígenas, cabe señalar que la reforma agraria de Cárdenas le hizo mucho mal al campo mexicano. Se fraccionó la tierra del tal modo que era poco rentable para los productores agrícolas. Casi todos los proyectos ejidales fracasaron siendo los casos más emblemáticos de ese desastre la región henequenera de Yucatán y las haciendas de Guaracha y Nueva Italia en Michoacán. Los campesinos terminaron peor de empobrecidos que cuando dependían de un patrón para trabajar y esto a pesar de que se crearon las instituciones para apoyarlos. Las tierras se entregaron, sin embargo, a los beneficiarios no se les entregó título de propiedad para atarlos de ese modo a los dictados de la familia revolucionaria y de ese modo tener un grupo más que apoyara al partido oficial en los comicios venideros. Solo imagínense el cuadro: campesinos empobrecidos, atados a un gobierno que les dice que ahora están mejor y la verdad es que no es cierto. Definitivamente propaganda del régimen que no es cierta pero muchos se siguen creyendo.
El punto referente a la expropiación petrolera lo dejé al final porque es uno de los máximos mitos usados como propaganda de parte del régimen de la Revolución. El hijo de Lázaro Cárdenas, Cuauhtémoc, debería leer con lujo de detalle las leyes que su padre dejó firmadas. Como todos sabemos, la Expropiación Petrolera se da en el contexto de un largo conflicto laboral que culminó con la nacionalización de los bienes muebles e inmuebles de las empresas petroleras extranjeras. Lo que pocos saben es que los términos en los que Cárdenas nacionalizó esos bienes no son los que pintan en la historia oficial y que fue usada por la familia revolucionaria como propaganda. El principal de ellos era el referente a la coinversión privada en la explotación de hidrocarburos con empresas extranjeras. Esto se puede leer en la ley petrolera de 1939 firmada por el mismo presidente Cárdenas y que pueden consultar en línea. Lo que sí es cierto es que pocos contratos de ese tipo de firmaron de 1939 a 1958, cuando se cerró definitivamente la puerta esa posibilidad, por el temor de que en algún momento el gobierno cambiara de opinión. El que en realidad cerró la puerta a la posibilidad de la coinversión privada fue Adolfo Ruiz Cortines en un arranque de patrioterismo barato pues pensó que era mejor que el estado monopolizara la explotación petrolera con funestas consecuencias. Esto originó a la postre la petrolización de la economía durante el frenesí socialistoide en los 70’s que llevó al país a una de sus peores crisis económicas. Y es por eso que debemos abandonar los mitos que nos tienen atados en la mediocridad.  


viernes, 9 de marzo de 2018

Los orígenes de la corrupción

La corrupción, uno de los grandes males que aquejan a nuestro país se ha normalizado en toda nuestra sociedad y esto es terrible. Todos nosotros en algún momento pensamos que nuestros problemas son recientes, pero esto no es así, aunque muchas personas lo sigan pensando. Son pocos los historiadores los que se han atrevido a documentar lo más vergonzoso de nuestra historia (salvo cuando se dirigen contra cierto partido tricolor) pero los que se han atrevido han descubierto una verdadera cloaca. La peor parte es que en México se admira al punto de la idolatría a los alemanes aunque ignoran que un rey español nacido en Alemania fue el que sentó las bases de las corruptas administraciones gubernamentales que padecemos desde entonces: Carlos V. El monarca español que fue con el que se emprendió la conquista de nuestro continente e ideó una manera efectiva de gobernar su vasto imperio: los fueros, la venta de oficios y obedézcase pero no se cumpla fueron las bases del gobierno de la América Colonial porque según el monarca “así se gobernaba mejor”.
Los fueros fueron concebidos para crear diversas castas ya que el rey pensaba que para gobernar mejor todos debíamos ser diferentes ante la ley. De ese modo existía el fuero indígena (el más importante), el fuero militar, el fuero eclesiástico, el fuero de la nobleza y otros más. Cada grupo tenía sus tribunales especiales en los cuales serían juzgados por los delitos cometidos. También hubo tratos preferenciales, pues los indígenas no podían ser esclavizados, tenían el derecho a tener tierras de manera comunal y pagaban pocos impuestos en comparación con las otras castas. Cuando una persona tenía algún problema con alguien de otra casta tenía que demandarlo en el tribunal especial de la misma y casi siempre fallaban a favor del demandado. Tal era la influencia de los fueros en la vida de la Nueva España que hubo un incidente de tránsito bastante curioso: en el callejón de la Condesa, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, entre el Banco de México y la Casa de los Azulejos, un día entraron dos carruajes y es toparon justo en el centro y ninguno de los dos quería hacerse para atrás porque comenzaron a exhibir sus títulos nobiliarios para ver quién tenía más privilegios; el incidente paralizó la ciudad de tal manera que el virrey tuvo que ir personalmente a pedirles que se movieran. Este sistema duró hasta la promulgación de las Leyes de Reforma, pero en teoría, porque en la práctica no ha cambiado mucho.
El segundo es para asquearse, pues implica una práctica bastante espuria de la que se quejan los opositores del actual gobierno. El rey Carlos V quería darle a los novohispanos la sensación de autogobierno. Además, tenía problemas económicos por las constantes guerras en Europa. Por lo tanto ideó un sistema perverso para tener a todos contentos: todos los puestos públicos (menos el virrey, que lo nombraba el rey) eran subastados al mejor postor. Así, los habitantes tenían la sensación de autogobierno (pues los cargos públicos eran para sus vecinos) y se llenaban las arcas públicas. Como los sueldos eran bajos, los vecinos sobornaban al regidor, al alcalde o al corregidor para obtener personas y que la persona se “ayudara”. Ahora una práctica que muchos creen invento reciente: cuando una persona quería aspirar a un cargo puesto público y no tenía los recursos para adquirirlo los ricos del lugar le prestaban dinero y dado el magro sueldo les devolvían el préstamo en especie: ¡les compraban sus productos y servicios para el ayuntamiento! Lo peor de caso es que nadie se quejaba. Todos eran felices. Esto duró hasta la llegada de los Borbones al trono español cuando se prohibió la venta de cargos públicos y el monarca se reservó el derecho de nombrar a los funcionarios.
El tercer y último punto es igual de perverso que el anterior pues tiene que ver con el cumplimiento de las leyes. Carlos V fue sin duda uno de los gobernantes más apreciados en la historia de la humanidad. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya metido la pata. Como católico ferviente era temeroso de Dios y por eso temía hacer leyes que dañaran a sus súbditos. Y por eso es que cuando firmaba un decreto ponía debajo de su rúbrica “Obedézcase pero no se cumpla”. Obedecer viene de una palabra en latín que significa “escuchar atento”; y él no se cumpla está más que claro: ¡el monarca daba permiso a sus súbditos para desobedecer la ley si no les gustaba! Es de aquí de donde viene la terrible idea de los mexicanos de que la ley es para terceros y no para uno como individuo. Y todo porque el rey estaba temeroso de Dios. Es por eso que los mexicanos tenemos cierto desdén por el cumplimiento de las leyes, pues no era obligatorio respetarlas por orden del mismo monarca.
Sin querer, el rey Carlos V, convirtió a la sociedad novohispana en una sumamente corrupta pues los tres pilares del gobierno eran corrupción pura. Teóricamente se han intentado erradicar los vicios pero en la práctica ha sido muy difícil por no imposible. Los tres pilares fundamentales con los que Carlos V decía que así se gobernaba mejor son sin duda la base del ser nacional y que tenemos que analizar con frialdad para dar la vuelta a la página.    

domingo, 11 de febrero de 2018

La razón de tantas constituciones

En 200 años de vida independiente de nuestro país están plagados por conflictos por el poco respeto hacia el orden legalmente establecido. Los cuartelazos que se dieron desde principios del siglo XIX y hasta principios del XX respondían a una lógica de beneficio personal porque se buscaba ocupar la amada silla. Las constituciones que fueron promulgadas en 1824, 1857 y 1917 responden al fracaso del régimen anterior con respecto al siguiente con la promesa de “ahora sí van a funcionar”. La causa de todo este circo: la ambición personal de los políticos de todas las épocas porque en realidad siempre han buscado sacar provecho de los cargos públicos. Lo peor del caso es que los propios mexicanos piensan que rompiendo el orden constitucional establecido mejoraran las cosas porque el régimen no responde a las necesidades de todos y es algo tan antiguo como la humanidad misma. En realidad esta entrada lo que pretende es que hagamos una reflexión profunda del por qué el orden legal no es duradero.
La primera constitución del México independiente fue promulgada el 4 de octubre de 1824 después de “arduas” discusiones del congreso constituyente. En realidad es una mala traducción de la constitución de Estados Unidos promulgada en 1787 bajo la idea de que “para ser felices debemos imitar a los norteamericanos en todo”. Para entender dónde fallaron los constituyentes debemos entender lo hecho por el Congreso Continental. En la primera edición de la constitución norteamericana se estableció que las elecciones serían indirectas y el segundo lugar quedaría como vicepresidente. Esto funcionó hasta que Thomas Jefferson llegó a la presidencia y al ver el comportamiento del vicepresidente Aaron Burr promovió reformas al procedimiento. En México, al haber presidente y vicepresidente de bandos contrarios llevó a varios cuartelazos. Sin embargo, eso no es todo, pues con el régimen federal se dio el pretexto perfecto para la separación de Zacatecas, Coahuila, Nuevo León, Yucatán y Texas y la separación del último dio como resultado la pérdida de la mitad de nuestro territorio. La derogación de esta Carta Magna sirvió de pretexto para la independencia de Texas, volvió luego de la guerra con Estados Unidos para finalmente ser derogada con la Revolución de Ayutla en 1854 para lanzar a Santa Anna del poder de una vez y por todas.
La siguiente constitución fue promulgada el 5 de febrero de 1857 luego de un congreso constituyente de corte liberal radical. El federalismo se consolida pero solo en papel y en un momento se tratara ese punto. Esta constitución causó problemas debido a que lesionaba de manera seria los negocios de la Iglesia Católica ya que se elevaban a rango constitucional las Leyes de Reforma. Pero, al igual que la anterior, quedó en letra muerta pues una vez terminada la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa y destruido el Segundo Imperio no se aplicó. El presidente Benito Juárez era el primero en pisotearla pues siempre buscó maneras de obtener poderes extraordinarios como si estuviera el país en tiempos de guerra, el nombramiento de gobernadores a capricho y se cree que se cometieron fraudes electorales. Con la llegada de Porfirio Díaz las cosas no cambiaron pues además de lo anterior también se restringió la libertad de expresión. La represión cometida hacia los trabajadores de Cananea y Río Blanco no se considera ilegal porque entonces no había leyes que los protegieran. Ni con la Revolución hubo intenciones de respetar el orden constitucional por parte de alguna de las facciones revolucionarias.
La actual constitución fue promulgada el 5 de febrero de 1917 luego del congreso constituyente de Querétaro. Además de las consignas de las anteriores constituciones se agregaban los derechos laborales, a la educación y a la vivienda (derechos sociales). Pero volvemos al principio pues en el gobierno de Venustiano Carranza este fue el primero en violarla al reprimir a los trabajadores por ejercer sus derechos constitucionales recientemente establecidos. Peor aún, durante la reelección de Álvaro Obregón se liquidaron a dos golpistas en el camino de la Ciudad de México a Cuernavaca sin juicio previo. Durante el gobierno de la “Dictadura Perfecta” se volvió a restringir la libertad de expresión. También se violó la división de poderes ya que los legisladores y los ministros de la Suprema Corte solo hacían cumplir los caprichos del presidente. También se llegó a extremos de que varias veces la Cámara de Diputados llegó a cesar gobernadores por orden expresa del presidente solo porque no eran de su agrado. Además esta constitución tiene el grave defecto de tener postulados socialistoides que sobreprotegen a ciertos grupos (los trabajadores) y generaron un montón de corrupción (el artículo 27).

Estos son los motivos por los que no apoyare nunca la redacción de una nueva constitución para nuestro país. ¿Dé que sirve escribir leyes que en papel suenan bien pero que se las pasan por el arco del triunfo? El pensamiento del mexicano promedio de que la aplicación de las leyes es para terceros y no para uno no puede seguir siendo el epitome. Cuando comprendamos esto y que necesitamos un gobierno apegado de manera irrestricta a un marco legal no necesitaremos seguir escribiendo tantas constituciones.      

jueves, 1 de febrero de 2018

Tratados vergonzosos

La traición a la patria es uno de los estigmas más espantosos que una persona puede tener en vida o después de la muerte. Y por otro lado, hay personajes de nuestra historia que tienen el estigma de traición a la patria de manera inmerecida y otros que lo deberían tener. Según la historia oficial solo hay dos personajes que cargan con ese peso en su espalda: Antonio López de Santa Anna y Porfirio Díaz. De los dos el único que merece ese mote es Santa Anna y de eso hablare en un momento. Lo que sí puedo asegurar, es que casi, si no es que todos, los grandes traidores a nuestra patria fueron masones yorkinos que pusieron por delante sus ansias de poder y llegaron a hacer concesiones que ponían en alto riesgo la soberanía nacional para conservar el poder por el poder. Entre los personajes que hicieron lo anterior están algunos de los grandes héroes y el más reconocido fue Benito Juárez y en un momento explicare por qué pienso de ese modo.
El primero de esos documentos vergonzosos de los que estoy hablando son los Tratados de Velasco, firmado por Santa Anna. Y no lo hizo porque  era masón sino por algo igual de ruin: salvar su vida. Recordemos la Guerra de Independencia de Texas que Santa Anna perdió por su enorme incompetencia ya que fue capturado por las tropas de Sam Houston mientras dormía la siesta y sus tropas estaban descuidadas. Al darse cuenta, el presidente huyó del campo de batalla para posteriormente ser capturado de una forma por demás estúpida. Santa Anna siempre era el primero en ofrecer su vida en diferentes episodios para “salvar a la patria” pero en realidad era por su necesidad de vanagloriarse y cabe destacar que este tipo de personas suelen ser muy cobardes. Debido a lo ocurrido en El Álamo los texanos pedían la cabeza de Santa Anna y Houston se aprovechó de esto para obtener la rendición incondicional de los mexicanos. A cambio, Houston ofreció a Santa Anna que se iba a respetar su vida. Y el jefe del ejército texano también exigió que el gobierno mexicano reconociera la independencia de Texas y el intermediario de dicho documento fue nada y nada menos que Andrew Jackson, el presidente de Estados Unidos e interesado en anexionar el enorme territorio a  su país. Ese fue el Tratado de Velasco que su Alteza Serenísima firmó para salvar su asquerosa vida.
El segundo documento que se puede considerar como vergonzoso es el Tratado McLane-Ocampo durante la Guerra de Reforma. El “Benemérito de las Américas” estaba desesperado porque los conservadores parecían imbatibles gracias a las habilidades militares de Miguel Miramón que tenía a raya a los liberales. Para tratar de ganar el apoyo de los norteamericanos Juárez hizo lo mismo que otros masones: puso a nuestro país de tapete. Para hacerlo hizo que su ministro de Relaciones Exteriores, Melchor Ocampo, le entregara al secretario de Estado Robert McLane un documento en el que el gobierno mexicano cedía el paso por territorio nacional a civiles y tropas de nuestro vecino del norte desde varios de la frontera a varios puertos de la costa del Pacífico y a través del Istmo de Tehuantepec con permiso para poseer tierras, portar armas, matar y, en el caso de los militares, hacerlo sin previo aviso. Este vergonzoso documento no fue ratificado (para nuestra fortuna) debido a que en Estados Unidos estaban en vísperas del estallido de la Guerra Civil y no querían aumentar el poder de los estados del sur. El documento vergonzoso fue entregado el 4 de diciembre de 1859. A pesar de esto, los norteamericanos le prestaron ayuda a los liberales durante el asalto por parte de Miramón con barcos de vapor y que fue detenido por la marina de Estados Unidos. Lo anterior es la prueba de que Benito Juárez no era el patriota que pintan en la historia oficial.

El último documento vergonzoso en nuestra historia son los Tratados de Bucareli firmados por Álvaro Obregón en 1924. Desde 1917 muchos empresarios norteamericanos estaban preocupados por lo establecido en el artículo 27 de la constitución en lo que respecta a los recursos naturales. Lo que no querían los yankees era no perder su capital y buscaban evitar la nacionalización de la industria petrolera argumentando que sus concesiones fueron dadas por don Porfirio y la ley no puede ser retrospectiva. Por otra parte, Obregón imponía a Plutarco Elías Calles en la presidencia mientras sus antiguos oficiales de su ejército apoyaban a Adolfo de la Huerta para la amada silla. En un primero intento los norteamericanos se acercaron con de la Huerta quien rechazó tajantemente cualquier trato con gobiernos extranjeros. Entonces se acercaron a Obregón que les ofreció el tratado a cambio de su apoyo para detener a los rebeldes. El resto ya lo saben pues gracias los aviones norteamericanos fue que Obregón pudo poner en paz a los golpistas. Con esta rebelión Obregón pagó mal a sus antiguos oficiales que habían intercedido en varias ocasiones para salvar la vida pues los mandó fusilar de uno por uno. Pero sobre todas las cosas se obtuvieron los resultados esperados: los norteamericanos protegieron sus inversiones de hidrocarburos por 14 años más y Obregón pudo imponer a Calles en la presidencia sin problemas para que le guardara el puesto por el cuatrienio. Con esto queda demostrado que hubo gobernantes que vendieron el país con tal de tener poder y conservarlo mucho tiempo.       

lunes, 22 de enero de 2018

La decadencia del régimen del PRI

En los difíciles tiempos que corren en la actualidad no nos detenemos a analizar que la historia de nuestro país tiende a repetirse. En parte por la visión maniquea que nos vendieron en la escuela y en parte porque la población no tiene la curiosidad de averiguar lo ocurrido en el pasado. Esto se le puede atribuir al régimen del Partido Revolucionario Institucional que fue bautizado por el escritor peruano Mario Vargas Llosa como la dictadura perfecta porque fue la única dictadura partidista del continente y deberíamos analizar cuáles fueron las causas de su decadencia y caída en el marco de las elecciones de este año. Entre malas decisiones, corrupción y políticas demagógicas fueron las causas que llevaron a su perdición al alguna vez poderoso tricolor. Muchos factores fueron los que llevaron al PRI a su decadencia y caída, pero voy a tratar los que considero más importantes.
El punto de quiebre del sistema fue sin duda el movimiento estudiantil de 1968 ya que llevó a muchas personas a desconfiar el PRI. Debido a esto a Gustavo Díaz Ordaz se le quemaron los posibles sucesores y esto lo llevó a postular a Luis Echeverría para el siguiente sexenio. Para la desdicha de Díaz Ordaz, Echeverría era un político hiperactivo y muy hablador que para recuperar la confianza del electorado puso en marcha medidas demagógicas consistentes en nacionalización de empresas, créditos baratos para todo, sustitución de importaciones y aumento de la oferta educativa sin tomar en cuenta calidad. Además, trató de limar asperezas con los estudiantes pero organizó otra matanza en el Casco de Santo Tomás y la Normal de San Cosme el 10 de junio de 1971. Persiguió a los guerrilleros más importantes de la década de los 70 fuera de un orden legal, la llamada “Guerra Sucia” que se prolongaría hasta la siguiente administración. El excesivo gasto público hizo que se empezara a pedir dinero prestado sobre el petróleo y una dependencia excesiva del recurso natural. A esto hay que agregar que las empresas expropiadas era ineficientes por la inamovilidad de sus trabajadores y la imposibilidad de producir productos y servicios de manera rentable. Por las restricciones a las importaciones y los controles de precios a causa de la inflación hubo persistente escasez de ciertos productos. En el sexenio de José López Portillo terminó por explotar la bomba en 1982 culminando con la nacionalización de la banca y ese fue el principio de la realidad actual.
En la administración de Miguel de la Madrid fue cuando se dio el golpe al timón hacia el llamado “neoliberalismo”. Pero en el fondo las prácticas fueron las mismas pues con las privatizaciones se beneficiaron a personas cercanas al gobierno. El bajo crecimiento económico fue patente en este sexenio ya que se había heredado de las anteriores administraciones una crisis económica producto de la demagogia. En esta época fue cuando se empezaron a gestar los primeros movimientos por la democracia. En los terrenos políticos se dan algunos de los más importantes fraudes electorales en la historia de nuestro país siendo el primero de ellos a nivel local como el ocurrido en Chihuahua en 1986. A pesar de esto, el presidente tiene su tapado y crea la “pasarela” para para aparentar democracia dentro del PRI. Para entonces la disciplina ya se había perdido en el partido y se dio la escisión de Cuauhtémoc Cárdenas para contender por la presidencia en contra del candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari. El día de las elecciones se vio que el candidato oficial casi no obtuvo votos y la respuesta fue tirar el sistema de conteo de votos para dar ventaja a Salinas. El arquitecto del fraude fue el secretario de gobernación en turno, Manuel Bartlett Díaz, que fue premiado con el cargo de gobernador de Puebla en 1993. Lo que sí es seguro es que nunca sabremos quién fue el ganador de las elecciones de 1988.

Del sexenio de Salinas solo el primer año y el último son los importantes para entender su papel en la decadencia de su partido. En su gobierno tuvo que encarcelar al corrupto líder petrolero Joaquín Hernández Galicia “la Quina” para consolidarse y en venganza por haber apoyado la candidatura de Cárdenas. En 1992, en la cumbre de su poder, se firma el controvertido Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. En 1993 su gobierno empieza a desmoronarse pues en mayo de ese año asesinan en el aeropuerto de Guadalajara al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en lo que parece ser un ajuste de cuentas del crimen organizado. El 1 de enero de 1994 se levante en armas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional asaltando el cuartel militar en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. El 23 de marzo de ese año asesinan en Tijuana, Baja California a Luis Donaldo Colosio, candidato del PRI a la presidencia de la república. El 28 de septiembre de 1994 asesinan en la Ciudad de México a José Francisco Ruiz Massieu, ex cuñado del presidente Salinas y secretario general del PRI después de asistir a un evento con diputados federales de su partido. El 1 de diciembre de ese mismo año Ernesto Zedillo llega a la amada silla presidencial y a los pocos días estalla una de las crisis económicas más graves de nuestro país producto de algunas malas decisiones económicas de Salinas. A Zedillo le tocó entregar el poder a la oposición en 2000 al notarse el desgaste de su partido. Aun así, su gobierno no estuvo exento de algunos problemas como la matanza de Aguas Blancas, Guerrero el 28 de junio de 1995, la de Acteal, Chiapas, el 22 de diciembre de 1997 y el FOBAPROA, producto del rescate bancario resultado de la crisis económica de 1994-1995. Lo que me parece increíble es que poca gente lo recuerde todo esto.  

sábado, 13 de enero de 2018

La Guerra de Texas

Un episodio poco conocido de nuestra historia por vergonzoso fue la Independencia de Texas que no es analizado a profundidad muy a menudo. Esto es porque es uno de los episodios más vergonzosos de nuestra historia y sentó un precedente para la pérdida de más territorio en la Intervención Norteamericana de 1846-1848. Fueron varios los factores que llevaron al fracaso de esta campaña militar tanto en los terrenos políticos, militares y sociales. En la actualidad al que se acusa como único culpable de todo es a Antonio López de Santa Anna, que es cierto que no es exactamente el mejor político, pero creo tener los elementos históricos para decir que no fue el único culpable de que las cosas terminaran de este modo, pues hay detales que demuestran que la masonería, en mi opinión el grupo que más ha hecho daño a nuestro país, tuvo mucho que ver en los acontecimientos que se fueron dando con ayuda de los albañiles cósmicos que siempre estuvieron dispuestos a vender el país a cambio de poder.
Hay que remontarse al año de 1833 cuando el país empezaba a vivir las predicciones a las que llegó Iturbide antes de partir al exilio. El presidente entonces era (para variar) Antonio López de Santa Anna, pero, debido a problemas de “salud”, estaba en su hacienda de Manga de Clavo. A Santa Anna le gustaban los beneficios del poder pero no las responsabilidades del mismo y pedía permiso al congreso cuando se complicaban los asuntos del Estado. Y el presidente provisional era Valentín Gómez Farías que era masón. Y como buen albañil cósmico emprendió acciones en contra de la iglesia católica como la confiscación de sus bienes y la eliminación de sus fueros. En aquellos años (y hasta hace no mucho) los ataques de esa naturaleza contra las instituciones eclesiásticas y eran inimaginables y Gómez Farías se llevó el desprecio de todos. Llamaron a Santa Anna de su hacienda para deponer a Gómez “Furias” de la presidencia y reestablecer los fueros eclesiásticos. Gómez Farías se fue al exilio a Nueva Orleans, donde se puso en contacto con las logias masónicas de la ciudad y empezaron una conspiración para arrebatarle a nuestro país la mitad del territorio. Mientras tanto, en México, se dieron cuenta de que el federalismo era algo que había causado problemas y se decidió el congreso a derogar la Constitución de 1824 y declarar el centralismo. Esto no fue bien aceptado por todos y sirvió de pretexto a los texanos para declarar la independencia de Texas.
Hay que mencionar el hecho de que las autoridades mexicanas siempre mostraron total desinterés por los territorios del norte, cuya posesión era más nominal que efectiva. En la colonia eran realmente pocas las milicias dedicadas para proteger territorios tan vastos, despoblados e inhóspitos. Con la independencia las cosas cambiaron poco o prácticamente nada pues en realidad esto era a causa de la lejanía con la capital. Todo lo anterior hizo que la escasa población de los territorios del norte formara su propio gobierno ante el desinterés de las autoridades del gobierno central. Además, en aquellos años (1830) empezaron a llegar muchos colonos provenientes de Estados Unidos y pronto desplazaron a los mexicanos como la etnia dominante en territorio texano. Además, informes de enviados del gobierno mexicano denunciaron que los colonos norteamericanos tenían esclavos, eso estaba permitido en Estados Unidos, pero no en México y a las autoridades no les interesó aun así el asunto. Con la abolición de la Constitución de 1824 y con ella el régimen federal sirvió de pretexto para que los texanos declararan la independencia de su territorio por el sentimiento de que se estaba vulnerando su autonomía con respecto al gobierno central. Este sentimiento siembre ha sido común entre la población de estados como Chihuahua, Coahuila y Nuevo León que siempre han visto a los capitalinos como “opresores centralistas”.

Los errores militares los cometieron ambos bandos pues por el lado texano los combatientes no tenían mucha experiencia en combate y por el mexicano los vicios y la obsesión de Santa Anna por vanagloriarse jugaron en su contra. Los texanos se levantaron en armas en febrero de 1836 y el comandante de la expedición encargada de combatirlos no lo tomó en cuenta. Para los extranjeros que leen este espacio deben saber que el clima del norte de México es muy inhóspito con temperaturas de 40°C o más en verano y que pueden descender por debajo de cero grados en invierno. En este caso, era invierno, las bajas en el ejército mexicano se dieron en el largo camino a pie (muchos soldados ni a sandalias llegaban) hasta Texas ya que hubo muchos soldados que murieron de hipotermia o enfermedades. La batalla de El Álamo en San Antonio fue una gran derrota para los texanos que se atrincheraron en la antigua misión cometieron una magna estupidez pues los mexicanos, por la soberbia de Santa Anna, en lugar de rendir a los sitiados por inanición mejor atacaron la fortaleza, lo que costó la vida de muchos de los hombres de Santa Anna solo para masacrar a 180 soldados. Samuel Houston, comandante en jefe del ejército texano comenzó a huir de las tropas de Santa Anna, pero la historia dio un giro inesperado. Las tropas mexicanas y su jefe instalaron su campamento a orillas del río San Jacinto pero más que soldados en guerra parecía que iban de día de campo. Santa Anna y sus tropas estaban dormitando cuando los sorprendieron. La mayoría de los soldados mexicanos fueron muertos en el asalto y su jefe fue capturado. Para evitar ser linchado por los texanos, Santa Anna tuvo que rendirse y reconocer la independencia de Texas. Con esto se selló uno de los episodios más vergonzosos de nuestra historia que sentó la base para que nuestro vecino del norte pudiera arrebatarnos la mitad de nuestro territorio en la década siguiente a este enorme fracaso.    

martes, 2 de enero de 2018

El caudillo necesario

El caudillismo, que se dice que es uno de los grandes males de América Latina parece que no cede en el ideario del latinoamericano promedio. Las dictaduras que ha padecido (y en algunos casos todavía padecen algunos países) la mayor parte del continente son producto del ideal de que una persona con unos cuantos pases mágicos resolverá nuestros problemas es común en la región y basta con hacer preguntas a las personas en la calle. Desde luego que México no es la excepción ya que incluso los más jóvenes e “informados” tienen esta idea. El origen de esto es que durante la colonia la corona española ejerció un gobierno vertical y opaco que consistía en callar y obedecer. Por eso es que la monarquía estuvo en el ideario mexicano hasta bien entrado el siglo XIX y también la razón por la que en regímenes autoritarios el país alcanza altos niveles de prosperidad, pues la población solo calla y obedece sin chistar. Claro que no siempre ha sido así, pues también ha habido autoritarismos que no han aportado nada. Ese es el origen del caudillo necesario, es decir, aquel que se sentía indispensable para la correcta marcha nacional. En mi opinión hubo tres personajes con esas características.
El primero de ellos fue el general Antonio López de Santa Anna, que ocupó once veces la amada silla presidencial. Santa Anna tenía la habilidad de que todos lo siguieran a pesar de que nunca tuvo ideales claros y siempre se acomodó de acuerdo a la dirección de los vientos políticos. Sin embargo, el defecto más identificable del veracruzano era su excesiva vanidad que lo llevó a sentirse como el Napoleón Mexicano sin tener los dotes militares o políticos del Corzo. La necesidad de vanagloriarse a sí mismo lo llevó a dejar la administración del país en manos de otras personas cuando la situación política se tornaba complicada o en las rebeliones militares, que había casi a diario, se enlistaba inmediatamente para combatirlas y no se diga las intervenciones extranjeras. Los intelectuales de su época (Valentín Gómez Farías y Lucas Alamán) cometieron el error de confiar en su “Alteza Serenísima” y por eso se perdió la mitad del territorio de los Estados Unidos. Tanto en la Guerra de Texas como en la Intervención Norteamericana la necesidad de vanagloriarse de Santa Anna fue nuestra perdición, pero también la falta de patriotismo de los mexicanos.
El segundo personaje tiene mejor fama que Santa Anna, pero su terquedad y ambición de poder lo hicieron cometer algunas atrocidades. Estoy hablando de Benito Juárez, por supuesto. Él fue el presidente que más se aferró a la amada silla pues solo la muerte lo pudo separar de ella. Existe una gran probabilidad de que nadie nunca lo eligiera presidente y voy a explicar por qué. En primer lugar, llegó a la presidencia luego de la renuncia del presidente en turno, Ignacio Comonfort, en 1858 (en aquel entonces a falta de presidente el presidente de la Suprema Corte ascendía al poder, y este era Juárez). Acelerando el tiempo, llegamos a la Intervención Francesa, y la Constitución de 1857 establecía que sin importar las circunstancia del país el presidente debía entregar el poder a un sucesor; como en ese entonces no se podía convocar a elecciones debía entregar la silla a Jesús González Ortega, entonces presidente de la Suprema Corte. Ni a la caída del Segundo Imperio quería entregar el poder, e incluso se valió del fraude electoral para aferrarse a la amada silla y no una, sino dos veces. Y esto no es todo, pues después de la caída de Maximiliano buscó y logró que el congreso le otorgara facultades extraordinarias para gobernar sin que nada ni nadie le impidiera hacer su voluntad. Con estos poderes organizó algunas de las matanzas más desconocidas de la historia como la de los yaquis en Sonora, ocurrida en 1868, que tenía por objetivo arrebatarles sus tierras para cumplir el propósito de la nefasta Ley de Desamortización. Si Juárez no es recordado como dictador es porque murió en 1872.

El último de los caudillos necesarios fue don Porfirio Díaz, que muchos piensan que fue el más aferrado al poder, pero ese título se lo lleva su paisano y otrora amigo, Benito Juárez. Sí, el general Díaz duró poco más de tres décadas en la presidencia, pero a diferencia de Juárez renunció a ella y no lo retiro la muy democrática muerte. Díaz era una combinación entre Santa Anna y don Benito, pues tenía la grandilocuencia del primero y las ideas del segundo. Y, a diferencia de ambos, el general Díaz más clara del México que quería para el futuro. “Poca política y mucha administración” o “Paz, orden y progreso” fueron los lemas por los que se guío don Porfirio. En efecto, el desarrollo económico durante su mandato fue innegable ya que trajo a nuestro país la Revolución Industrial, se ampliaron infraestructuras y se ampliaron otras, se hizo mucho por pagar la deuda externa y por primera vez en la historia se consiguieron reservas. Que en aquel entonces existían injusticias, sí, pero en aquella época no había ojos para las necesidades sociales, que por cierto fueron atendidas a medias por la Revolución y sin embargo se destruyeron los logros de don Porfirio. Sin embargo, cometió el error fatal, al igual que Santa Anna (que también fue derribado por una rebelión) y Juárez: llegó el momento en el que pensó que era indispensable que se mantuviera en la presidencia de la república. Y el mismo promovería la catástrofe en 1908 cuando lo entrevistó el periodista norteamericano James Creelman donde dijo que el país ya estaba maduro para la democracia. Como en la primera década del siglo XX ya había cierta oposición a su régimen, se fundaron partidos políticos tomando por válidas sus palabras. Sin embargo, Díaz se reeligió, una revuelta armada lo obligó a renunciar y todo se fue al diablo. Y en la actualidad no nos hemos dado cuenta de que el caudillismo ha sido la ruina nacional.