En el México independiente
durante la mayor parte del tiempo el tema educativo no ha sido una prioridad de
la clase gobernante. Sin embargo, hay tres proyectos que en mi opinión son
rescatables y lograron en su momento tener un sistema educativo de calidad. Estoy
hablando de proyectos de grandes educadores como Justo Sierra, José Vasconcelos
y Jaime Torres Bodet, los cuales alcanzaron un gran prestigio a nivel internacional,
y el último incluso fue secretario general de la UNESCO. En toda la historia de
nuestro país pocas veces ha habido esfuerzos similares en materia educativa,
pues tal parece que a los diferentes gobiernos la educación les es indiferente
por alguno u otro motivo. Considero, sin embargo, que podemos rescatar mucho de
las proezas que hicieron grandes maestros a los personajes mencionados para
realizar las labores educativas que se requieren en la actualidad. Sin embargo,
también debemos considerar que la participación de todos como sociedad es
esencial para mejorar la educación.
El primer gran proyecto
educativo del México independiente fue llevado a cabo por el Secretario de
Instrucción Pública de Porfirio Díaz, Justo Sierra Méndez. Anteriormente se había
establecido que la educación era un derecho esencial, pero debido a la eterna
falta de recursos no se había podido llevar a cabo una importante labor
educativa. En el Porfiriato por fin hubo los recursos necesarios para la gran
labor educativa. Justo Sierra contaba con el apoyo total del presidente
Porfirio Díaz para llevar a cabo su noble labor. El oaxaqueño no tenía luces en
muchas cosas, pero se supo rodear de eminencias como lo fue Sierra. Don Justo,
de la mano con el pedagogo suizo Enrique Rebsámen fueron los creadores de las
escuelas normales para la formación de los docentes, idea tomada (como muchas)
de los franceses. Justo Sierra también es el fundador de la máxima casa de
estudios de nuestro país: la Universidad Nacional de México fue fundada en
1910, obtuvo su autonomía en 1929 dando lugar a lo que hoy es la UNAM. Sin embargo,
como todo esto ocurrió al final del régimen de don Porfirio, los resultados
nunca se vieron pues se atravesó la Revolución y casi todos aquellos logros
fueron destruidos.
La destrucción de la educación del Porfiriato a manos de los
constitucionalistas fue debido a que dejaron la tarea en manos de los
municipios. En México la mayoría de los municipios nunca han podido obtener
recursos propios para sus funciones básicas, pues dependen de los escalafones
más altos del gobierno, y por eso fue el error, pues aun hoy en día muchos
presentan altos índices de marginación. No fue sino hasta el gobierno de Álvaro
Obregón que se pudo rescatar la educación del abandono. Su secretario de educación,
un antiguo maderista de nombre José Vasconcelos inició un ambicioso proyecto
educativo llamado “Alfabeto pan y jabón” que tuvo muy buenos resultados. Se rescataron
las escuelas normales, que combinado con un ambicioso programa de alfabetización
logró un milagro. Lo más recordado de su programa educativo fue la impresión de
obras clásicas como Fausto de Goethe, de Víctor Hugo, el Quijote de Cervantes,
Shakespeare y otros, es decir, los famosísimos libros verdes. Sin embargo, los
siguientes gobiernos dejaron de darle la importancia a la noble tarea de educar
primero cuando Vasconcelos dejó la SEP, y luego se dio más estímulo a la educación
técnica y culminando con la aberración que representó la educación socialista
concebida en el último año de gobierno de Abelardo L. Rodríguez y consolidada
con Lázaro Cárdenas.
Para rescatar la educación
del enredo socialista se requirió una obra propia de Justo Sierra y José Vasconcelos.
Por entonces, los profesores eran la burla de toda la población a los que
llamaban “los del sobaco rojo”, pues siempre cargaban los manuales de la “educación
socialista” bajo el brazo, y que impartía materias incomprensibles como “literatura
para el proletariado” y que nadie entendía que era. No fue sino hasta la
segunda mitad del gobierno de Manuel Ávila Camacho que se dieron los primeros
pasos para corregir el problema. El presidente contrató a Jaime Torres Bodet,
que había colaborado con Vasconcelos en su estancia en la SEP. Torres Bodet
estuvo dos periodos como secretario de educación con Ávila Camacho y con Adolfo
López Mateos. Fue durante su primera gestión que se consolidó la llamada “época
de oro de la educación mexicana” y se llegó a tener mejor nivel que muchos de
los países que hoy le ganan a México. Durante su segundo periodo se crea la
Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos. El prestigio de Torres Bodet
fue tal que fue nombrado director general de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia (UNESCO) entre los periodos
en los que fue secretario de educación. Con Torres Bodet la educación normal volvió
a ser prioridad porque la formación de los docentes es primordial para la
enseñanza de los mexicanos. En ese entonces los profesores mexicanos eran
respetados por la sociedad a pesar de que hoy en día muchos de los métodos que
utilizaban se consideran cruentos. El rescate de la educación en la actualidad requerirá
de milagros como los de estos grandes educadores.
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