Buscar este blog

jueves, 6 de septiembre de 2018

Grandes proyectos educativos


En el México independiente durante la mayor parte del tiempo el tema educativo no ha sido una prioridad de la clase gobernante. Sin embargo, hay tres proyectos que en mi opinión son rescatables y lograron en su momento tener un sistema educativo de calidad. Estoy hablando de proyectos de grandes educadores como Justo Sierra, José Vasconcelos y Jaime Torres Bodet, los cuales alcanzaron un gran prestigio a nivel internacional, y el último incluso fue secretario general de la UNESCO. En toda la historia de nuestro país pocas veces ha habido esfuerzos similares en materia educativa, pues tal parece que a los diferentes gobiernos la educación les es indiferente por alguno u otro motivo. Considero, sin embargo, que podemos rescatar mucho de las proezas que hicieron grandes maestros a los personajes mencionados para realizar las labores educativas que se requieren en la actualidad. Sin embargo, también debemos considerar que la participación de todos como sociedad es esencial para mejorar la educación.
El primer gran proyecto educativo del México independiente fue llevado a cabo por el Secretario de Instrucción Pública de Porfirio Díaz, Justo Sierra Méndez. Anteriormente se había establecido que la educación era un derecho esencial, pero debido a la eterna falta de recursos no se había podido llevar a cabo una importante labor educativa. En el Porfiriato por fin hubo los recursos necesarios para la gran labor educativa. Justo Sierra contaba con el apoyo total del presidente Porfirio Díaz para llevar a cabo su noble labor. El oaxaqueño no tenía luces en muchas cosas, pero se supo rodear de eminencias como lo fue Sierra. Don Justo, de la mano con el pedagogo suizo Enrique Rebsámen fueron los creadores de las escuelas normales para la formación de los docentes, idea tomada (como muchas) de los franceses. Justo Sierra también es el fundador de la máxima casa de estudios de nuestro país: la Universidad Nacional de México fue fundada en 1910, obtuvo su autonomía en 1929 dando lugar a lo que hoy es la UNAM. Sin embargo, como todo esto ocurrió al final del régimen de don Porfirio, los resultados nunca se vieron pues se atravesó la Revolución y casi todos aquellos logros fueron destruidos.
La destrucción de  la educación del Porfiriato a manos de los constitucionalistas fue debido a que dejaron la tarea en manos de los municipios. En México la mayoría de los municipios nunca han podido obtener recursos propios para sus funciones básicas, pues dependen de los escalafones más altos del gobierno, y por eso fue el error, pues aun hoy en día muchos presentan altos índices de marginación. No fue sino hasta el gobierno de Álvaro Obregón que se pudo rescatar la educación del abandono. Su secretario de educación, un antiguo maderista de nombre José Vasconcelos inició un ambicioso proyecto educativo llamado “Alfabeto pan y jabón” que tuvo muy buenos resultados. Se rescataron las escuelas normales, que combinado con un ambicioso programa de alfabetización logró un milagro. Lo más recordado de su programa educativo fue la impresión de obras clásicas como Fausto de Goethe, de Víctor Hugo, el Quijote de Cervantes, Shakespeare y otros, es decir, los famosísimos libros verdes. Sin embargo, los siguientes gobiernos dejaron de darle la importancia a la noble tarea de educar primero cuando Vasconcelos dejó la SEP, y luego se dio más estímulo a la educación técnica y culminando con la aberración que representó la educación socialista concebida en el último año de gobierno de Abelardo L. Rodríguez y consolidada con Lázaro Cárdenas.
Para rescatar la educación del enredo socialista se requirió una obra propia de Justo Sierra y José Vasconcelos. Por entonces, los profesores eran la burla de toda la población a los que llamaban “los del sobaco rojo”, pues siempre cargaban los manuales de la “educación socialista” bajo el brazo, y que impartía materias incomprensibles como “literatura para el proletariado” y que nadie entendía que era. No fue sino hasta la segunda mitad del gobierno de Manuel Ávila Camacho que se dieron los primeros pasos para corregir el problema. El presidente contrató a Jaime Torres Bodet, que había colaborado con Vasconcelos en su estancia en la SEP. Torres Bodet estuvo dos periodos como secretario de educación con Ávila Camacho y con Adolfo López Mateos. Fue durante su primera gestión que se consolidó la llamada “época de oro de la educación mexicana” y se llegó a tener mejor nivel que muchos de los países que hoy le ganan a México. Durante su segundo periodo se crea la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos. El prestigio de Torres Bodet fue tal que fue nombrado director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia (UNESCO) entre los periodos en los que fue secretario de educación. Con Torres Bodet la educación normal volvió a ser prioridad porque la formación de los docentes es primordial para la enseñanza de los mexicanos. En ese entonces los profesores mexicanos eran respetados por la sociedad a pesar de que hoy en día muchos de los métodos que utilizaban se consideran cruentos. El rescate de la educación en la actualidad requerirá de milagros como los de estos grandes educadores.  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario