Llega un 18 de marzo más
y con ello uno de los hechos históricos más notables de nuestra historia: la
Expropiación Petrolera. Como todos los que han leído este blog, yo no le tengo
ningún aprecio a Lázaro Cárdenas y creo tener motivos para pensar así. Uno de
esos motivos sin duda es la expropiación petrolera, realizada el 18 de marzo de
1938 y hasta el día de hoy sigo preguntándome sus beneficios para la mayoría de
la población mexicana. Estos son preguntas válidas puesto que a lo largo del
siglo pasado y en lo que va de este el petróleo se ha usado para tapar los
huecos de la corrupción e ineficiencia de los diferentes gobiernos. En
realidad, la población no ha visto los supuestos beneficios de que el Estado
sea el propietario de los hidrocarburos del subsuelo ya que la pobreza es un
flagelo que sigue campeando en nuestro país.
Entrando en materia, el
petróleo se convirtió en un recurso natural importante desde finales del siglo
XIX y principios del XX. Es decir, en la última etapa del Porfiriato fue cuando
se comenzó con la explotación de hidrocarburos del subsuelo y lo hacían en un
régimen libre de impuestos. Después de la caída de don Porfirio y recién
asumida la presidencia de Madero, el intentó infructuosamente cobrar un
impuesto por cada barril extraído: dos centavos. Para un grupo de empresarios
que estaban acostumbrados a un régimen fiscal bastante laxo, les parecía
absurdo que el gobierno maderista les quisiera cobrar impuestos y en parte eso
fue lo que ocasiono la caída de Madero. Saltándonos algunos años llegamos a
1917 y la promulgación de la Constitución y el polémico artículo 27: la nación
pasaba a ser propietaria de los recursos del subsuelo, lo que representaba una
amenaza para las compañías petroleras. Sin embargo, tengo que hacer algunas
precisiones. El Estado podía ceder la explotación de los recursos naturales y a
particulares y el artículo 28 no permitía los monopolios de ninguna clase
(reformas posteriores de este artículo pienso que han sido nuestro talón de
Aquiles en materia económica). Sin embargo, el régimen porfirista no se tocó
hasta la llegada de Plutarco Elías Calles a la presidencia cuando se dio un
conflicto diplomático entre el gobierno norteamericano y el mexicano por la
publicación de una ley de explotación de hidrocarburos de 1926.
Por esos años, el hijo
político de Calles, el general Lázaro Cárdenas estaba en Tampico con su mentor,
Francisco J. Múgica. En esos años de estancia en dicho puerto ambos ven los
abusos de las compañías petroleras en agravio a los trabajadores y eso es lo
que en el fondo llevó a Cárdenas a tomar la decisión de expropiar. Y de hecho
una huelga de trabajadores de la industria petrolera fue la que impulsó la toma
de esta radical decisión. En 1937 los trabajadores del Sindicato de
Trabajadores Petroleros de la República Mexicana se van a paro indefinido de
labores ante los abusos de las empresas. Para no hacerles el cuento largo, la
4ª sala de la Suprema Corte falla a favor de los trabajadores e impone a las
compañías petroleras una indemnización de 26 millones de pesos que se niegan a
pagar argumentando insolvencia y Cárdenas no cede en una sola coma. En una
reunión con los directivos petroleros, uno de ellos desconoce la autoridad de
Cárdenas, que da fin a la reunión y es cuando decide expropiar. A partir del 18
de marzo de 1938 las instalaciones de las compañías petroleras pasan a manos
del gobierno, sin duda un día histórico. Sin embargo, al año siguiente Cárdenas
se arrepiente un poco y decide dar un decreto en el que se permite las
asociaciones con las empresas privadas para la explotación de hidrocarburos,
pero las grandes petroleras ahora tenían miedo de invertir en México por miedo
a una posible expropiación.
Sin embargo, la verdadera
debacle inicio cuando el presidente Adolfo Ruiz Cortines mando una iniciativa
al congreso con el fin de cerrar la posibilidad de alianzas con la iniciativa
privada. Esto sin duda fue la vuelta de tuerca que ayudó al estado a
monopolizar la industria petrolera con las funestas consecuencias que nos
alcanzan hasta nuestros días. En primera, esto ha servido de pretexto para no
desarrollar otras áreas de la economía como la industria e incluso la
innovación y el desarrollo. La mayor debacle de la industria petrolera se dio
durante la Docena Trágica con el descubrimiento de importantes yacimientos en
el Golfo de México. Esto originó un terrible despilfarro por parte del gobierno
en turno por el alto precio del barril de crudo. Sin embargo, la caída del
precio a inicios de la década de los ’80 dio como resultado una terrible
devaluación y la quiebra del país. Todo esto aún tiene efectos sobre el México
moderno puesto que los gobiernos posteriores a José López Portillo no tomaron
las medidas necesarias para remediar la situación y todavía padecemos algunas
consecuencias. La Reforma Energética propuesta en la actualidad podría ser la
solución si se aplica de manera correcta aunque no será fácil puesto que hay
mucha reticencia a la alianza con particulares. Además de todo, el acoso el
recurso se ha empleado para el gasto corriente del gobierno y esto también ha
servido para las campañas políticas, la gasolina cara es por la monopolización
del recurso pero son pocos los mexicanos los que lo ven de ese modo. Lo que
debemos hacer es no seguir creyendo en la propaganda gubernamental que nos
vende un país idílico y en realidad tenemos un gobierno que no ha sabido darnos
una patria funcional.
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