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viernes, 17 de febrero de 2017

Grandes traiciones en la historia

A lo largo de las páginas de la historia, tanto de nuestro país como de la universal, existe la traición. Ejemplos sobran: Bruto traiciono a Julio César cuando lo mató en el senado romano, Judas vendió a su maestro por 30 monedas de oro; en México Hidalgo y Allende terminaron por traicionarse el uno al otro durante sus juicios en Chihuahua; Santa Anna, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero obligaron a Agustín de Iturbide a abdicar de su trono, Juárez le pagó a don Porfirio con la más abyecta ingratitud; Huerta conspiró contra Madero para quitarlo del poder. Obregón asesinó a Carranza después de que este bloqueara su intento por llegar a la presidencia y Calles asesinó a Obregón para quedarse con el poder. Tal parece que la traición fue, es y será una constante en la historia pues la ambición es la misma en todas las culturas humanas. El poder es algo que hace que los humanos saquen lo peor de sí y parece que los hace llegar hasta el extremo de atentar contra la vida de otros.
En primera instancia el movimiento por la independencia no es la novela rosa que nos cuentan en los libros de historia de la primaria. Los desacuerdos entre el cura Miguel Hidalgo y Costilla e Ignacio Allende es algo que no se cuenta en la historia oficial. Allende estaba furioso con el cura de Dolores debido a una serie de matanzas y saqueos que el primero ordenó. Una de estas fue en la famosa toma de la Alhóndiga de Granaditas de Guanajuato que fue incendiada por los insurgentes y en ella murieron cientos de personas entre hombres, mujeres y niños. Esto fue una constante en las batallas de Monte de las Cruces y Puente de Calderón. En una segunda invasión a Guanajuato capitán Allende había solicitado del apoyo de Hidalgo que este le negó provocado que los insurgentes fueran derrotados. En los juicios de Chihuahua, Allende confesó que en diversas ocasiones intentó asesinar al cura Hidalgo (que ya para entonces llamaba “el bribón”), pero tenía guardaespaldas que no se lo permitieron. Es de destacar que el cura Hidalgo era prisionero en el momento en el que fueron capturados y conducidos a Chihuahua. Queda claro que Allende era un militar con honor del que carecía el cura Hidalgo y debido a esto el primero vio con horror las matanzas y los saqueos incitados por el cura de Dolores en los meses que duró su campaña. Cabe destacar que esa fue la causa de que el coronel realista Agustín de Iturbide saliera en persecución de los insurgentes ya que quería la independencia de la Nueva España pero él reprobaba los métodos de Hidalgo y Allende. La traición sufrida por Iturbide creo que ya quedó clara.
La segunda traición que me llama la atención es la cometida por el nada republicano Juárez en contra del general Porfirio Díaz. Esta debido a las ambiciones del zapoteca de tener el poder absoluto. Para empezar hay que ver que el Lic. Benito Juárez licenció a las tropas del general Díaz sin ningún tipo de indemnización ni a los soldados ni a él. En segundo lugar hay que ver que Juárez no fue un ejemplo de legalidad de ninguna manera puesto que del congreso siempre pidió poderes extraordinarios para gobernar de manera absoluta y con puño de hierro. La ambición del zapoteca llegó al extremo de cometer fraude electoral dos veces, la segunda posiblemente en contra de su paisano, lo que llevó a Díaz a levantarse en armas para arrojar al presidente del poder. Años después, el mismo Díaz, ya presidente, jugaría de un modo bastante cruel con sus posibles sucesores ya que hundía y ayudaba a José Ives Limantour y Bernardo Reyes, Secretario de Hacienda y gobernador de Nuevo León, respectivamente. Sin embargo, y como lo predijera Sebastián Lerdo de Tejada antes de partir al exilio a Nueva York: una revolución sería la encargada de derribar a Díaz del poder en 12 años, aunque la verdad fue 25 años después y con el mismo Lerdo ya en la tumba. La traición de Huerta hacia madero requiere hablar de la Decena Trágica en otra entrada.
Por último hablare de la mutua traición entre Venustiano Carranza y Álvaro Obregón que terminó con el asesinato del primero. Como antecedente inmediato tenemos el Congreso Constituyente a finales de 1916 y principios de 1917 en el que los partidarios de Obregón fueron los que estuvieron de acuerdo con la redacción de los artículos 27 y 123 en los que participaron activamente Andrés Molina Enríquez y Francisco J. Mújica a pesar de la intención de los carrancistas de no ir en contra del liberalismo de Juárez y sus compinches. Creo que este evento fue clave en el rompimiento entre Carranza y Obregón que sería evidente en el periodo 1919-1920 cuando este último anunció su intención de competir por la presidencia. Sin embargo, el Primer Jefe tenía su candidato, Ignacio Bonillas, que no era tan popular como su paisano Obregón. Carranza entonces gira una orden de aprehensión en contra de Álvaro Obregón sin saber que no tiene el apoyo del ejército. Obregón consigue huir de la Ciudad de México rumbo a Iguala donde maquina un golpe de estado en contra de Carranza. En mayo de 1920 promulga el Plan de Agua Prieta donde desconoce a Carranza como presidente y obliga al Primer Jefe a huir con rumbo a Veracruz. Sin embargo, las fuerzas de Obregón volaron las vías del tren obligando al presidente a seguir a caballo. Finalmente sería ultimado en Tlaxcalantongo, Puebla por soldados afines a Obregón la madrugada del 20 de mayo de 1920.

La traición es una constante en la historia, sin embargo, el México moderno fue construido a base de traiciones por el poder y no tengo la menor duda de que esta es la causa de nuestra decadencia actual.    

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