A lo largo de las páginas
de la historia, tanto de nuestro país como de la universal, existe la traición.
Ejemplos sobran: Bruto traiciono a Julio César cuando lo mató en el senado
romano, Judas vendió a su maestro por 30 monedas de oro; en México Hidalgo y
Allende terminaron por traicionarse el uno al otro durante sus juicios en
Chihuahua; Santa Anna, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero obligaron a
Agustín de Iturbide a abdicar de su trono, Juárez le pagó a don Porfirio con la
más abyecta ingratitud; Huerta conspiró contra Madero para quitarlo del poder.
Obregón asesinó a Carranza después de que este bloqueara su intento por llegar
a la presidencia y Calles asesinó a Obregón para quedarse con el poder. Tal parece
que la traición fue, es y será una constante en la historia pues la ambición es
la misma en todas las culturas humanas. El poder es algo que hace que los
humanos saquen lo peor de sí y parece que los hace llegar hasta el extremo de
atentar contra la vida de otros.
En primera instancia el
movimiento por la independencia no es la novela rosa que nos cuentan en los
libros de historia de la primaria. Los desacuerdos entre el cura Miguel Hidalgo
y Costilla e Ignacio Allende es algo que no se cuenta en la historia oficial. Allende
estaba furioso con el cura de Dolores debido a una serie de matanzas y saqueos
que el primero ordenó. Una de estas fue en la famosa toma de la Alhóndiga de
Granaditas de Guanajuato que fue incendiada por los insurgentes y en ella
murieron cientos de personas entre hombres, mujeres y niños. Esto fue una
constante en las batallas de Monte de las Cruces y Puente de Calderón. En una
segunda invasión a Guanajuato capitán Allende había solicitado del apoyo de
Hidalgo que este le negó provocado que los insurgentes fueran derrotados. En los
juicios de Chihuahua, Allende confesó que en diversas ocasiones intentó
asesinar al cura Hidalgo (que ya para entonces llamaba “el bribón”), pero tenía
guardaespaldas que no se lo permitieron. Es de destacar que el cura Hidalgo era
prisionero en el momento en el que fueron capturados y conducidos a Chihuahua. Queda
claro que Allende era un militar con honor del que carecía el cura Hidalgo y
debido a esto el primero vio con horror las matanzas y los saqueos incitados
por el cura de Dolores en los meses que duró su campaña. Cabe destacar que esa
fue la causa de que el coronel realista Agustín de Iturbide saliera en persecución
de los insurgentes ya que quería la independencia de la Nueva España pero él
reprobaba los métodos de Hidalgo y Allende. La traición sufrida por Iturbide
creo que ya quedó clara.
La segunda traición que
me llama la atención es la cometida por el nada republicano Juárez en contra
del general Porfirio Díaz. Esta debido a las ambiciones del zapoteca de tener
el poder absoluto. Para empezar hay que ver que el Lic. Benito Juárez licenció
a las tropas del general Díaz sin ningún tipo de indemnización ni a los
soldados ni a él. En segundo lugar hay que ver que Juárez no fue un ejemplo de
legalidad de ninguna manera puesto que del congreso siempre pidió poderes
extraordinarios para gobernar de manera absoluta y con puño de hierro. La ambición
del zapoteca llegó al extremo de cometer fraude electoral dos veces, la segunda
posiblemente en contra de su paisano, lo que llevó a Díaz a levantarse en armas
para arrojar al presidente del poder. Años después, el mismo Díaz, ya
presidente, jugaría de un modo bastante cruel con sus posibles sucesores ya que
hundía y ayudaba a José Ives Limantour y Bernardo Reyes, Secretario de Hacienda
y gobernador de Nuevo León, respectivamente. Sin embargo, y como lo predijera
Sebastián Lerdo de Tejada antes de partir al exilio a Nueva York: una revolución
sería la encargada de derribar a Díaz del poder en 12 años, aunque la verdad
fue 25 años después y con el mismo Lerdo ya en la tumba. La traición de Huerta
hacia madero requiere hablar de la Decena Trágica en otra entrada.
Por último hablare de la
mutua traición entre Venustiano Carranza y Álvaro Obregón que terminó con el
asesinato del primero. Como antecedente inmediato tenemos el Congreso
Constituyente a finales de 1916 y principios de 1917 en el que los partidarios
de Obregón fueron los que estuvieron de acuerdo con la redacción de los
artículos 27 y 123 en los que participaron activamente Andrés Molina Enríquez y
Francisco J. Mújica a pesar de la intención de los carrancistas de no ir en
contra del liberalismo de Juárez y sus compinches. Creo que este evento fue
clave en el rompimiento entre Carranza y Obregón que sería evidente en el
periodo 1919-1920 cuando este último anunció su intención de competir por la
presidencia. Sin embargo, el Primer Jefe tenía su candidato, Ignacio Bonillas,
que no era tan popular como su paisano Obregón. Carranza entonces gira una
orden de aprehensión en contra de Álvaro Obregón sin saber que no tiene el
apoyo del ejército. Obregón consigue huir de la Ciudad de México rumbo a Iguala
donde maquina un golpe de estado en contra de Carranza. En mayo de 1920
promulga el Plan de Agua Prieta donde desconoce a Carranza como presidente y
obliga al Primer Jefe a huir con rumbo a Veracruz. Sin embargo, las fuerzas de
Obregón volaron las vías del tren obligando al presidente a seguir a caballo. Finalmente
sería ultimado en Tlaxcalantongo, Puebla por soldados afines a Obregón la
madrugada del 20 de mayo de 1920.
La traición es una
constante en la historia, sin embargo, el México moderno fue construido a base
de traiciones por el poder y no tengo la menor duda de que esta es la causa de
nuestra decadencia actual.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario