Una vez declarada la
independencia respecto a España la pregunta al aire era: ¿Qué sigue? Sin embargo
me queda claro que para los personajes clave en la independencia de México era
una cuestión que nunca se habían planteado. El único que se había hecho esas
preguntas había José María Morelos y Pavón, sin embargo, su movimiento
independentista fue derrotado seis años antes de la firma de la declaración de
independencia. La primera parte de la cuestión de seguir adelante era como
organizar un gobierno para la nueva nación.
Por un lado estaban los
monarquistas, entre ellos la iglesia católica, que deseaban implantar en México
una monarquía al estilo de las europeas. Este era el grupo más numeroso y más
acorde a nuestras tradiciones puesto que sabían que en la nueva nación la gente
no sabía nada de elecciones ni de derechos básicos. La población de los
primeros años de independencia era en su mayoría analfabeta y no podía discernir
lo que era bueno y malo para la nación. Y los grupos monarquistas sabían que
los republicanos usarían esto para implantar regímenes despóticos y a la larga generarían
inestabilidad política como efectivamente ocurrió.
Por el otro lado estaban
los republicanos, que proponían que México tuviera un gobierno republicano y democrático.
Estaban sin duda influidos por el proceso de independencia de Estados Unidos,
el primer país de América en obtener su independencia de su madre patria. Sin embargo
las ideas de este grupo no eran del agrado de la mayoría de los mexicanos de
los primeros años de la independencia debido a que en su mayoría eran
analfabetas. Sin embargo, al final este fue el grupo vencedor al establecer la
república en 1824.
Según cuenta Armando
Fuentes Aguirre “Catón” en su novela “Hidalgo e Iturbide: la gloria y el olvido”
de su serie “La otra historia de México”, la constitución promulgada el 24 de
octubre de 1824 fue producto de una copia de la constitución de Estados Unidos
que obtuvo Manuel Ramos Arizpe, un cura originario de Coahuila. Este cura
estaba peleado a muerte con uno de los diputados constituyentes, para variar,
un fraile de nombre Servando Teresa de Mier, originario de Monterrey. Mientras fray
Servando proponía una república centralista para organizar el territorio
nacional debido a la tradición española de centralizar todo. Ramos Arizpe,
inspirado sin duda en la Carta Magna de nuestro vecino del norte, deseaba
organizar el territorio nacional como una república federal, es decir, con
estados libres y soberanos con gobierno y leyes propias, que al final fue
puesto en el documento final.
Sin embargo, después de
la presidencia de Guadalupe Victoria, la inestabilidad política fue la
constante en todo el país. Había gobiernos que se habían establecido hacía unos
cuantos días y de repente ya habían sido depuestos debido a golpes de estado. La
población mexicana de ese entonces nunca votó en comicios para elegir a sus
gobernantes y los gobernadores de los estados eran puestos y quitados de su
cargo a capricho del presidente de la república, violando de este modo el pacto
federal de la constitución.
Quizá el más beneficiado
de esta situación fue sin duda Antonio López de Santa Anna, que estuvo en la
silla presidencial once veces antes de ser removido por Juan Álvarez en 1854
con el Plan de Ayutla. Durante los muchos gobiernos de Santa Anna ocurrió la
Intervención Norteamericana que como podremos recordar nos costó la mitad del
territorio nacional, cumpliéndose de este modo los objetivos de las intrigas de
Poinsett para arrebatarle a México grandes cantidades de territorio. La inestabilidad
política fue la causa de nuestro fracaso en esa intervención y la pérdida de
nuestra división en los años siguientes. En un periodo de cuarenta años hubo
más de cincuenta presidentes, de tal manera que la causa de la división era
bastante obvia.
La constitución de 1824
fue un fracaso y esto se demostró cuando fue publicada la de 1857 que provocó
una guerra civil, demostrando de este modo que el régimen anterior había fallado
de manera atroz.
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