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martes, 7 de febrero de 2017

Reivindicando a Porfirio Díaz

La figura de Porfirio Díaz como uno de los grandes villanos de la historia del país es el gran precio que tuvo que pagar el general oaxaqueño por su mandato. Y es que a todos en la escuela nos han ensañado que el general Díaz era un tirano que tenía explotados a los mexicanos en las haciendas, fábricas y minas. Sin lugar a dudas fue un personaje controvertido y como todo ser humano tuvo aciertos y errores, aunque la verdad es más recordado por aquellas cosas en las que se equivocó que en aquellas que en las que acertó. Al ser uno de los grandes villanos de la historia hay gente que se opone a que traigan sus restos a nuestro país (está sepultado en el Cementerio de Montparnasse en París) al ser el peor tirano de la historia. Sin embargo, muchas personas, en las que me incluyó, consideran que la figura del oaxaqueño ha sido injustamente catalogada como villano máximo por el ocultamiento de gran parte de su vida y obra que voy a describir a continuación.
José de la Cruz Porfirio Díaz Mori nace en la ciudad de Oaxaca, hijo de indígenas mixtecos (detalle que se oculta por razones de poner a los indígenas como lo máximo). Ingresó a la Escuela Amiga en 1835. Se dedicó a estudiar matemáticas, física, lógica, gramática, retórica y latín. Intento estudiar en el seminario, pero abandono los estudios y fue cuando de dedicó a estudiar en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca la carrera de derecho. Fue ahí donde conoció a Marcos Pérez que lo invitó a entrar a las logias masónicas. Por aquellos años se promulgaron la Constitución Liberal de 1857 y las Leyes de Reforma con lo que estalló la Guerra de Reforma y Díaz, que se había integrado al ejército, peleó por la causa Liberal. Una vez que terminó el conflicto, la paz no duró puesto que en 1862 se iniciaría la invasión por parte de los franceses. Para no hacerles el cuento largo, fue el quien obtuvo las victorias claves para la república y Juárez le pagó con la más abyecta ingratitud. El presidente licenció a sus tropas sin indemnizarlas por sus servicios, aunque en ese entonces (como la mayor parte del tiempo) el país no tenía buenas finanzas.
Benito Juárez duró en la presidencia de la república 14 años y fue el personaje que más se aferró al cargo en toda la historia de nuestro país. Ni Antonio López de Santa Anna ni Porfirio Díaz tuvieron tal terquedad en permanecer en el poder. Para empezar hicieron comicios en 1867 luego de la caída del imperio. Jesús González Ortega compitió contra Juárez en los comicios y gano mediante el mecanismo que el PRI utilizaría en el siglo siguiente: el fraude electoral. En las siguientes elecciones (1871) se presentaron como candidatos Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz. Juárez volvió a hacer fraude electoral. Cabe mencionar que es muy posible que Díaz ganara esos comicios puesto que tenía más popularidad que Juárez y este último veía con celos a su paisano. Díaz se levantó en armas con el Plan de la Noria para lanzar a Benito Juárez del poder, pero fue derrotado. El “Benemérito” (así, entre comillas) moriría al año siguiente de las elecciones, en 1872, con lo que se comprueba que solo la muerte pudo separarlo del cargo.  Subió a la presidencia Sebastián Lerdo de Tejada que duro en el poder hasta 1876. En ese año hubo comicios, Lerdo se presentó como candidato y Díaz fue su opositor. Lerdo echó mano del fraude electoral y gano las elecciones Díaz se levantó en armas (Plan de Tuxtepec) y logró arrojar a Lerdo de Tejada del Poder. Días consideraba a sus correligionarios del Partido Liberal como “abogadetes” y la verdad tenía razón puesto que la desamortización de los bienes de la iglesia solo podían y los fraudes electorales solo podían ser producto de manos corruptas que beneficiaron a unos cuantos.

Es cierto que fue el mandatario que más duro en la presidencia y cometió errores que lo condenaron a ser considerado villano como consolidar el despojo de tierras iniciado por los liberales o el negarse a abandonar el poder (aunque no se aferró a él como Juárez). La única interrupción a su mandato fue de 1880 a 1884 en la que gobernó su compadre Manuel González. Días detuvo la persecución a la iglesia e hizo las paces con los conservadores. Impulsó la construcción de infraestructura como ferrocarriles, telégrafo, teléfono y otras. Apoyó la puesta en operación de fábricas, minas y el campo. Es cierto que en muchas haciendas, fábricas y minas se daba explotación laboral, pero no era generalizada como nos lo hicieron creer en la escuela. Porfirio Díaz dio a México la paz y la estabilidad que no había tenido desde la independencia y ese también fue un mérito que los historiadores oficiales ocultan para presentarlo como un tirano. Con él en el poder las finanzas públicas rebozaron gracias a los impecables manejos de José Ives Limantour que siempre arrojaba superávits en la hacienda pública. La paridad del peso y el dólar llegó a ser 1:2 respectivamente. La deuda externa se empezó a liquidar. Dice Armando Fuentes Aguirre “Catón” que en la época de don Porfirio, la pobreza era mucho menor que en los tiempos modernos, dato que no he podido verificar. El mayor error de don Porfirio fue el de no haberse retirado del poder a tiempo y elegir como posible sucesor a su Secretario de Gobernación, Ramón Corral, hacendado de Sonora que tenía fama de corrupto. Porfirio Díaz renunció al poder solo por evitar derramamiento de sangre de los mexicanos, ya que la revolución maderista había tomado Ciudad Juárez que en ese tiempo era una población sin importancia. Madero terminó con tres décadas de prosperidad y paz, ensangrentó al país, sustituyó una dictadura personal por una partidista y arrojó del poder al último estadista del país. El régimen de la Revolución nos ha hecho creer que don Porfirio era un tirano, sin embargo, buscó reconciliar al país y le dio la paz y la prosperidad que no había tenido y desde luego que cometió errores, pues era un ser humano y no un dios.   

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